Comentario de mercado viernes 5 de Abril del 2024

Las Bolsas ayer corrigieron en Estados Unidos presionadas por las subidas del precio del petróleo, con el Brent cotizando a 91 dólares el barril, en un contexto de crecientes tensiones geopolíticas en Oriente Medio (ataque al consulado de Irán en Siria atribuido a Israel con el consiguiente riesgo de expansión del conflicto) que se suman a la decisión de la OPEP+ de continuar con los recortes de producción y una mejor expectativa respecto a la demanda ante la recuperación de los indicadores más adelantados de ciclo.


Precio del Brent últimos 5 años.

La inflación está cayendo a un ritmo más rápido de lo previsto en Europa y supera las expectativas en Estados Unidos, lo que ha llevado a varios analistas a pronosticar que el Banco Central Europeo podría recortar los tipos de interés antes que la Reserva Federal. Las Actas del Banco Central Europeo de ayer apuntaban al inicio de recortes de tipos en junio (el mercado le da una probabilidad del 91%) mientras que en Estados Unidos las probabilidades de bajadas de tipos que otorga el mercado son del 62%. Una encuesta publicada hoy por Bloomberg plantea que una mayoría valora recorte de tipos trimestrales por parte del BCE entre junio del 2024 y del 2025, manejando un nivel de llegada final en el 2,25%. Además, un 51% anticipa la introducción de nuevas operaciones de financiación a largo plazo y una cartera estructural de deuda antes del próximo año. Por último, un 54% espera que los bonos corporativos entren dentro de este portfolio y un 38% espera lo mismo para los Covered Bonds. Ayer Kashkari, presidente de la Fed de Mineápolis, planteaba que si la inflación sigue sin descender habría que empezar a plantearse pasar el año sin realizar bajadas de tipos.

La inflación de la zona euro cayó al 2,4% en marzo, la cuarta caída mensual consecutiva. Se trata de la última prueba de que los precios se acercan al objetivo del 2% fijado por el BCE. Por el contrario, la inflación en Estados Unidos ha superado las previsiones desde principios de año, y el índice de gastos de consumo personal que la Reserva Federal utiliza como objetivo ha pasado del 2,4% en enero al 2,5% en febrero. El presidente de la Reserva Federal, Jay Powell, señaló en un discurso el miércoles que la inflación persistentemente alta en Estados Unidos puede impedir que el banco central recorte los tipos a un ritmo tan rápido como se pensaba. “No vemos que sea apropiado recortar los tipos de interés hasta que tengamos más confianza en que la inflación se está moviendo de forma sostenible hacia el 2%. Dada la fortaleza de la economía y la evolución de la inflación hasta ahora, tenemos tiempo para dejar que los nuevos datos guíen nuestras decisiones”, explicó Powell. El miércoles, los mercados de swaps de tipos de interés valoraron en casi 70 puntos básicos los recortes de tipos de la Fed y el Banco de Inglaterra este año, lo que equivale a entre dos y tres recortes de un cuarto de punto. En el caso del BCE, se preveían recortes de casi 90 puntos básicos, lo que equivale a casi un cuarto de punto adicional.

La inflación en Reino Unido retrocedió hasta el 3,4% en febrero. El Banco de Inglaterra ha pronosticado que el crecimiento de los precios al consumo caerá por debajo de su objetivo del 2% en el segundo trimestre. Sin embargo, no pierde de vista la inflación de los servicios, que se mantuvo preocupantemente alta en el 6,1% en febrero, impulsada por el rápido crecimiento de los salarios.

Las presiones sobre los precios en Estados Unidos se mantienen elevadas gracias al sólido crecimiento de la mayor economía del mundo, cuyo producto interior bruto creció un 2,5% el año pasado. En cambio, la eurozona se ha estancado después de que su PIB aumentara sólo un 0,5% el año pasado, lo que ha alimentado los llamamientos para impulsar la actividad económica con una política monetaria más laxa.

Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España y miembro del Consejo del BCE, respondió a la última caída de la inflación en la eurozona asegurando que “las previsiones apuntan a que en junio podría producirse el primer recorte de los tipos de interés”. Se espera que el BCE señale que está cerca de recortar los tipos cuando su consejo de gobierno se reúna en Fráncfort la próxima semana. Sin embargo, hay motivos para que el BCE mantenga la cautela y espere hasta junio antes de recortar los tipos por primera vez desde 2019.

Por ahora, los inversores marcan en el calendario la reunión del Banco Central Europeo (BCE) el próximo 11 de abril. Esperan pistas en el discurso de su presidenta Christine Lagarde sobre cuándo podrá emprender la autoridad monetaria la rebaja de tipos, que ahora fía al mes de junio. En marzo el retraso en la expectativa del descenso del precio del dinero encaramó a la banca a niveles récord.

                                                Previsiones de tipos en Estados Unidos.

                                                               Previsiones de tipos en Europa.

El Ibex cerró marzo en los 11.074 puntos, su nivel más alto desde mayo de 2017 tras anotarse el mejor registro mensual desde noviembre y el trimestre más alcista en un año. Los analistas se plantean ahora si será posible llegar al 12.000 este año. Históricamente abril es uno de los meses más rentables de la Bolsa española. Desde la creación del Ibex en 1992 el retorno medio que ha ofrecido es del 1,88%, el tercero mayor de todo el año, sólo por detrás del 2,40% de noviembre y el 1,9% de octubre. De los 32 años analizados, solo en ocho ocasiones el mes de abril se saldó con caídas para el Ibex. Aunque una de ellas fue el descenso del 12,45% de abril de 2012, el noveno mayor descenso mensual de la historia del índice. El peor registro mensual se lo lleva marzo de 2020, cuando se desplomó un 22,21% por el Covid. El mes de abril se cuelga la medalla de la cuarta mayor subida de la historia del Ibex, un 15,65% en abril de 2009, como consecuencia del rebote del sector financiero que había estado muy penalizado a raíz de la quiebra de Lehman Brothers en septiembre de 2008. Abril suele ser un buen mes en rentabilidad porque, una vez presentados los resultados del cierre del ejercicio anterior entre febrero y marzo, los analistas ajustan sus valoraciones de las compañías tras los mensajes lanzados por los equipos directivos de las entidades.

El oro está en los niveles máximos de su historia, casi en 2300 dólares, sorprende que el flujo de los fondos de inversión pasivos con subyacente oro es vendedor y está saliendo dinero de los ETFs de oro.

El inversor minorista en Estados Unidos se está posicionando para un escenario de recuperación incrementando su exposición a la Renta Variable y reduciendo la Renta Fija esperando un incremento de las expectativas de crecimiento e inflación (https://www.aaii.com/assetallocationsurvey). Esto suele ser una señal de complacencia extrema y anuncia correcciones de mercado a corto plazo, cuando el inversor minorista entra en Bolsa con fuerza es señal ya de últimos tirones.

AAII monthly allocation survey. Renta Variable (amarilla), Renta Fija (verde), Cash (blanca).

Esta semana se publicaba un nuevo informe de Bank of America en el que se hacía referencia a lo caro que está el índice americano S&P 500. Según los analistas de Bank of America, el índice S&P 500 está caro en 19 de las 20 métricas consideradas en su estudio. Seis de esas ratios están basadas en el PER, al que se aplican diversas variaciones. Si se toma el que utiliza las ganancias de los últimos doce meses, el múltiplo es de casi 24 veces, un 61% por encima de la media histórica desde el año 1900. El valor sobre ventas se encuentra un 57% por encima de su media histórica y la capitalización del S&P 500 sobre el PIB de Estados Unidos supera en un 89% la media de los últimos 60 años. El cálculo que más llama la atención del informe de Bank of America es el que compara el valor del S&P 500 con el precio del barril de petróleo West Texas Intermediate (WTI), que está un 117% sobre el promedio desde 1960. Sólo en una medida parece barata la Bolsa estadounidense, según Bank of America. Se trata de la prima de riesgo de las cotizadas sobre los bonos, que todavía hace atractivas las acciones del S&P 500. Pese al informe bastante claro sobre lo caro que está el mercado americano Bank of America mantiene una visión relativamente optimista del principal índice de Wall Street, y esperan que concluya el año en 5.400 puntos. “Los múltiplos de valoración han servido para predecir los retornos a largo plazo, y nuestra métrica preferida anticipa una rentabilidad del 3% por año durante la próxima década”, “pero factores a corto plazo como el sentimiento del mercado y las sorpresas en los resultados son importantes de cara al próximo trimestre y año, y son la principal influencia en las ganancias de Bolsa en 2023 y lo que va de 2024”.

La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y sus aliados, entre los que sobresale Rusia, decidieron esta semana mantener los recortes de producción pactados desde hace meses y que sumados a los tijeretazos voluntarios de suministro decididos por algunos de los socios superan los 2,2 millones de barriles diarios. El objetivo de la prolongación de esta batería de restricciones en el bombeo, que se viene replicando trimestre a trimestre, es estabilizar el precio del crudo, lo que traducido del lenguaje del cartel petrolero significa dar un empujón al alza al precio. Y eso es justo lo que está sucediendo. La cotización del Brent, referencia en Europa, volvió a repuntar esta semana hasta los 90 dólares por barril, cerrando en su cota más alta desde octubre. Tras moverse en una franja relativamente estrecha entre enero y febrero (entre los 75 y los 83 dólares), el precio del crudo ha esprintado en el mes de marzo, que ha disparado su cotización casi un 18% desde comienzos de año (2 de enero). La tibia recuperación de la demanda en el primer trimestre, gracias, entre otros factores, a la mejora de las perspectivas en Estados Unidos, las crecientes tensiones en Oriente Próximo, con implicaciones negativas sobre el comercio marítimo a través del Canal de Suez (incluido el de crudo), que se prolongan ya meses, o los recientes ataques de Ucrania a una de las mayores refinerías de petróleo de Rusia. Un cóctel de factores marcado por las tensiones geopolíticas que ha tirado al alza de la cotización del crudo y que solo se ha visto parcialmente compensado por el inesperado aumento de los inventarios de Estados Unidos.

De momento, Rusia, cuyo petróleo está vetado en Europa pero no en otros países, anunció que su volumen de producción se reducirá gradualmente hasta los 9 millones de barriles diarios en junio, alrededor de medio millón de barriles menos al día que en enero. No obstante, buena parte de ese recorte se producirá en la extracción de crudo, no en el suministro, decisión que aplaudió la OPEP, que “acogió con satisfacción el anuncio de la Federación de Rusia de que sus ajustes voluntarios en el segundo trimestre de 2024 se basarán en la producción en lugar de las exportaciones”. Por su parte, Arabia Saudí, líder de la OPEP, mantendrá su recorte voluntario de un millón de barriles al día, prácticamente la mitad del petróleo que se está retirando del mercado.

Entre los factores que han contribuido a propulsar la cotización del crudo figura la mejora de las perspectivas económicas y, por tanto, de la demanda, lo que apunta ya a cierto déficit en el suministro de petróleo. En concreto, Bank of America Research calcula que el aumento de la demanda provocará un déficit de alrededor de 450.000 barriles diarios en el segundo y el tercer trimestres de este año, lo que en opinión de la entidad financiera podría llevar el precio del barril hasta los 95 dólares este verano. Si sus pronósticos se cumplen y la cotización del petróleo escala hasta los 95 dólares de aquí al verano, coincidiría con las fechas que barajan tanto la Reserva Federal de EEUU como el Banco Central Europeo (BCE) para emprender las bajadas de los tipos de interés. Ese pequeño rally petrolero “podría limitar aún más la capacidad de los bancos centrales para ofrecer estímulos”, avisó Bank of America Research, que en su informe alerta de que “la agitación geopolítica también ha impulsado la demanda de petróleo a través de rutas comerciales más largas y ha impactado en el suministro al reducir la capacidad de refino mediante ataques a la infraestructura energética rusa”. La entidad aludía así al ataque de un dron ucraniano, el pasado martes, a la tercera mayor refinería de petróleo de Rusia, con capacidad para procesar alrededor de 155.000 barriles de crudo diarios. Si no hay sorpresas antes, lo que dependerá de la evolución del precio del petróleo, la OPEP+ volverá a reunirse el próximo 1 de junio.

En el informe semanal de flujos de ETFs de Kepler Chevreux destaca como por primera vez desde Mayo 2023 entró dinero en todos los activos. En Renta Variable se aceleran las compras (inflows) hasta 104 billones de dólares, el mayor inflow del año. Fuerte interés comprador en Renta Variable de Estados Unidos (+74 billones de euros)  y segundo inflow consecutivo relevante en Europa(+2,9 billones de dólares), en Renta Fija hay un flujo comprador relevante en bonos de Gobiernos europeos (+1 billón de dólares). Pese al repunte de expectativas de inflación no hay interés en bonos ligados a la inflación, en ETFs de materias primas se dio esta semana el primer inflow desde Mayo 2023.

Importante esta semana:

El Presidente de la Reserva Federal americana, Jerome Powell, declaró este miércoles que el reciente aumento de la inflación no ha «cambiado materialmente» el panorama general. Así, añadió que todavía espera bajar tipos «en algún momento de este año». Destacó el hecho de que el Presidente de la Fed dedicase una buena parte de su comparecencia a recalcar la importancia de la independencia de la Autoridad Monetaria.

Estados Unidos presenta 8,76 millones de vacantes sin cubrir (JOLTS) en febrero, levemente por encima de las 8,75 millones registradas el mes anterior y de las 8,73 millones esperadas. El ratio de vacantes sobre desempleados disminuye a 1,36 desde 1,43, lo que sugiere un ajuste progresivo de la oferta y demanda de trabajo. Por sectores, se registraron 126.000 nuevos puestos vacantes en finanzas y seguros seguidos de 51.000 en arte, ocio y entretenimiento. 

Las actas del BCE correspondientes a la reunión del 6 y 7 de marzo revelaban ayer que el mantenimiento de tipos de interés fue unánime. Todos los miembros estuvieron de acuerdo en que era prematuro debatir recortes en el precio del dinero. El escrito advierte de una trayectoria accidentada de la contención de la inflación a partir del verano, impulsada por los efectos base. Asimismo, aún existe incertidumbre sobre la continuidad del proceso deflacionario en la evolución de los precios de los servicios, a la espera de más información sobre el crecimiento de los salarios, la productividad y los márgenes de beneficios. En el otro lado de la balanza, las actas recogen los efectos adversos de las condiciones de financiación restrictivas: el lastre mayor del esperado sobre el crecimiento económico y efectos ya palpables sobre las medianas y pequeñas empresas. Si bien la transmisión de la política monetaria se va diluyendo gradualmente, aún queda parte por ser canalizada y, a lo largo de este 2024, la contracción de balance dará continuación a cierto impacto sobre las condiciones financieras. Por último, mientras que los miembros hacían hincapié en la espera de mayor evidencia, mencionaban el refuerzo de argumentos a favor de una bajada de tipos. 

La Unión Europea concluye la temporada invernal registrando niveles récord de almacenamiento de gas. Las reservas de gas en marzo registraron valores de hasta el 58,72% de capacidad de almacenamiento, 3% más que el máximo anterior, que tuvo lugar el año pasado. La crisis energética ha quedado atrás. A pesar de la reducción de suministro de gas ruso, el invierno suave y los objetivos marcados por la UE para reducir el uso de gas han contribuido a este escenario. Si comparamos la demanda promedio entre 2019 y 2021 para el mes de febrero, este año ha sido un quinto inferior. Las preocupaciones del año previo contemplaban la posibilidad de unas reservas escasas, sin embargo, el problema en la actualidad ha pasado a ser el llenado demasiado temprano. Con estos niveles, el objetivo de la UE de alcanzar el 90% de capacidad a principios de noviembre, se alcanzaría en agosto si se mantuviesen las entradas de 2023. 

Muchos comentarios esta semana de miembros del Banco Central Europeo, Villeroy, presidente del Banco Central de Francia, comentaba esta semana que apuesta por un recorte de tipos en abril o junio ya que «los riesgos para el crecimiento son a la baja». Por su parte, Holzmann, Presidente del Banco Central de Austria, dijo que la Autoridad Monetaria podría recortar antes que la Fed, Stournaras, presidente del Banco Central griego, dijo que son posibles cuatro recortes de 25 puntos básicos este año. Por último, Schnabel (BCE hawkish) declaró que el nuevo marco operativo del BCE conduce a un balance más reducido y a «una huella de mercado más pequeña que minora los riesgos potenciales para la estabilidad financiera y la dependencia de la liquidez»

En la zona euro se revisa al alza la confianza de los empresarios y los costes de producción siguen retrocediendo. El dato final del PMI compuesto de la región se revisó al alza en cuatro décimas y abandonó el terreno de contracción económica por primera vez desde mayo del año pasado, el PMI compuesto subió hasta el 50,3 desde el 49,9 preliminar. Esta mejora vino en gran medida apoyada por la revisión de la confianza de los empresarios de los servicios, que se situó en 51,5 desde el 51,1 preliminar. En cuanto a los datos de precios, se publicaron los de producción industrial, que cayeron en febrero un -1% mensual, lo que sitúa la caída de los costes de producción en el -8,3% interanual desde el -8% anterior. Cifras que siguen confirmando la moderación de las presiones inflacionistas por el lado de la oferta en el comienzo del año.

En Europa también conocimos los IPCs de marzo en Francia, +2,3% mejor del +2,6% esperado por el consenso de mercado y +3,0% anterior, y de Italia, +1,3% mejor que el +1,4% esperado, aunque por encima del +0,8% del mes anterior, con un tono mixto al moderarse en el caso francés, pero acelerarse en el italiano. Mientras que en Japón se publicó el IPC de Tokio de marzo +2,6% general por encima del +2,5% esperado y anterior y +2,9% subyacente en línea con lo esperado cayendo desde el +3,1% del mes anterior, niveles de precios coherentes con el inicio de normalización monetaria por parte del Banco de Japón, dejando atrás la política de tipos de interés negativos.

En China se publicó la confianza empresarial (PMI) manufacturera que retorna al terreno expansivo y alcanza su mayor valor de los últimos 12 meses. El indicador se ha situado en 50,8, superando las expectativas de 50,1 y el dato anterior de 49,1. Por su parte, el PMI no manufacturero afianza su posición favorable, que, si bien ya rebasaba el umbral de expansión, aumenta por tercer mes consecutivo hasta un 53, superando el 51,5 esperado por el consenso y el 51,4 registrado anteriormente.  

España roza los 21 millones de empleos tras crear 193.585 durante marzo. Impulsado por la Semana Santa y el turismo, el mercado laboral mantiene su buen ritmo al conseguir el segundo mejor marzo de la serie histórica en términos de afiliados medios, únicamente superado por el dato de 2023. En cuanto al paro registrado, se reduce en el mes en 33.405 personas hasta los 2.727.003 parados. Estas cifras se corresponden con un descenso del desempleo del -4,7% frente al año pasado.


Kahneman en nuestros Tribunales. Manuel Conthe.

El pasado 27 de marzo falleció a los 90 años Daniel Kahneman, el psicólogo israelí que, afincado desde hace años en Estados Unidos, recibió en 2002 el Premio Nobel de Economía por sus investigaciones, en colaboración con su colega Amos Tversky –fallecido en 1996–, sobre la forma en que los seres humanos tomamos decisiones y, especialmente, sobre los errores sistemáticos (“biases” o “sesgos”, en su terminología) en que solemos caer cuando nos guiamos por la intuición (“Sistema 1”), sin una reflexión profunda previa (“Sistema 2”).

Psicología Jurídico-Económica

El propio Kahneman resumió magistralmente en su libro “Pensar rápido, pensar despacio” (2011) las enseñanzas de ese programa de investigación –que yo suelo llamar Escuela de la Psicología Jurídico-Económica (Behavioral Law & Economics), expresión más clara que la frecuente traducción literal de “economía conductual”–.

Kahneman recordaba en su libro cómo su fértil colaboración con Tversky tuvo su primer fruto en 1974, en el artículo de divulgación en la revista Nature titulado Judgement Under Uncertainty: Heuristics and Biases. En 1979 los dos psicólogos completaron ese análisis de los sesgos con una teoría de la decisión en situaciones de riesgo que, alternativa a la tradicional y neoclásica “Teoría de la Utilidad Esperada”, bautizaron, sin estrujarse mucho la cabeza, como Prospect Theory. Dos de sus ideas esenciales son: 1) Que al enjuiciar alternativas (prospects) los seres humanos no valoramos niveles absolutos (p.ej. el precio al que vamos a vender una casa, o nuestro actual nivel de renta o riqueza), sino la diferencia –ya sea ganancia o pérdida– respecto al “nivel de referencia” que tenemos en mente; y 2) Que somos especialmente sensibles a las “pérdidas” (loss aversion). Por eso, el medallista de plata o subcampeón aparecerá a menudo lloroso –no ha ganado el oro–, mientras que quien ha ganado la medalla de bronce estará casi siempre feliz, porque ha podido subir al podio. De ahí que yo suela referirme, de forma libre, a la Prospect Theory de Kahneman y Tversky con la orteguiana expresión “Teoría de la Perspectiva”, para destacar la importancia del nivel de referencia con el que enjuiciamos la realidad.

Sesgos cognitivos en el enjuiciamiento

El fallecimiento de Kahneman ha coincidido prácticamente con la publicación en España, a principios de este año, de otro libro admirable, titulado La incidencia de los sesgos cognitivos en el enjuiciamiento (Tirant lo blanch, 2024). Coordinado e inspirado por Ignacio Sancho Gargallo, magistrado de la Sala de lo Civil (1ª) del Tribunal Supremo, ha sido fruto de su colaboración con otros siete magistrados, de distintas jurisdicciones, y se ha beneficiado del debate con otros muchos jueces con ocasión de las actividades de formación continua auspiciadas por el Consejo General del Poder Judicial.

El libro no se limita a exponer de forma académica los sesgos identificados por Kahneman y Tversky, sino que analiza supuestos judiciales prácticos en los que tales sesgos acechan y diversas sentencias que previenen contra ellos. En la presentación de la obra, Sancho Gargallo afirma: “Gracias a los trabajos de Kahneman y Tversky, a partir de los años 70 del siglo pasado, empezamos a tener conciencia de cómo podían afectar los sesgos inconscientes en la toma de decisiones, de los atajos heurísticos que con frecuencia seguimos cuando tenemos que decidir algo.

Mostrar su incidencia en las decisiones de relevancia económica le sirvió a Kahneman para recibir el premio nobel de Economía en el año 2002”.

Entre las ilustraciones del peligro del primer error que el libro analiza –el “sesgo confirmatorio y de primer impresión” esto es, que la idea preliminar que nos formamos de un asunto actúe como un filtro que haga que prestemos solo atención a los hechos que la confirman e ignoremos los que la contradicen–, el capítulo II cita el auto de apelación 19/2023, de 31 de octubre, de la Sala Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Aragón, en el que, en un juicio penal con jurado, el TSJ aceptó la alegación del acusado de que había quedado en indefensión, porque al comienzo del juicio los escritos de conclusiones provisionales de la fiscalía y la acusación particular no se habían limitado a describir los hechos potencialmente punibles puestos de manifiesto durante la instrucción de la causa, sino que contenían ya una valoración de las pruebas. En palabras del TSJ: “La inclusión de la valoración de la prueba transmite a los jurados un relato de hechos probados punibles reforzado por la prueba practicada en instrucción, anticipando la valoración probatoria a un momento procesal incorrecto. Esa información puede ejercer una influencia indebida y desproporcionada en la valoración de la prueba que se realice en el juicio oral, sesgando la actuación de los jurados”.

El capítulo III, sobre el sesgo de “anclaje” (anchoring), recuerda cómo “el tribunal pudiera llegar a verse sesgado por las solicitudes de pena efectuadas por las acusaciones, dentro de la horquilla legalmente establecida”. Y hace referencia indirecta al experimento en que, durante una conferencia para jueces en Estados Unidos, tres prolíficos autores, Rachlinski, Wistrich y Guthrie, les pidieron a un centenar largo de jueces que fijaran la pena que impondrían a un acusado confeso de haber matado involuntariamente a otro joven a quien golpeó cuando la víctima se jactó de haberse acostado con la novia del acusado: los jueces a quienes se pidió que fijaran la condena en años, la cifraron, en promedio, en 9,7 años de cárcel; mientras que aquellos a los que se les pidió que la expresaran en meses, la fijaron, en promedio, en 5,5 años (scaling effect).

Medidas paliativas

Tras un detallado estudio en el capítulo IV del “sesgo retrospectivo” (“ex post, una vez ocurrido un evento, sin darnos cuenta, tendemos a exagerar su previsibilidad ex ante. Las incertidumbres son invisibles retrospectivamente”) y de otros varios que no puedo resumir aquí (afinidad, de grupo, efecto halo, representatividad, inercia cognitiva, exceso de confianza…), el capítulo final de la obra sugiere posibles medidas para prevenir o evitar los sesgos. Muy acertadas todas, destaco algunas:

– “La formación de los miembros de la Carrera Judicial debería incluir información sobre los riesgos que entraña cada uno de los sesgos”.

– En las deliberaciones de los órganos colegiados, sería conveniente “debatir expresamente si, por la singularidad del caso, puede existir algún sesgo que pueda distorsionar el juicio. Por ejemplo: el de anclaje, a la hora de atender a una petición de indemnización o de fijar la pena; o el retrospectivo, cuando se juzga sobre la diligencia profesional o en relación con la previsibilidad de un determinado acontecimiento”.

– Debe reforzarse la obligación de motivar las resoluciones judiciales y, para mitigar el sesgo de anclaje, el cálculo de la indemnización o la fijación de la pena. La existencia de baremos objetivos puede ayudar a los jueces.

– Para mitigar el sesgo retrospectivo, el tribunal se debe “obligar a formular mentalmente resultados alternativos al finalmente acaecido. Es más fácil en un tribunal colegiado, en el que alguien puede hacer de abogado del diablo, poner pegas para reforzar la fundamentación”. “En los tribunales colegiados, el resto de magistrados que no son el ponente deberían leer la sentencia con espíritu crítico para advertir este u otros posibles sesgos”. Debe contemplarse la posibilidad de “elevar el estándar de prueba en aquellos casos en que el sesgo retrospectivo puede beneficiar al demandante”.

– Para evitar la “fatiga cognitiva” de los jueces, los abogados deben evitar los “escritos de alegaciones interminables, mal estructurados y redactados, en los que no se distinguen muy bien las razones que justifican las pretensiones que se ejercitan”.

“El sesgo más peligroso que acecha a un juez es la presunción de creerse inmune a cualquier sesgo”, concluye Sancho Gargallo. De lectura obligada no solo para jueces y árbitros, sino para cualquier abogado o profesional interesado en la toma de decisiones, la reciente publicación de esta obra colectiva, además de poner de relieve el gran nivel intelectual de nuestro Poder Judicial, constituye, sin haberlo pretendido, el mejor homenaje póstumo al Premio Nobel desaparecido.


Implicaciones de que se vendan más pañales para mayores que para niños. Ignacio de la Torre. Economista Jefe de Arcano Partners, profesor en IE Business School.

El historiador Kenneth Clark afirmó hace cincuenta años: “La falta de confianza, más que ninguna otra cosa, es la que acaba con una civilización. Nos podemos destruir con cinismo y desilusión, tan eficazmente como con bombas”. Hace más de una década leí que en Japón se vendían más pañales para mayores que para niños. Recientemente, uno de los mayores fabricantes del país, Oji Nepia, anunció que detendrá la producción de pañales para bebé y se centrará solo en pañales para ancianos. No nos engañemos: Japón es un espejo en el que se reflejará nuestro futuro.

Un reciente estudio de la revista médica The Lancet expuso que tres cuartas partes de los países del mundo presentarán tasas de natalidad inferiores a las de reemplazo (2,1) para el año 2050. Para 2100, el 97% alcanzará tasas de natalidad inferiores a las de reemplazo. Para entonces, la mitad de los nacimientos mundiales ocurrirá en el África negra. Somalia, Chad y Níger serían, junto con Tayikistán, y las islas Tonga y Samoa en el Pacífico, los únicos países con tasa de reemplazo positiva. En ese año, la mitad de la población del planeta podría residir en África.

Aunque la ONU predice que la población mundial se estancará al llegar a los 10.400 millones de habitantes hacia 2080 (actualmente somos 8.000 millones), se basa en hipótesis quizás agresivas. Otros centros demográficos como el Wittgenstein predicen que la población mundial no llegará a 9.700 millones de personas, y que la contracción se producirá hacia 2070. Es muy posible que, por primera vez en la historia reciente de la humanidad, el número de habitantes del planeta se reduzca sin causas asociadas a pandemias o a guerras.

La región del mundo llamada a experimentar la mayor caída de población será, con mucha diferencia, Asia. Corea del Sur presenta tasas de natalidad del 0,8; China, del 1,2. Japón se sitúa en el 1,3 (igual que España). En un escenario en que la natalidad no se recupere, el gigante chino podría perder más de dos tercios de su población a finales del siglo XXI. La población de la envejecida Europa podría reducirse sólo en un 4% hacia 2070, en parte por la mayor apertura migratoria, ya veremos si sostenible en el tiempo. A su vez, existe bastante evidencia sobre cómo las políticas que buscan fomentar la natalidad a través de dinero generan escasos resultados (Finlandia, Hungría, Corea del Sur…). Como afirmaba recientemente John Burn-Murdoch en Financial Times, los países de la OCDE han triplicado desde 1980 su gasto per cápita en programas de apoyo a la natalidad y, sin embargo, ésta ha bajado de 1,85 a 1,53. La principal causalidad asociada a la natalidad es, según este autor, cultural (en el sentido anglosajón del término), derivada de factores como la procreación en pareja, relacionada con mayor natalidad que la monoparental.

Implicaciones mayúsculas

Las implicaciones de la “implosión” demográfica pueden ser mayúsculas. El cambio climático presentará los mayores efectos en latitudes meridionales como las africanas, lo que acentuará los movimientos migratorios. Fronteras que presenten enormes desequilibrios en términos demográficos y de PIB per cápita verán su presión aumentar intensamente. Si hoy en día ya se afrontan crisis migratorias en la frontera entre Estados Unidos y México, o entre Europa y África, la situación no ha hecho más que empezar.

Menor nivel de nacimientos desemboca en menor nivel de crecimiento económico agregado, salvo si se opta por políticas de inmigración masivas, algo que presenta efectos políticos y sociales a veces no deseados. Una población envejecida suele ser también menos innovadora, lo que se asocia a menores crecimientos de productividad. Una economía a largo plazo sólo crece de dos formas: por horas trabajadas y en productividad por hora trabajada. Salvo que la inteligencia artificial generativa comience a generar resultados en forma de mayor productividad, nuestras sociedades se verán abocadas a crecimientos económicos exiguos, algo muy preocupante si se tiene en cuenta que el envejecimiento intensificará aún más la presión en las cuentas públicas de los estados del bienestar por mayor gasto en pensiones y sanitario.

La historia marca relaciones entre los colapsos demográficos y la caída de las civilizaciones. Otto von Bismarck escribió: “Solo un tonto aprende de sus propios errores. El hombre sabio aprende de los errores de los demás”. ¿Importa por lo tanto para quién producimos pañales?


Buen fin de semana!!

Comentario de mercado viernes 22 de Marzo.

Las bolsas, sobre todo en Estados Unidos, siguen haciendo máximos históricos, después de una lectura de un mensaje «dovish» de la Fed, aunque en mi opinión no lo es tanto. Como comentaré luego, esta semana la Fed mantuvo tipos de interés (5,25%-5,5%) y, aunque endureció sus previsiones de tipos de interés (dot plot) para el 2025 y 2026, mantiene que realizará las tres bajadas para 2024 y seguirá reduciendo su balance al ritmo actual de 60.000 millones de dólares de Treasuries y 35.000 millones de MBS al mes, aunque pronto podría frenar dicho ritmo.

En concreto, y en cuanto al dot plot, mantiene 3 recortes de tipos para 2024 hasta 4,6%, y elimina una de las bajadas previstas para 2025 hasta 3 a 3,9% frente 3,6% previsto el pasado mes de diciembre y 3,1% en Diciembre del 2026, a la vez que eleva ligeramente el tipo de largo plazo hasta el 2,6% desde el 2,5% que esperaba antes. Esto significa que la Fed ve tipos neutrales algo más altos.

El mercado mantiene la expectativa de 3 recortes para 2024, lejos ya de las 7 bajadas previstas a finales de 2023, con la primera bajada en la reunión del 12 de Junio, la probabilidad aumenta a 68% desde el 59% previo a la reunión, cuando tengan una mayor confianza respecto al control de la inflación hacia su objetivo del 2%. En cualquier caso, llama la atención que 9 de los 19 miembros consideren que podría haber menos de 3 recortes este año, lo que apunta a que es bastante probable que la Fed termine recortando menos de lo apuntado, especialmente con los riesgos sobre crecimiento e inflación al alza.

Porque las decisiones se adoptan en un contexto de mayor crecimiento e inflación respecto a las previsiones de diciembre 2023. La Fed revisó al alza sus previsiones de crecimiento del PIB para 2024, subió 7 décimas hasta el +2,1% frente al +1,4% anterior, y espera que la economía crezca a tasas del +2% en 2025 y 2026, por encima de su potencial de largo plazo que se mantiene en +1,8%. La Fed transmitió también señales de fortaleza en el empleo, con ligera revisión a la baja de la tasa de paro hasta el 4% en 2024 desde el 4,10% que esperaba anteriormente. En cuanto a las de inflación, elevan sus expectativas para 2024 de 2,4% a 2,6%, a la vez que mantiene sin cambios las previsiones para 2025 y 2026.

El hecho de que 9 de los miembros de la Fed valorando unas bajadas de tipos de 50 puntos básicos o menos, en lugar de los 75 puntos que prevén los otros 10 miembros plantea dos temas, uno que el Consejo de Gobierno de la Fed está muy dividido, y dos que bastaría con que un representante del grupo dovish cambiase de opinión y se pasaría a plantear 2 bajadas en lugar de 3.

Como vemos, los bancos centrales avanzan recortes de tipos en 2024, ya que la inflación elevada está remitiendo. La incertidumbre en torno a la evolución de la inflación en Estados Unidos retrasará probablemente las bajadas de tipos de la Fed hasta el mes de junio como hemos visto esta semana, mientras que el BCE y el Banco Nacional de Suiza podrían empezar a recortar tipos antes. En Suiza, la inflación se acerca al objetivo y un franco suizo muy fuerte hace prever una bajada próxima por parte del Banco Nacional de Suiza, lo que podría pillar con el pie cambiado a los distintos actores del mercado. El Banco de Japón es el único banco central que está virando la dirección de su política monetaria hacia más neutral. La política de tipos negativos introducida en 2016 parece cada vez menos adecuada tras subidas salariales esperadas para este año del 5,3%, viniendo del 3,6% el año pasado. La inflación en enero fue del 2,2%, por encima del objetivo, y la revisión al alza del crecimiento apunta a un contexto económico mejor de lo esperado.

Parece que efectivamente la espiral inflacionista se modera con cierta fuerza en la eurozona, gracias al abaratamiento de los precios de la energía y el freno de los alimentos, además de la ralentización de los bienes industriales. Con ello, el Índice de Precios de Consumo (IPC) en la unión monetaria ha pasado de subir a un ritmo del 2,8% en enero al 2,6% en febrero, dos décimas menos. Sin embargo, más importante que la rebaja de la cifra general es que esta ralentización de los precios es generalizada y que, con ello, ya hay siete países de la eurozona donde la inflación cae por debajo de la cota del 2% marcada como objetivo a largo plazo por parte del Banco Central Europeo o ronda esta cota. Algo que abriría la puerta a una rebaja de los tipos de interés en las próximas reuniones.

La subida de los precios se moderó dos décimas en febrero en la eurozona, hasta el 2,6% interanual, de acuerdo con las cifras publicadas esta semana por la oficina estadística comunitaria, Eurostat. Esta moderación, que contrasta con los incrementos de más del 8% que llegaron a producirse el año pasado, se debe fundamentalmente a la rebaja de los precios de la energía, que caen un 3,7% respecto a febrero de 2023, pero también a la fuerte ralentización de los alimentos en el último mes (se moderan del 5,6% al 3,9%, y los frescos, del 6,9% al 2,1%). Y a ello hay que sumar una pequeña ralentización de los productos industriales (cuatro décimas, al 1,6%). Por el contrario, los servicios mantienen un alza del 4%, la misma cifra que el mes anterior debido a que las empresas están repercutiendo los incrementos salariales del último año a los precios de venta.

Los precios subieron a un ritmo del 0,6% en Letonia, seguida de Italia (0,8%), Lituania, Finlandia (1,1% en ambos casos), Chipre (2,1%), Irlanda y Portugal (2,3%), entre los países del euro, y se elevaron un 0,6% anual en Dinamarca y un 2,2% en República Checa, fuera de la eurozona. Con ello, quedan lejos los tiempos en los que todos los países Europeos se situaban por encima del objetivo marcado por el BCE. Por el contrario, la inflación sigue tensa en Croacia (4,8%), Estonia (4,4%) y Austria (4,2%). Entre los grandes países del euro, la tónica general es la moderación, si bien la mayoría siguen por encima de la media. A Italia hay que sumar también, aunque a cierta distancia, Alemania, Países Bajos (2,7% en ambos casos), España (2,9%) y Francia (3,2%).

Hay varios factores detrás de esta moderación de precios. En primer lugar, el efecto escalón respecto al año pasado, con un fuerte salto interanual derivado de la guerra en Ucrania y su impacto sobre los precios de los alimentos. En segundo lugar, la subida de los tipos de interés a lo largo del último año y medio ha frenado tanto la inversión como el consumo privado, restando con ello poder de negociación a las empresas a la hora de trasladar las subidas de sus costes a sus precios de venta. Aunque todos los bancos centrales de los países europeos han subido en mayor o menor medida, lo cierto es que el BCE ha aplicado una política monetaria algo más restrictiva que otros bancos centrales europeos, como pone de manifiesto que los países fuera de la eurozona tienen una inflación significativamente más alta que los miembros del euro (el 3,9%, en promedio). Por último, los precios de la energía, que hace un tiempo estaban disparados, ahora parecen más contenidos, y algo similar sucede con los salarios (se incrementaron un 4,5% en el cuarto trimestre, según el BCE, dos décimas menos que en el tercero), lo que reduce la presión para que las empresas repercutan los sobrecostes a sus clientes.

Todo ello abre la puerta a que el BCE reduzca los tipos de interés en su próxima reunión y mantenga esta senda a lo largo de este ejercicio y el próximo. No obstante, el ritmo de flexibilización de la política monetaria podría ser algo menos intenso de lo previsto hace unos meses y estar sujeto a que la moderación de los precios observada en los últimos meses se vaya confirmando a lo largo de este año, según han señalado varios miembros del Banco.

Con todo, este proceso de rebaja de tipos está sujeto a algunos riesgos. El primero, lógicamente, es hasta qué punto la mayor flexibilidad del crédito puede impulsar la demanda interna y, con ello, reavivar las subidas de precios. El segundo, el posible impacto de la crisis del mar Rojo sobre las importaciones de productos asiáticos a Europa, que podría dar un impulso de hasta un punto a la inflación según algunos análisis. Finalmente, S&P Global señala que en algunos sectores las empresas tienen mucho poder frente a la demanda, por lo que están subiendo sus precios de venta más allá del incremento de costes.

El dólar continuará en el rango actual a lo largo del año. El viento de cara que supone el fuerte apetito por el riesgo en un entorno de inminentes recortes de tipos se compensa por unos tipos de interés más altos frente al resto de divisas. Creemos que si las expectativas sobre las bajadas de tipos vuelven retrasarse asistiremos a un mercado volátil, pero, en nuestra opinión, esto quedaría contrarrestado por el tipo de partida más alto del dólar. Se espera que la Reserva Federal recorte tipos en 75 puntos básicos este año, aproximadamente la misma cantidad que el Banco Central Europeo y otros bancos centrales de mercados desarrollados, lo que haría que se mantuviera la ventaja actual del dólar frente a la mayoría de sus pares.

La espectacular fortaleza de la economía estadounidense está perjudicando al mercado de renta fija de forma tanto directa como indirecta. Al igual que en 2023, el mejor comportamiento de la economía estadounidense frente a la europea es en gran medida producto de una política fiscal excesiva en Estados Unidos. Mucho antes de que comenzara la campaña para las elecciones presidenciales, el Gobierno federal estaba incrementando el gasto fiscal a un ritmo cercano al doble dígito y la necesidad de financiación del Tesoro alcanzó el hito del trillón en los cinco primeros meses del ejercicio fiscal actual (1 de octubre al 30 de septiembre). Lo anterior podría hacer surgir dudas sobre la sostenibilidad de la deuda y un cambio de calificación, lo que debilitaría los bonos gubernamentales frente a los corporativos de calidad.

Desde el mes de junio del año pasado, la inflación general parece haberse estabilizado por encima del 3,0%, lo que supone un nivel y un ámbito temporal, lo suficientemente elevados como para que la Reserva Federal no se muestre especialmente satisfecha. De hecho, los componentes de precios de algunas encuestas empresariales no hacen pensar en una corrección importante de esta dinámica en el más corto plazo.

Uno de los mercados que más volatilidad tendrá ante las elecciones presidenciales que Estados Unidos celebra en el mes de noviembre será el mercado de divisas. Así como el impacto de estos comicios en Bolsa es más incierto, salvo en algunos sectores, parece existir un consenso en el mercado con que una victoria de Donald Trump sobre Joe Biden sería muy positiva para el cambio del dólar, ante las ideas proteccionistas que trae el candidato republicano. Los analistas de Barclays han tratado de poner números a esa expectativa. “Varias de las principales ideas de Trump en comercio, fiscalidad y política exterior suponen una ruptura estructural con el pasado, lo que potencialmente tendría implicaciones intensas para el mercado de divisas y el dólar”, según un informe de Barclays publicado esta semana. Barclays estima que la imposición general de un arancel del 10% a las importaciones en Estados Unidos podría impulsar de media un 3,4% al dólar. Este efecto se vería limitado solo si el resto de los países, como contrapartida, también impone tarifas a los productos de ese país. En segundo lugar, Trump parece dispuesto a acometer estímulos fiscales en la economía. Los analistas de Barclays apuntan que por cada incremento del 1% en el déficit fiscal sobre el PIB, el dólar puede subir entre un 1% y un 1,5%. En tercer lugar, un menor compromiso de Washington con la OTAN podría debilitar al euro y a las monedas del este de Europa, en algunos casos hasta un 5%. En parte, esas medidas pueden verse compensadas en cuanto a la fortaleza del dólar con una mayor presión sobre la Fed para que baje tipos y quizá con la capacidad de Trump para negociar con Rusia un alto el fuego en Ucrania. Pero el informe da menos peso a estos factores. Al final, no sería descabellado ver al dólar revalorizarse hasta alcanzar de nuevo la paridad con el euro según Barclays.

Importante esta semana:

Esta semana lo más importante fue la reunión de la Fed del miércoles, en la que decidió mantener, pero prevé tres recortes en 2024. Ha sido la quinta pausa consecutiva. La Reserva Federal de Estados Unidos decidió mantener los tipos entre el 5,25% y el 5,5%, récord de los últimos 23 años. La buena noticia es que el banco central no ha empeorado sus previsiones de recortes de tipos y la mayoría de los gobernadores se inclinan a favor de tres rebajas de un cuarto de punto cada una en 2024. La duda es cuándo empezará la desescalada. Como mínimo, habrá que esperar hasta la próxima reunión, que tendrá lugar en mayo, y todo dependerá de cómo evolucione la inflación. Sin embargo, tras el último dato publicado, con un repunte de una décima en febrero, hasta el 3,2%, los analistas empiezan a temer que el IPC se haya estancado en el entorno del 3%, lejos todavía del 2% que se ha fijado la Fed y, por tanto, los primeros recortes de tipos no lleguen hasta junio. Si en algo insistió en la rueda de prensa el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, es en que “no será apropiado relajar la política monetaria hasta tener suficientes garantías de que la inflación se dirige sustancialmente hacia el 2%”. Aun así, el mercado celebró que la Fed no haya empeorado sus previsiones de cara a 2024, aunque el calendario se retrase, y los mercados se fueron a marcar nuevos máximos históricos.

De todas formas, hay incertidumbre sobre los pasos de la Fed los próximos meses, porque las previsiones publicadas por la Fed enfrían las expectativas a más largo plazo. Si bien la hoja de ruta se mantiene sin alteraciones para 2024, cuando espera terminar el ejercicio con los tipos entre 4,5% y el 4,75%, empeoran de cara a 2025. En diciembre, los gobernadores calculaban un recorte total de un punto, pero ahora han revisado a la baja y esperan que el próximo año los tipos terminen con un recorte de tres cuartos de punto, hasta situarse en la franja comprendida entre el 3,75% y el 4%. Los analistas temen que este ligero frenazo en las previsiones que maneja la Fed de cara al próximo ejercicio termine por trasladarse a 2024 si la inflación sigue estancada y que los recortes tarden aún más de lo previsto en materializarse. Powell recordó que “solo se trata de previsiones, pero en ningún caso de decisiones en firme”. Insistió en que el consejo decidirá en cada reunión “en función de la evolución de los datos”. El mercado está valorando en casi un 82% la posibilidad de un recorte de un cuarto de punto para junio.

Esta semana también conocíamos una mejora de los indicadores adelantados de la economía de Estados Unidos, que siguen apuntando a un crecimiento sostenido en los próximos meses. En concreto, la confianza de los empresarios continúa en expansión en marzo, los datos preliminares muestran que el PMI compuesto de la economía se situó en 52,2 desde el 52,5 anterior. Por sectores, cabe destacar que la mejora de la confianza vino por las manufacturas, al situarse el PMI en 52,5, tres décimas por encima del mes anterior, mientras que en los servicios el PMI se situó en 51,7 frente al 52,3 anterior. Por otro lado, también se publicó el índice agregado de indicadores adelantados, que en febrero superó las expectativas, registró un crecimiento del +0,1% mensual, siendo este el primer mes de avances desde marzo de 2022, lo que confirma la mejora de las perspectivas de cara a los próximos meses. Datos que, si miramos en su conjunto, siguen mostrando un sólido crecimiento de cara a los próximos meses.

Esta semana el Banco Central de Japón, como se esperaba, ha iniciado la normalización monetaria, poniendo fin a los tipos de interés negativos, sube el tipo repo de -0,1% a un rango entre 0% y +0,1%, en la que es su primera subida desde 2007. Asimismo, abandona la política de control de la curva, hasta el momento se impedía que la Rentabilidad del bono a 10 años superase el 1%, para a partir de ahora comprar deuda a largo plazo en función de lo necesario, a la vez que acaba con las compras de ETFs. La decisión de dar un giro a la política monetaria japonesa se toma tras los últimos datos relativos a salarios con crecimiento superiores a lo previsto, +5,3% para el próximo año fiscal frente al +3,8% del anterior, que apuntan a que la economía japonesa estaría más cercana a alcanzar su objetivo de inflación del 2% a medio plazo. El Banco Central de Japón es así el último de los bancos centrales desarrollados en normalizar su política monetaria, dejando atrás un largo periodo de política monetaria ultralaxa, aunque en ningún caso parece el inicio de una fuerte contracción monetaria, afirmando que se mantendrán unas condiciones financieras acomodaticias. Aunque no aclara cuál será el ritmo de subidas adicionales de tipos, que será “data-dependient”, el mercado descontaba que el tipo repo se situase a fin de año en torno a +0,25%.

En Europa esta semana hemos tenido varias declaraciones de miembros del Banco Central Europe. De Guindos tuvo un tono más prudente al declarar la necesidad de más información y recordar que las decisiones dependen de datos y no fechas. Desde el viernes pasado, hasta tres gobernadores han especificado sus expectativas de recortes en junio, sin embargo, el vicepresidente del BCE ha concedido un discurso más flexible. Así, Guindos ha confirmado el claro proceso de deflacionario, con el crecimiento de los salarios como principal riesgo. El mes de junio ha sido mencionado en repetidas ocasiones para indicar el mes en el que se conocerá la evolución de los salarios, las negociaciones y las nuevas previsiones que permitan estar preparados para el debate. Por su parte, también ha hablado Centeno, el gobernador del Banco de Portugal, apuntando que, la bajada en el coste del dinero puede prevenir una recesión. La eurozona se encuentra en un estado de estancamiento y, según Centeno, unas condiciones financieras muy restrictivas pueden provocar una contracción económica mas allá de lo necesario. 

También en Europa hemos conocido datos macroeconómicos importantes, este martes se confirmaban los datos preliminares de inflación en la eurozona, conocíamos las cifras definitivas de precios correspondientes al mes de febrero que arrojaron una subida del +2,6% en el caso de la inflación general y del +3,1% para la subyacente, dos décimas por debajo del dato de enero en ambos casos. Por componentes, en el caso de la general se reafirma el avance de los alimentos que subieron un +3,9% interanual aportando ocho décimas al dato de febrero, mientras que la energía cedió un -3,7% retirando cuatro décimas al IPC general. Estos números siguen confirmando una moderación de la inflación, pero a un menor ritmo que lo visto el año pasado. También conocimos el martes que la eurozona ha alcanzado el mayor superávit comercial mensual desde el inicio de la serie histórica en 1999. La caída de los precios de la energía junto con la mejora en las exportaciones europeas consigue el mayor superávit comercial con 28.100 millones en enero. En este caso, las importaciones han caído un 4% mientras que las exportaciones aumentan un 2%. Las cifras sorprenden al alza y sirven de apoyo al crecimiento en 2024.   

                               Balanza comercial de la Eurozona desde 1999.

El miércoles la presidente del BCE, Lagarde, en la conferencia anual “The ECB and its watchers” dijo que el Consejo de Gobierno del BCE probablemente bajará tipos en Junio, y será muy poco probable que lo hagan en Abril. Lo que no dejó claro es cuántas bajadas de tipos seguirán a esa de Junio. Las decisiones se tomarán reunión por reunión, dijo Lagarde, haciendo hincapié en la dependencia de los datos que vayan siendo publicados. Por otro lado, desglosó los tres factores que monitoriza la autoridad monetaria más de cerca, el crecimiento de los salarios, los márgenes de beneficios y la evolución de la productividad. El BCE estima una desaceleración de los salarios nominales hasta el 3% en los 3 próximos años, lo cual permitiría el retorno de los salarios reales a los niveles prepandemia. En cuanto a los márgenes de beneficios, si las empresas aumentaran 1% más de lo previsto para finales de 2026, la inflación no alcanzaría el objetivo del 2% ni siquiera en 2026. Por último, la productividad requiere de más tiempo de medición, y no se puede esperar a tener una información completa de este factor para tomar las decisiones monetarias. 

S&P afirmaba esta semana a España el rating A/Estable y Moody’s mejoraba las perspectivas para nuestra economía (Baa1) desde estables a positivas debido a un «modelo de crecimiento más equilibrado».

En Reino Unido, el Presidente del Banco de Inglaterra, Bailey, declaró que los recortes de tipos están «en juego» en futuras reuniones. Añadió que el Banco de Inglaterra tiene «una historia cada vez más positiva que contar», ya que «las perturbaciones mundiales se están revirtiendo” y no se está observando una gran persistencia de las presiones inflacionistas más “pegajosas”.


La Fed se mantiene cauta. José María Rotellar. Profesor de Economía, director del Observatorio Económico de la Universidad Francisco de Vitoria.

La Reserva Federal ha mantenido la restricción de su política monetaria, como viene haciendo desde hace meses. Tras no reaccionar hasta principios de 2022 –aunque muy por delante del Banco Central Europeo–, la Fed intensificó su política monetaria restrictiva tras corroborar que la inflación no iba a ser un fenómeno ni transitorio ni corto. Tras las primeras subidas de tipos, endureció su restricción con tres subidas de 75 puntos básicos, que tenían una intensidad no recordada desde los años 1990, para pasar después a subidas de 50 puntos básicos y terminar con subidas de 25 puntos básicos para, posteriormente, mantener en ese nivel el precio del dinero, que corroboró ayer, situado en la horquilla entre el 5,25% y el 5,50%, el nivel más alto desde hace más de veinte años.

Aunque la inflación ha mitigado su incremento, no termina de ceder hacia el objetivo de precios y la economía no acaba de enfriarse. Tal como advirtió hace semanas su presidente, Jerome Powell, la Fed no va a cesar en su lucha contra la inflación, pese a que en el mercado se especulaba con un cambio de política monetaria.

La inflación en Estados Unidos sigue siendo preocupante, por mucho que se mitigue por efecto estadístico en los datos interanuales, que ni siquiera fue suficiente en febrero, donde se aceleró su crecimiento interanual hasta el 3,2%, una décima más que en enero y un 0,4% de subida intermensual, con dudas sobre si no se mantendrá con resistencia a la baja en el 3%. Aunque la Fed tiene como objetivo principal estimular el crecimiento económico, no puede permitir que se descontrolen los precios por el problema que supondría especialmente a medio y largo plazo, con pérdida de competitividad de su industria en los mercados y empobrecimiento generalizado de la población, máxime en un contexto económico adverso. De hecho, lucha contra la inflación para poder sostener un crecimiento estructural sano en el medio y largo plazo.

No cejar ahora en su política monetaria está motivado por el largo retardo interno que existió a la hora de tomar la decisión de subir los tipos de interés, que fue importante, aunque mucho menor que el del BCE. A su vez, el mayor retardo interno ha podido provocar que el retardo externo sea mayor, al haberse enroscado la inflación más profundamente y tardar más, así, en hacer efecto la nueva política monetaria que, por ello, tiene que ser más intensa y sin posibilidad de pausa.

Máxime incertidumbre

Por eso, las medidas de política monetaria tienen que ser ahora mucho más drásticas en unos momentos de máxime incertidumbre económica y ralentización de la recuperación, en medio de dos guerras que contribuyen a incrementar la tensión en los precios, si bien es cierto que más en Europa que en Estados Unidos. Esto supone un encarecimiento de la financiación de las empresas y de los particulares.

Es cierto que la política monetaria restrictiva hace disminuir la actividad económica, pero más caerá si no se actúa con firmeza y determinación para atajar la inflación y se relaja antes de tiempo, hecho que provocaría un mal mucho mayor al de la restricción monetaria. Es más, cuanto más creíble resulte la política monetaria, mayor probabilidad habrá de que los agentes económicos anticipen futuras expectativas positivas derivadas de una correcta aplicación de la política económica, y antes se recuperará el ritmo de crecimiento en un entorno de menores precios.

A ambos bancos centrales les habría gustado empezar a bajar tipos ya, sin duda, pero sus errores del pasado les hacen extremar la prudencia, pues cualquier paso en falso por acelerar una decisión que todavía no parece apropiada puede causar un agravamiento estructural de los problemas de la economía y hacer que toda la restricción monetaria aplicada hasta ahora haya sido en vano.

La decisión de la Fed de mantener la restricción en política monetaria es imprescindible si no queremos que la inflación se apodere completamente de la economía, cosa en la que también debe perseverar el BCE y no caer en la tentación de rebajar su lucha contra el alza de precios.


La salida hoy a Bolsa de Douglas, clave para Puig, Astara y Tendam. Roberto Casado (21 de Marzo Expansión).

La mirada de los banqueros de inversión españoles va a estar hoy orientada hacia Fráncfort y mañana hacia Zúrich. Del éxito o fracaso de los debuts bursátiles en esas plazas de Douglas y Galderma, respectivamente, puede depender que después de Semana Santa puedan lanzarse en España las ofertas públicas de venta (OPV) de Puig, Astara Mobility y Tendam, operaciones que traerían decenas de millones de euros en comisiones para sus colocadores y renovarían el parqué madrileño, donde las opas están reduciendo el número de valores.

En principio, parece que los inversores tienen más interés en Galderma, compañía inmersa en el creciente negocio los productos de dermatología. El fondo sueco EQT, su principal accionista, podría realizar la colocación del 22% del capital al precio máximo de la horquilla esperada –hoy se anunciará–, lo que dará una capitalización a la firma suiza de 12.600 millones de francos suizos (más de 13.000 millones de euros) cuando mañana empiece a cotizar.

CVC, por el contrario, saca hoy al mercado la cadena de perfumerías Douglas al precio mínimo del rango, lo que deja la valoración del 100% en 2.800 millones de euros. El fondo británico no vende acciones, y el traspaso de un 32% se realizará mediante la emisión de nuevos títulos.

Más que el precio de colocación, los observadores desde España van a mirar al desempeño de las acciones de Douglas y Galderma durante los primeros días en Bolsa. Si marchan bien y dan un buen retorno inicial a los inversores que han acudido a la OPV, éstos tendrán mucho más interés en acudir a las próximas transacciones.

Además, puede haber señales específicas para algunos de los candidatos españoles. Douglas está en un sector comercial similar al de Tendam –hólding propietario de Cortefiel entre otras cadenas de moda– mientras que Puig toca con algunas marcas el mundo de la dermatología en el que opera Galderma. Por capitalización, estas dos firmas se mueven en ámbitos similares, mientras que el tamaño de Tendam y Astara (filial de concesionarios de automóviles de Bergé) se parece más al de Douglas.

Tendam tiene también a CVC entre sus accionistas, como Douglas, mientras que Puig y Bergé son empresas familiares.

Donde hay coincidencia es en algunos de los bancos colocadores, que pueden llevarse en estas operaciones el 3% del dinero recaudado. Citigroup y Goldman Sachs son los coordinadores de la OPV de Douglas, mientras que Goldman, Morgan Stanley y UBS lideran la de Galderma, con Lazard de asesor.

En el caso de Puig, los coordinadores son JPMorgan y Goldman Sachs; en la de Astara Mobility son BNP Paribas, HSBC y Morgan Stanley; y en la de Tendam tienen ese papel clave BNP, Citi y JPMorgan.

Los analistas de Goldman Sachs son optimistas, y consideran que el entorno de bonanza en Bolsa, tipos de interés a la baja y cierta estabilidad económica permiten ver 15 OPV por trimestre en Europa. Según ese banco, “de las 10 OPV en Estados Unidos este año, 5 de esos valores han subido sobre el precio de la colocación y 5 han bajado. En Europa, el volumen de las colocaciones debería ser fácilmente absorbido por el mercado ya que hay liquidez: el nivel actual de recompras de acciones y de ofertas públicas de adquisición [dinero que va a los inversores] supera de lejos el importe que pueden mover las OPV en un año”.

En un escenario de bonanza, la lista de empresas españolas dispuestas a saltar al parqué se ampliaría: en capilla –aunque en muy distinta fase de los preparativos– también están Hotelbeds, Cosentino, Cirsa, OK Mobility, Calvera Hydrogen y Europastry.


Os deseo una buena Semana Santa.

Comentario de mercado viernes 15 de Marzo del 2024.

El creciente optimismo sobre la economía mundial y el aumento de los beneficios empresariales hace que los mercados estén registrando máximos históricos. Esto ha llevado a los analistas a pronosticar nuevas subidas y menos aversión al riesgo. En las últimas semanas, el S&P 500, el Nasdaq Composite, el Nikkei 225 de Japón, el Dax alemán y el Cac 40 francés, entre otros índices, han alcanzado sus niveles más altos de la historia. Estos datos se basan en la esperanza de que los bancos centrales hayan logrado controlar la inflación sin desencadenar una recesión. Goldman Sachs y UBS han revisado al alza sus previsiones para el S&P 500 este año, y esta semana Bank of America elevó su pronóstico un 5% por encima del nivel actual del índice. Desde la caída que tuvo el S&P 500 del 10% entre julio y octubre, ha subido más del 24%. Los analistas apuntan que a la esperanza de que Estados Unidos y otras economías puedan efectuar un aterrizaje suave este año, se suman unas tasas de desempleo muy bajas y un crecimiento sólido de la economía. Las empresas del S&P 500 superaron en conjunto las expectativas de beneficios por acción en un 7%, según JPMorgan. De hecho, los sectores como los bienes de consumo y los servicios de comunicación superaron las expectativas, pese al aumento de los costes de los préstamos. A finales de 2023, “todos los analistas de renta variable del planeta decían que habría una corrección de los beneficios en algún momento de 2024”, según los analistas de Société Générale. “Ahora creemos que habrá un crecimiento de los beneficios del 40% para el Nasdaq 100 en el primer semestre del año y también sólidos beneficios en Europa”. Los analistas de Morgan Stanley predijeron la semana pasada que los índices paneuropeos “podrían subir como si estuviéramos en 1995”, lo que representaría alrededor del 12% desde los niveles actuales.

S&P 500 desde 1900.

Esta semana los analistas de Julius Bäer hablan de que “sólo” prevén tres recortes de tipos este año tanto para la Fed como para el BCE, más razonable que los 6 recortes que esperan algunos analistas. El mercado laboral estadounidense registró un fuerte aumento del empleo y un menor crecimiento de los salarios, lo que permitirá a la Reserva Federal mantener en su agenda de recortes de tipos. La menor dinámica salarial es positiva, ya que parece indicar que la probabilidad de que la subida de los precios de los servicios, que ha dado lugar lecturas de inflación más altas de lo previsto, empieza a remitir. La subida de la tasa de desempleo del 3,7% al 3,9% refleja una evolución no tan boyante del empleo, pero estas cifras no parecen suficientes para que la Reserva Federal empiece a recortar tipos en su reunión de este mes o en la de mayo. El Banco Central Europeo (BCE) se moverá más rápido para bajar tipos. En la reunión del Consejo de Gobierno de la semana pasada, como comentaba el viernes pasado, rebajó sus previsiones de inflación para este año y para 2025 y 2026. Ahora se espera que la inflación vuelva al 2% el año que viene y caiga por debajo de esa cifra el siguiente. El crecimiento de los salarios, importante indicador de la persistencia de la inflación para el BCE, también se espera que disminuya.

Como vemos, se aprecia una menor fe en la posibilidad de que la Reserva Federal acabe ejecutando las notables bajadas de tipos que se llegaron a poner en precio no hace mucho. En este sentido, la probabilidad de ver un recorte de 25 puntos básicos para junio y julio se encuentra por debajo del 60%, lo que puede ser suficiente para seguir planteando este escenario como base, pero, al mismo tiempo, resulta baja para poder decir que está totalmente descontado. Esto no deja de ser importante, sobre todo si abrazamos la teoría de que la Autoridad Monetaria no realizará movimientos en los meses previos a las elecciones de noviembre. Y es que dejar escapar estas dos ventanas de oportunidad, implicaría retrasar las acciones potenciales que se puedan plantear, por lo menos hasta diciembre.

El índice Japonés Nikkei 225 es el índice de moda entre inversores y analistas, lleva una rentabilidad de más del 50% desde los mínimos del 2022 y del 136% desde los mínimos del 2020, estas últimas jornadas está teniendo una sana corrección que el S&P no está siguiendo, pese a la correlación generada entre los dos índices:

                               S&P 500 (línea morada) Vs Nikkei (línea amarilla) desde Enero del 2023.

Nikkei 225 desde el 2019.

En los últimos días, el cambio eurodólar se ha movido por encima del 1,09, aunque ahora el euro ha cedido ligeramente y cotiza a 1,0889 dólares. Esto ha supuesto una sorpresa después de que la semana pasada el BCE abriera la puerta a los primeros recortes de tipos y de que los datos estadounidenses apuntaran a un “aterrizaje suave” que también permitiría recortar tipos. La convicción del mercado de que los recortes de tipos se van a producir ha aumentado. Los distintos datos macroeconómicos sugieren que el BCE tendrá margen para bajar tipos ya en abril, mientras que en Estados Unidos la fortaleza de la economía indica que la Fed retrasará el primer recorte más allá de junio.

La actividad exportadora china ha repuntado a principios de 2024 y el comercio mundial está disfrutando del viento de cola que supone el boom tecnológico, que debería favorecer aún más las exportaciones chinas. Las exportaciones chinas deberían contribuir de forma positiva al crecimiento este año ya que el año pasado su contribución fue negativa, del -0,6%, por haber caído las exportaciones chinas alrededor de un 5%. El hecho de que China siga dependiendo de las inversiones estatales para modernizar y ampliar su capacidad industrial, cuando ya se observa un exceso de capacidad, podría hacer resurgir la tensión comerciales con sus principales socios.

El sentimiento sobre el oro ha llevado su precio a nuevos máximos históricos. Los argumentos que sostienen este repunte ven desde los inminentes recortes de los tipos en Estados Unidos, el aumento de los riesgos geopolíticos o el frenesí comprador en China. El mercado del oro parece encontrarse en una espiral alcista que podría llevar los precios aún más arriba a corto plazo. El precio del oro ha aumentado un 7% en poco más de una semana para alcanzar máximos históricos (2160 dólares por onza), dejando a los analistas del mercado luchando por explicar lo que ha sido uno de los rallies más curiosos del metal dorado. El repentino movimiento de precios ha elevado el valor del activo refugio por encima de su pico anterior según datos de LSEG. Algunos analistas, como digo, han atribuido el movimiento a las crecientes expectativas de recortes en los tipos de interés de Estados Unidos, lo que haría que el activo sin rendimiento relativamente más atractivo, otros analistas dicen que ninguno de los factores que han impulsado la carrera alcista del oro en los últimos 16 meses es el probable catalizador de este reciente rally, estos incluyen niveles récord de compra por parte de los bancos centrales, hogares chinos buscando refugios para su dinero o la guerra en Ucrania y Oriente Medio.

Precio del oro últimos 5 años.

Normalmente, los ciclos económicos en Estados Unidos y Europa están altamente correlacionados, pero en los últimos seis meses ha aparecido una brecha notable, con las expectativas de crecimiento aumentando en Estados Unidos y disminuyendo en Alemania. Parece que el mensaje de Lagarde de la semana pasada sobre que el BCE no está sujeto a lo que hace la Fed podría ser más cierto esta vez. Las nuevas proyecciones macro del Banco Central Europeo de la semana pasada plantearon una revisión a la baja en materia de actividad e inflación, sobre todo para este año. De esta manera, el Consejo del BCE ya estaría manejando cifras de precios consistentes con el objetivo del 2,0% para el segundo o el tercer trimestre del año que viene, lo que respalda claramente la posibilidad de empezar a bajar tipos de cara al mes de junio. Este extremo fue igualmente confirmado por Lagarde en su comparecencia posterior, dando a entender que, si la información que se recolecta hasta ese momento evoluciona como se espera, será el paso que se tome.

Lagarde reconoció la semana pasada que los salarios siguen creciendo de manera importante, lo que explica el hecho de que la inflación de servicios siga anclada en niveles elevados. En cualquier caso, se sigue defendiendo que parte de ese efecto podría verse compensado con la disminución que se espera de los márgenes empresariales. En este sentido dicha visión puede llegar a funcionar desde un punto de vista teórico, pero, en la práctica, los riesgos no dejan de ser elevados, sobre todo si las familias empiezan a tener rentas reales positivas que proporcionen poder de compra y, en última instancia, permita a

las empresas subir precios tal y como empiezan a mostrar varias encuestas empresariales.

Fuente: Dunas Capital.

La valoración de las Bolsas americanas están en máximos frente al PIB americano, tanto en términos absolutos como relativos frente al resto del mundo.

Según un informe de Bahnsen Group, la cantidad de empresas americanas que cotizan por encima de 20x, 25x, 30x, 35x y 40x Beneficios es significativamente mayor que en 1999. Según este informe el múltiplo al que cotiza el S&P 500 es caro, y comprarlo con 1999 según el mismo informe es un buen argumento para tratar de identificar una burbuja bursátil. Por un lado, las empresas que cotizan a un PER elevado hoy en día son legítimamente mejores empresas, de mayor calidad y más sólidas, tanto en ingresos como en ganancias, que las de 1999, pero, por otro lado, como dice el informe, la cantidad de empresas que cotizan por encima de 20x, 25x, 30x, 35 y 40x PER es significativamente mayor que en 1999. En aquellos años al menos el 43% de las compañías del índice cotizaban a 15 veces PER o menos y hoy, esa cifra es sólo el 25%.

Desde el mínimo marcado en marzo de 2020 por la pandemia del Covid, el índice Nasdaq 100 se ha triplicado, impulsado sobre todo desde el final de 2022 por las perspectivas de la inteligencia artificial. El principal exponente de las grandes esperanzas puestas en las aplicaciones de esta tecnología es Nvidia, fabricante de chips cuya cotización gana un 289% en los últimos doce meses. Los analistas de UBS han elaborado un informe esta semana donde comparan la actual situación de los mercados con la de finales de los años noventa, bajo quince criterios distintos.

Primero, las malas noticias. La actual concentración del acelerón bursátil en el sector y grupos más innovadores es parecida a la de hace 24 años, aunque a finales de 1990 llegó a peores extremos, los 10 principales valores del S&P llegaron a suponer la mitad de la revalorización de este índice, frente al 34% actual.

Otro elemento similar, según UBS, es el moderado ritmo de inversiones orgánicas, algo que debería aumentar si de verdad se va a aprovechar la inteligencia artificial para mejorar la productividad.

El entorno macroeconómico, con Estados Unidos aparentemente en el final del actual ciclo, también recuerda al banco suizo a la situación que existía en marzo de 2000. Pero también hay diferencias sustanciales. Una de las más destacadas es la salud financiera y la rentabilidad de los actuales líderes tecnológicos, con niveles de generación de caja y retribución a los accionistas muy superiores a lo que se veía en los estados financieros de los años noventa.

Una señal de la relativa falta actual de euforia es que no hay un aluvión de salidas a Bolsa de nuevas empresas como entonces, y de hecho el rally no ha llegado todavía a los valores más pequeños y con perspectivas más inciertas, como sí sucedió antes del pinchazo tecnológico.

Al final todo es cuestión de valoración. Pero en este apartado no hay una conclusión clara. UBS señala que la tendencia de incremento de los múltiplos es muy vertical, como en los años noventa, cuando el PER pasó de 15 veces a 44 veces en el año 2000. En la actual etapa, se produjo un pico de 39 veces en 2021, y tras corregir en 2022, ahora ha vuelto a 34 veces.

Es decir, todavía habría recorrido. Goldman Sachs también coincide en que las valoraciones actuales, sobre todo entre las grandes tecnológicas, no llegan a lo visto en la burbuja. “Aunque las mayores cotizadas en Estados Unidos son mucho mayores como porcentaje que suponen del mercado total comparado con la burbuja de 2000, las actuales valoraciones son muy inferiores de las típicas en otros periodos de burbuja, tanto la de comienzos de los años setenta (los Nifty 50) como la de Japón en los ochenta o la tecnológica de 2000”, decía esta semana Peter Oppenheimer, estratega de Goldman Sachs. Goldman ha comparado el PER actual de los 7 Magníficos de la Bolsa estadounidense (sobre los beneficios de 2025) con el que tenían los líderes bursátiles de otras etapas de euforia. Según esos números, el múltiplo de Microsoft es 27 veces, 23 veces para Apple, 31 veces para Nvidia, 16,7 veces para Amazon, 21 para Meta y 40 para Tesla. Es decir, una media de 25 veces. En el año 2000, Cisco cotizaba a 102 veces, Microsoft a 53 veces, Intel a 42 veces, Oracle a 84,6 veces, IBM a 23,5 veces, Lucent a 38 veces y Nortel a 86. El promedio sería de 52 veces, el doble que ahora.

El bitcoin ha cogido una inercia alcista espectacular y barre sus máximos históricos. Este lunes el bitcoin se anotó una revalorización superior al 5% para catapultar su récord por encima de los 72.439 dólares y se revaloriza un 63% en lo que va de año, lo que le coloca a la cabeza de los activos más rentables en lo que va del ejercicio. Desde los mínimos del último gran mercado bajista, en enero de 2023, en los 16.529 dólares, el ascenso es todavía más espectacular y la criptomoneda se anota un 338%. Hoy corrige a niveles de 62.000 dólares.

La subida de esta semana viene porque el Bitcoin obtuvo luz verde por parte de la Bolsa de Londres para aceptar la cotización de productos cotizados que tengan bitcoin o ethereum como su subyacente. Esta fórmula permite que los inversores se expongan de forma indirecta a la evolución del precio de las criptomonedas y se considera un primer paso para abrir la inversión de forma más accesible. La creciente entrada de los inversores institucionales en las criptomonedas a través de fondos cotizados o de otras vías está detrás de las subidas de una clase de activo que espera consolidarse. Hay analistas que hablan de que el Bitcoin podría alcanzar los 100.000 dólares a final de año.

En cuanto a la divisa, la semana pasada el eurodólar tocó los niveles más altos en las últimas semanas llegando casi al 1,10. Los mercados, como digo, siguen con apetito por el riesgo, continúa la estabilidad de los precios de la energía y vimos también la semana pasada una compresión de los diferenciales de tipos entre Estados Unidos y la UE lo que favorece al euro. Los de ISM (52,6 desde 53,4) y empleo en Estados Unidos fueron ligeramente negativos y eso contribuyó a una relajación de la curva americana. El mercado pone en precio que la Fed bajará 90 puntos básicos los tipos este año y con la primera bajada en junio, como decían esta semana los analistas de BBVA FX Strategy. 

Número de bajadas de 0.,5% puestas en precio por la FED para 2024

Las últimas previsiones para el eurodólar publicadas por BBVA Research son de 1,10 para el 30 de Junio del 2024, con el consenso de analistas de Bloomberg en 1,09, y de 1,11 para el 30 de Septiembre, con el consenso de Bloomberg en 1,10.

Gráfico del último mes del eurodólar

En el mercado de materias primas, el precio del petróleo marca máximos de los últimos cuatro meses tras una caída en los inventarios en Estados Unidos y los ataques a tres refinerías de petróleo en Rusia por parte de Ucrania. Mientras que, en Estados Unidos, los inventarios cayeron 1,5 millones de barriles durante la semana pasada, las refinerías rusas volvían a ser atacadas a pocos días de las elecciones presidenciales. Ante estos acontecimientos, el petróleo finalizaba la sesión de ayer con una ganancia del +2,6%, y hoy se posiciona en 84,2 $/barril. Por su parte, el oro cede un -0,3% en la mañana de hoy mientras espera el dato de precios de producción en Estados Unidos. En estos momentos, las negociaciones se llevan a cabo en 2.168 $/onza, acumulando una caída del -0,5% en el cómputo semanal.

Los índices de sentimiento de mercado siguen en niveles de sobrecompra y euforia muy elevados, el indicador de NAAIM (National Association of Active Invesment Managers) está en máximos desde finales de 2021. (https://www.naaim.org/programs/naaim-exposure-index/)

NAAIM Index

Importante esta semana:

Esta semana hemos tenido datos de inflación americanos en los que hemos conocido que los precios siguen subiendo en Estados Unidos, y aunque la tendencia general de la inflación es a la moderación, sigue sorprendiendo al alza a los analistas. En febrero cerró en el 3,2% respecto al año anterior, lo que supone un ligero aumento de una décima respecto al registro de enero. Y aunque no se esperaba una gran caída este último mes, los expertos creían que al menos se mantendría estable en el 3,1%. No ha sido así, reforzando la voz de quienes creen que todavía es pronto para empezar a bajar los tipos de interés. La energía y la vivienda son los dos grandes culpables de que los precios sigan al alza y la inflación haya reputado en febrero. Por ejemplo, el índice de precios de la energía subió un 2,3% respecto a enero, y un 3,6% en comparación con el año anterior, según se desprende de los datos publicados ayer por la Oficina de Estadísticas Laborales. En los últimos cuatro meses, el Índice de Precios de Consumo (IPC) se ha mostrado bastante volátil en el mercado estadounidense, alternando subidas y bajadas que han desconcertado a los analistas. La buena noticia es que la inflación subyacente, aquella que no tiene en cuenta ni la energía ni los alimentos frescos, parece que se consolida en el camino de la moderación. En febrero se recortó una décima, hasta cerrar en el 3,8% en términos interanuales, frente al 3,9% que se registró en enero. Aun así, se trata de una caída mucho más baja de lo que esperaba el mercado y ayer ya todos daban por hecho que la Reserva Federal no bajará los tipos en la reunión de la próxima semana. Los inversores estaban muy pendientes del dato de la inflación para predecir cuál será la hoja de ruta del banco central estadounidense para los próximos meses.

También hemos conocido los precios de producción en Estados Unidos que sorprendieron al alza en el mes de febrero, confirmando que el efecto deflacionista de bienes y energía queda atrás, lo que ralentizará el ritmo de reducción de la inflación y ofrece menos argumentos a la Fed para bajar tipos tan rápidamente como el mercado espera. Con estos datos el consenso ve un deflactor del consumo subyacente de febrero aumentando un +0,4%, alejándose un mes más del camino necesario para alcanzar el objetivo del +2% de inflación. Sin embargo, los efectos estacionales pueden haber influido en los datos de enero y febrero que suelen ser los meses en los que clientes y proveedores negocian precios para el resto del año, especialmente en los servicios, por ello tendremos una visión más clara de la tendencia en el mes de marzo. 

Miembros del Banco Central Europeo declaran que los tipos de interés deben recortarse dos veces antes de agosto y un total de cuatro antes de final de año. El gobernador de Grecia ha sugerido bajadas del coste de dinero en las reuniones del 6 de junio y el 18 de julio, al considerar que en abril no dispondrán de información suficiente. Asimismo, ha indicado que la autoridad monetaria europea es independiente, dejando las puertas abiertas a posibles recortes antes que la Fed dé el paso. En lo que respecta al balance, espera que sea menor que actualmente, pero “mayor que en el pasado”. El gobernador del Banco de España advierte de los riesgos de la Inteligencia Artificial en el mercado laboral español. Hernández de Cos ha indicado hoy en una entrevista que la economía nacional presenta un retraso en la capacidad de adaptación de nuevas tecnologías con respecto a otros países desarrollados, lo que podría desembocar en un impacto más negativo en España con respecto a otras economías. Igualmente, señaló que la incertidumbre del impacto de la Inteligencia Artificial sobre el mercado laboral es elevada.

En España la solidez mostrada por la economía en los últimos meses, mayor de la esperada, como se desprende de los ajustes al alza del crecimiento de 2023 efectuados por el INE, llevó esta semana al Banco de España a revisar positivamente sus proyecciones de PIB para 2024, que se aúpan hasta el 1,9%, tres décimas más que en su informe de diciembre. La entidad, que no varía sus cálculos para 2025 y 2026 (1,9% y 1,7%, respectivamente), se acerca así a los pronósticos del Gobierno de un crecimiento del 2% este año y se alinea con otras casas de análisis que contemplan una evolución similar, como CaixaBank (+1,9%), aunque no es tan optimista como Cámara de España (+2%) o BBVA Research, que ha elevado su pronóstico al 2,1%. Esta mejora de previsiones viene sorbe todo por la inercia positiva del ajuste estadístico del INE, que revisó al alza el crecimiento del PIB del segundo y tercer trimestres, a lo que se añadió un inesperado avance del 0,6% en el cuarto (el doble de lo que preveía el Banco de España), factor que por sí solo tendría “un efecto arrastre positivo sobre la tasa media de crecimiento del PIB en 2024 de 0,3 puntos”. También cuentan la menor presión de los precios energéticos y la prórroga de muchas de las medidas anticrisis del Gobierno (ayudas al transporte, rebaja del IVA de alimentos…), con un gasto público equivalente al 0,6% del PIB, según los cálculos de la entidad. 

Precisamente, esa prórroga no solo dará algo más de fuelle al crecimiento en 2024, sino que, junto a la contención de los precios energéticos, frenará el IPC más de lo que se esperaba. Así, el supervisor ha recortado hasta el 2,7% su previsión de inflación media para este año, 6 décimas menos que en diciembre, tendencia que se acentuará en 2025, cuando el IPC armonizado se situará en el 1,9%, por debajo del objetivo del 2% del BCE. 

Pese a la mejora de previsiones, en un contexto en el que la economía mundial muestra ciertos signos de estabilización, el Banco de España invita a la cautela, porque en España “la composición del crecimiento observado a finales de 2023 deja entrever algunos elementos de debilidad”, señala el supervisor, que anticipa que los indicadores más recientes “sugieren que el ritmo de avance del PIB se habría ralentizado ligeramente en el primer trimestre”, hasta el 0,4%, frente al 0,6% de finales de 2023. De hecho, esos indicadores muestran que el empuje de la economía en el cuarto trimestre de 2023 se debió sobre todo al consumo público y a la acumulación de inventarios, mientras que la inversión y el consumo privado, “que habitualmente constituyen los principales soportes de crecimiento estable para cualquier economía, habrían mostrado un comportamiento peor de lo esperado”. 

Todo ello en un escenario en el que persisten las dudas sobre el ritmo de ejecución de los proyectos vinculados a los fondos europeos. Y en el que la productividad sigue siendo el gran talón de Aquiles, exhibiendo “una notable debilidad”, lo que, a juicio del supervisor, podría inhibir el crecimiento a medio y largo plazo. Sin obviar que esa falta de productividad estaría nutriendo en parte el aumento de los costes laborales unitarios, lo que a su vez “podría redundar en una mayor persistencia de las presiones inflacionistas nacionales”. En cualquier caso, la entidad confía en la gradual recuperación del consumo privado de la mano del dinamismo del empleo, de la menor presión inflacionista y de la ejecución de los fondos UE (cuyo efecto máximo sobre el PIB se materializaría en 2025 y 2026), a medida que perderían gas el consumo público y los inventarios.

En esa mejora condicionada y matizada de sus previsiones, el Banco de España alerta además de la dificultad de cuantificar el impacto macro “del endurecimiento acumulado de la política monetaria”, así como los riesgos que para su escenario central supone la reactivación de las reglas fiscales en la UE, que exigirán a España un plan de consolidación a medio plazo que permita la corrección del déficit estructural. Aunque sus efectos sobre el crecimiento dependerán de cómo se diseñe (calcula necesario un ajuste anual de entre el 0,4% y el 0,6% del PIB), el supervisor anticipa que lo previsible es “un menor grado de dinamismo de la actividad” de aquí a 2026. 

En ausencia de esa hoja de ruta, el Banco de España no es optimista respecto a la corrección del desfase entre ingresos y gastos. No solo prevé que el déficit apenas baje 3 décimas este año, del 3,8% del PIB calculado para 2023 al 3,5%, sino que augura un estancamiento en esos niveles en 2025 y 2026, con lo que España incumpliría sistemáticamente las reglas fiscales, que fijan una desviación máxima del 3%. En el caso de la deuda pública, la institución prevé que, tras un ligero recorte este año, hasta el 106,5% del PIB frente al 107,7% estimado para 2023, vuelva a repuntar en 2025 y 2026, al 107,2% y 108,4%.

Respecto a la fortaleza mostrada por el empleo hasta la fecha, alerta de que lo previsible es que “el dinamismo del empleo se modere a lo largo del horizonte de proyección”, especialmente en 2025 y 2026, lo que, a cambio, traería consigo “una cierta recuperación de la productividad”. Esta ralentización, junto al aumento previsto de la población activa, frenarán la reducción de la tasa de paro, que se situará por encima del 11% de aquí a 2026.

En España, ayer se publicó el dato de inflación de febrero que confirmó una moderación de seis décimas en el crecimiento de los precios frente al mes anterior, al situarse el IPC en un +2,8 interanual. Por su parte, la tasa subyacente también sigue frenándose, pero a un ritmo mucho más lento, moderándose una décima hasta el +3,5% interanual. Por componentes, los que empujaron a la baja la inflación fueron: vivienda, cuya tasa anual disminuyó 4,2 puntos, hasta el -2,7%, debido a la bajada de los precios de la electricidad, frente al aumento en febrero del año pasado. Además, alimentos y bebidas no alcohólicas, con una tasa anual del +5,3%, 2,1 puntos por debajo de la del mes anterior y la menor desde enero de 2022. Frente a ello, los grupos que muestran un repunte de los precios fueron los transportes, con un crecimiento del +2,4%, dos puntos y medio por encima de la del mes pasado. 

En China, la inflación abandonó esta semana el terreno negativo por primera vez desde agosto, sostenida en el mayor gasto en consumo durante las festividades de año nuevo. El IPC chino aumentó un +0,7% interanual en febrero frente al -0,8% anterior y abandona así el terreno de caída. El importante incremento del consumo y del turismo durante las festividades del Año Nuevo Lunar fueron un dinamizador de la economía y también impulsaron al alza los precios al consumo. Por su parte, siguen en terreno negativo los precios de producción industriales, que en febrero retrocedieron un -2,7% interanual, dos décimas por debajo del mes anterior y reflejando la caída de los costes de producción, en particular los de la energía.

Esta madrugada hemos conocido que los precios de la vivienda siguen retrocediendo en China. Los datos confirman la debilidad del sector, con un retroceso del -0,36% mensual de los precios de la vivienda nueva, un nivel similar al mes previo. Algo similar en el mercado de segunda mano, donde el retroceso de los precios de la vivienda de segunda mano fue del -0,62% frente al -0,68% anterior.


El futuro del ‘capitalismo comunista’ en China. Martin Wolf. Financial Times.

Cuál es el futuro económico de China? Esta pregunta plantea muchas cuestiones concretas, sobre todo los constantes desequilibrios macroeconómicos de China, la amenaza del declive demográfico y el empeoramiento de las relaciones exteriores, sobre todo con Estados Unidos cada vez más hostil. Pero, detrás de todas, subyace una más profunda: ¿se está desvaneciendo el “capitalismo comunista” con Xi Jinping , ese invento aparentemente contradictorio de Deng Xiaoping? ¿Se acabará desmoronando el régimen chino, como ocurrió con la Unión Soviética?

La semana pasada, poco después de regresar de mi primera visita a Pekín y Shanghái desde 2019, volví a examinar los desafíos macroeconómicos estructurales de China y planteé mi preocupación por la posible reaparición de desequilibrios mundiales desestabilizadores. Ahora me pregunto si Xi Jingping acabará con el legado de Deng Xiaoping. Varios de los expertos que conocí allí se mostraron muy pesimistas, especialmente sobre las perspectivas del sector privado. Pero, ¿acabarán resolviéndose estos problemas o no?

Un libro recientemente publicado por David Daokui Li, un célebre profesor de Economía formado en Harvard que enseña en la Universidad de Tsinghua, arroja mucha luz sobre esta cuestión. Las personas interesadas en China deberían leer el valioso libro de Li. Quizá su observación más sorprendente sea que “desde el año 980 hasta 1840, el comienzo de la historia moderna de China”, la renta per cápita disminuyó. Incluso después de 1840, esta sombría realidad no mejoró mucho. Sólo cambió tras la etapa de “reformas y aperturismo” de Deng Xiaoping.

Al liberar la economía privada, confiar en las fuerzas del mercado y abrirse a la economía mundial, creó las condiciones para una transformación extraordinaria. Sin embargo, al sofocar las demandas de democracia en la plaza de Tiananmen en 1989, también reforzó el control del partido comunista. Inventó una nueva economía política: la China que conocemos hoy día es el resultado.

¿Es también sostenible? Li responde con un rotundo sí a esta pregunta. En esencia, sostiene que el sistema político chino no debe considerarse soviético, sino una forma modernizada del tradicional Estado imperial chino. Este Estado es paternal. Es responsable del pueblo, aunque no está obligado a rendirle cuentas, excepto en un aspecto fundamental: si pierde el apoyo de las masas, será derrocado. Su trabajo consiste en ofrecer estabilidad y prosperidad. Pero, al hacerlo, no intenta dirigirlo todo desde el centro. Eso sería una locura en un país tan grande. En su opinión, el partido comunista debe considerarse fundamentalmente como el partido nacional de China.

Desde esta perspectiva, el régimen de Xi no ignora los objetivos de la era Deng. Más bien supone un intento de remediar algunos de los problemas creados por su dependencia del capitalismo, como la corrupción generalizada, el aumento de la desigualdad y los daños medioambientales. Los problemas también incluyen las críticas de los nuevos plutócratas, en particular Jack Ma de Alibaba, a ámbitos protegidos de la política. Las autoridades chinas están muy preocupadas por los monopolios de plataformas y la inestabilidad de las finanzas. Por encima de todo, argumenta Li, el desarrollo económico sigue siendo un objetivo fundamental. Sólo que ahora también hay otros, sobre todo el fortalecimiento del control del partido, el bienestar social, el desarrollo cultural y la protección del medio ambiente.

Numerosos desafíos

El legado de la era Deng ha dejado numerosos desafíos en China. Parte de la culpa la tuvo la relativa pasividad en las eras de Hu Jintao y de Wen Jiabao. Pero gran parte se debe a la inherente tendencia a la corrupción de una economía de mercado dependiente de la discrecionalidad administrativa. Sin embargo, la tendencia de Xi a centralizar la toma de decisiones no ha servido para mejorar las cosas. Corre el riesgo de crear parálisis o reacciones exageradas: no haber abandonado con suficiente rapidez la dependencia del sector inmobiliario es un ejemplo de lo primero; no haber relajado a tiempo los confinamientos en pandemia es un ejemplo de lo segundo. La gestión de una economía impulsada políticamente con múltiples objetivos es más difícil que la de una economía con un único objetivo de crecimiento. Por si fuera poco, las políticas asertivas de Xi también han empeorado las relaciones con los dirigentes occidentales.

Por tanto, es muy posible que lo que está ocurriendo sea, en gran medida, un intento de abordar los difíciles legados de la era Deng en un entorno mundial mucho más complejo. También se puede argumentar que la reafirmación del control del partido por parte de Xi es perfectamente racional. La alternativa de avanzar hacia un sistema jurídico independiente, con derechos de propiedad afianzados, y un sistema político más democrático era demasiado arriesgada. En un país del tamaño y el nivel de desarrollo de China, podría haber provocado el caos. La alternativa conservadora de Xi debe parecer mucho más segura, aunque podría acabar con la gallina económica que ha estado poniendo esos huevos de oro.

Al plantearse las perspectivas de China, no conviene centrarse en la lista de problemas evidentes: caída de los precios inmobiliarios, endeudamiento excesivo, exceso de ahorro, envejecimiento de la población y hostilidad de las potencias occidentales. Un país con los recursos humanos y el potencial de crecimiento de China puede abordar todos estos escollos, aunque con dificultades. La cuestión más importante es si, en esta era centralizadora, prudente y conservadora de Xi, el paso de Deng del estancamiento al crecimiento explosivo está condenado a revertir en estancamiento. Si los ciudadanos empiezan a creer que el dinamismo del pasado reciente se ha perdido para siempre, existe el riesgo de que las esperanzas que no se han cumplido cobren más relevancia. La fuerza de 1.400 millones de personas que desean una vida mejor es extremadamente poderosa. ¿Se permitirá que algo la detenga? La respuesta, sospecho, sigue siendo “no”.


Trenes, yates y fondos de inversión. Manuel Conthe (Expansión 14 de Marzo del 2024).

Durante sus años como profesor en Cornell, en Ithaca, el economista americano Alfred Kahn vivió el cierre del tren que, poco lujoso pero fiable, conectaba Ithaca con Buffalo y Nueva York incluso cuando las inclemencias invernales cerraban aeropuertos y carreteras. El cierre de la línea se produjo porque muchos ciudadanos preferían a diario la comodidad de su propio coche, lo que reducía los ingresos de la compañía ferroviaria y le impedía ser rentable. Aunque Kahn usaba poco el tren, confesó que hubiera estado dispuesto a pagar para que la línea se mantuviera abierta, por si algún día tenía que utilizarla.

Tiranía de las pequeñas decisiones

La experiencia llevó a Kahn en 1966 a llamar “tiranía de las pequeñas decisiones” al efecto de esas decisiones individuales que satisfacen a corto plazo nuestro propio interés pero que, al generalizarse, acaban provocando un resultado no deseado por nadie.

El problema, como reconoció Kahn, surge de un hecho que otro economista norteamericano, Burton Weisbrod, ya había descrito en 1964: hay ciertos bienes y servicios (medios de transporte, hospitales, parques…) cuya mera existencia beneficia no solo a quienes los usan y pagan por hacerlo, sino también a quienes los usan poco o incluso nunca, pero valoran la posibilidad de hacerlo (option value); ahora bien, si la empresa que gestiona tales servicios solo obtiene ingresos de los usuarios efectivos, y no son muchos, en ausencia de ayudas públicas se verán obligados a cerrar incluso aunque los no usuarios valoren la continuidad del servicio.

El concepto de “tiranía de las pequeñas decisiones” fue pronto utilizado por los medioambientalistas, que comprendieron que un “fallo de mercado” semejante está en la raíz de la llamada “tragedia de las comunes” –el agotamiento de un prado, pesquería o recurso natural colectivo cuando los usuarios pueden usarlo sin restricción– y de muchos otros problemas de “acción colectiva”, en los que la falta de “internalización” por cada agente del ligero efecto perjudicial que ocasionan sus decisiones individuales puede acabar provocando un grave deterioro del medio ambiente (de ahí, por ejemplo, el fundamento de las restricciones o impuestos a la emisión de anhídrido carbónico, para luchas contra el calentamiento climático global).

Como sugirió Weisbrod, hay otras actividades privadas que tienen componentes de “bien público”. Es el caso, a mi juicio, de los medios de comunicación serios que ofrecen información imparcial y contrastada, esencial para la buena información de los ciudadanos, incluso de aquellos que no los compran (por fortuna, algunos medios –como el New York Times o la revista The Economist– tienen suscriptores privados repartidos por todo el mundo, lo que les permite cohonestar el rigor de sus noticias con la rentabilidad del negocio).

Eficiencia de los mercados

Las Bolsas y mercados de valores son otra actividad privada que proporciona un bien público –unas cotizaciones de cada acción o valor negociado que son “eficientes”, en la medida en que reflejan toda la información disponible sobre dicho valor–, lo que resulta útil no solo para quienes compran y venden los valores, sino también para otros muchos agentes económicos que no lo hacen. Así pues, los índices bursátiles (como en Estados Unidos el S&P 500 o, en España, el Ibex 35) tienen, como el tren de Ithaca, algo de “bien público”, en la medida en que son útiles para quienes no negocian tales valores en Bolsa, como es el caso de quienes invierten en fondos “indexados”, cuya composición refleja la definición del índice elegido (llamar “pasiva” a esa forma de inversión no es exacto, pues el inversor o su gestor siempre tendrán que elegir y combinar los índices en los que desee invertir).

El primer fondo indexado fue creado en Estados Unidos en 1971 por Wells Fargo para el fondo de pensiones de Samsonite, empresa propiedad de una familia que incluía a un profesor de contabilidad de la Universidad de Chicago que, familiarizado con la llamada “Hipótesis de la Eficiencia de los Mercados” (esto es, que las cotizaciones reflejan toda la información disponible sobre cada valor y nadie puede pronosticar su evolución futura), concluyó que para invertir en compañías estadounidenses lo mejor era que el fondo de pensiones invirtiera en un fondo cuya cartera de inversiones tuviera exactamente la misma composición que un índice bursátil representativo de ese mercado (como el S&P 500). Nació así una estrategia de inversión que un gran impulsor de los fondos indexados, John Bogle, fundador del grupo Vanguard, resumiría así: “En vez de buscar la aguja en el pajar, compra el pajar”.

Ley de hierro de la gestión activa

Esa estrategia de inversión indexada encontró gran apoyo en el artículo que, tras ganar el Premio Nobel de Economía, publicó en 1991 William Sharpe, el padre del Capital Asset Pricing Model (CAPM), en el que explicaba la que se llamó más tarde “ley de hierro de la gestión activa”.

Según esa ley, la media de los rendimientos que obtendrán el conjunto de inversores “activos” que compran y venden cierta categoría de valores coincidirá necesariamente, sin tener en cuenta las comisiones de gestión y los gastos de negociación, con el del índice representativo de tales valores; en consecuencia, el rendimiento neto de comisiones y gastos que obtendrán, en promedio, el conjunto de quienes directa o indirectamente negocian de forma activa tales valores será inferior al de su índice. Solo quien sea más sagaz que la media, o logre identificar a un gestor que lo sea, podrá obtener un resultado mejor que el del índice de los valores en que invierta (anhelado plus de rentabilidad que en la jerga se conoce como “alfa”).

La inversión indexada ha seguido creciendo. Financial Times señalaba hace unos días que en Estados Unidos, a finales de 2023, superó por primera vez a la gestionada de forma activa. Si la gestión indexada siguiera creciendo, ¿se pondrá en peligro la eficiencia de los mercados?

Con admirable claridad, la Financial Conduct Authority (FCA) británica explicó en una nota publicada en 2019 que la menor rentabilidad que obtienen, en promedio, los fondos “activos” –la “ley de hierro”– puede verse como “un impuesto que los inversores que invierten, directa o indirectamente, de forma activa o a través de fondos de gestión activa pagan colectivamente para conseguir el bien público de un mercado de acciones eficiente”. La FCA manifestaba el temor de que un crecimiento excesivo de la gestión indexada mermara la capacidad de los mercados de valores no solo para asegurar la eficiencia de las cotizaciones, sino también para favorecer el buen gobierno de las compañías cotizadas. Pero la FCA destacaba también el efecto beneficioso de los fondos indexados: “El crecimiento de los fondos pasivos ha proporcionado grandes beneficios a los inversores, al ofrecerles opciones de inversión de bajo coste y al forzar a los fondos de gestión activa a reducir sus comisiones, como resultado de la competencia”.

Es probable que mi actual condición de miembro del Consejo Asesor de un conocido gestor español automatizado de inversiones indexadas pueda sesgar mi visión sobre sus ventajas para quien no sea un genio de las finanzas (ese sesgo haría de esta crónica un genuina “conthería”). Pero debo revelar también que cuando, como presidente de la Comisión del Mercado de Valores (CNMV), fui invitado a hablar en la famosa cena anual de fondos de inversión que organiza EXPANSIÓN, mi preocupación por la excesiva bonanza de las empresas del sector y el elevado nivel de sus comisiones me llevó a recordar –¡seguro que el pobre Mariano Rabadán, a la sazón presidente de Inverco, me lo perdonó!– la anécdota que dio título en 1940 al libro en el que un antiguo operador de Bolsa, Fred Schwed, rememoraba con humor sus años en Wall Street.

Cuando en una visita de inversores provincianos a Wall Street los organizadores, para deslumbrarles, les enseñaron en el muelle del Battery Park los lujosos yates de los banqueros, uno de ellos preguntó: “¿Y dónde están los yates de los clientes?”.

Seguro que algunos de los gestores de inversión que seleccionan valores, y los compran y venden regularmente realizan, con cargo a las comisiones que perciben, una meritoria función pública –asegurar la eficiencia de los mercados– tan benéfica como la del tren de Ithaca.

Pero me temo también que, al menos en España, las elevadas comisiones de gestión cobradas por muchas entidades financieras se asemejen más bien a los suntuarios yates de Battery Park.


Buen fin de semana!

Comentario de mercado 8 de Marzo del 2024.

Semana que ha tenido como protagonistas, una vez más, a los Bancos Centrales. Esta semana compareció en el Congreso y el Senado el presidente de la Fed, Jerome Powell, que afirmó ante el comité de servicios financieros de la Cámara de Representantes, que los tipos de interés «probablemente estén en su punto máximo durante este ciclo», de modo que si las condiciones económicas lo permiten «probablemente será apropiado comenzar a reducir los tipos en algún momento de este año«. La Fed decidirá «con cuidado y consideración» y «al comité le gustaría ver más datos que confirmen y nos hagan sentir más seguros de que la inflación está bajando de manera sostenida al 2%. Tenemos cierta confianza en esa inflación» son otras de las frases de Powell. El dirigente de la Fed se ha mostrado comedido y se ha mantenido fiel al discurso conservador del regulador, que ha mantenido sin cambios los tipos desde su reunión de julio de 2023, en la horquilla del 5,25% y el 5,5%, su máximo desde 2001.

Los últimos indicadores han vuelto a poner de manifiesto el entorno de reaceleración económica en la que estamos inmersos, al menos en la zona euro y en Estados Unidos, como ponía de manifiesto AFI en su informe mensual de esta semana. Parece que no se están produciendo disrupciones significativas desde el lado de la oferta, los cuellos de botella en el Mar Rojo no están afectando de forma considerable, y la relajación de las condiciones financieras desde octubre, con las previsiones a la baja de los tipos de interés y de los diferenciales crediticios, así como alzas en las bolsas, favorecen a las empresas y a las familias. En los mercados financieros siguieron las alzas en las bolsas en febrero, subiendo de media un 3%. En renta fija ha continuado el repunte de los tipos de la deuda pública ante el retraso de las expectativas del mercado sobre el inicio de los recortes de los bancos centrales. 

Bono a 10 años alemán (Bund) últimos 12 meses (2,25% actual).

La semana pasada se publicó el deflactor de consumo privado de enero en Estados Unidos (CPE) que, tras el inesperado repunte registrado por el IPC americano en diciembre, salió en línea con las expectativas, un 2.4% la tasa general, dos décimas por debajo del mes anterior, y la subyacente cayendo hasta el 2.8%, una décima por debajo del registro del mes anterior. Asimismo, la cifra semanal de nuevas solicitudes de subsidio por desempleo correspondiente a la semana pasada en Estados Unidos fue de 215.000, subiendo en 13.000 solicitudes, según los datos publicados por el Departamento de Trabajo estadounidense. Los miembros de la Fed han mantenido esta semana un tono similar en sus comparecencias, a la espera de la evolución de los datos que indiquen que la inflación está en un camino seguro hacia el 2%.

Seguimos positivos es small caps europeas y americanas, es uno de los activos que más se  benefician de potenciales caídas de rentabilidades según Allianz (https://www.allianzgi.com/en/insights/outlook-and-commentary/interesting-rates-what-can-bonds-tell-multi-asset-investors-about-the-future). También desde Kepler Chevreux me llegaba una nota de la gestora Polar Capital positivo en small caps europeas (https://www.polarcapital.co.uk/gb/professional/Investment-Insights/Post/7125/European_small_caps_Finally_too_cheap_to_ignore/). El entorno de subidas de tipos, una volatilidad sin precedentes en las cadenas de suministro post-Covid han hecho mucho daño a las compañías europeas. La normalización de las cadenas de suministro y en el ciclo de tipos de interés que normalice los costes de financiación y con una vuelta de los PMIs en Europa volviendo por encima del nivel de 50 (expansión), favorecerá a las compañías medianas y pequeñas a que mejoren sus niveles de inventarios, de márgenes y de beneficios.

Quienes a principios de 2024 esperaban un receso en la escalada que iniciaron las bolsas en octubre de 2023 se han visto sorprendidos con nuevas subidas de los mercados, impulsadas por las expectativas de bajadas de tipos y el desarrollo de la inteligencia artificial (IA). Este rallycoloca a los analistas ante una situación poco habitual, los índices han atropellado sus previsiones para el final de 2024, quedando desfasadas cuando no se lleva ni un trimestre del ejercicio. Ante esta tesitura, los estrategas de los bancos de negocios están optando por intentar correr más que las bolsas, elevando sus objetivos para los próximos meses. Los analistas de Goldman Sachs, Bank of America y Barclays figuran entre los que acaban de mejorar su previsión para el S&P 500, que ahora ronda los 5.150 puntos, un 43% por encima del nivel que tenía al comienzo del rally hace 18 meses.

Bank of America incrementa de 5.000 a 5.400 puntos su objetivo del principal índice de Wall Street para final de año. Barclays pasa de 4.800 a 5.300 puntos. “Este cambio refleja nuestra convicción de que la inflación seguirá normalizándose mientras la economía sigue resistente, con las grandes tecnológicas manteniendo el liderazgo”, dicen los analistas de Bank of America para justificar un PER de 22,5 veces de valoración del S&P 500.

Goldman Sachs, que ya tuvo que ajustar al alza sus previsiones al empezar 2024, sube ahora su precio del S&P de 5.100 a 5.200 puntos, como consecuencia de “unas mejores estimaciones de beneficios que reflejan la expectativa de mayor crecimiento económico y ganancias más elevadas para los sectores de tecnología y comunicaciones”. En este caso, espera un múltiplo de 20 veces. 

Comprobando la evolución del mercado, parece existir el riesgo de que los índices vuelvan a atropellar a los analistas, con el S&P 500 cerca ya del nuevo objetivo de Goldman Sachs.

Los flujos de mercado siguen mostrando clara preferencia por la Renta Variable frente a la Renta Fija, que es lo que está provocando que las previsiones de los analistas se estén quedando cortas. En los últimos 90 días la Renta Variable ha tenido un flujo comprador (inflows) de 108 billones de dólares más que la Renta Fija según datos de State Street. Este dato es percentil 90 en la serie histórica. En sectores, se ve muy claro también el interés en las dinámicas de momentum. (https://www.ssga.com/us/en/intermediary/etfs/insights/will-a-new-march-surprise-sour-etf-investor-sentiment).

Esa preferencia por la Renta variable se ve también en los datos mensuales de AAII sobre posicionamiento a Renta Variable, Renta Fija y cash. Los últimos datos muestran un claro incremento de peso en Renta Variable, reducción del Cash y subida en renta fija (https://www.aaii.com/assetallocationsurvey).

Allocations Renta Variable  (linea amarilla), Cash (blanca), Renta Fija (verde)

La actualización semanal del índice alcistas menos bajistas (Bulls minus Bears Index) vuelve a subir esta semana y está cerca de máximos de finales del 2023.

AAII. Bulls – Bears

Importante esta semana:

Como se esperaba, el Banco Central Europeo mantuvo ayer inalterados los tipos de interés de referencia por unanimidad, aunque adelantó el cumplimiento de los objetivos de inflación a 2025, algo que el mercado celebró con estrechamientos de deuda y depreciación del euro. Hay que tener en cuenta que el comunicado mantiene cierto tono prudente al no modificar el guidance y la referencia de que los tipos se mantendrán lo suficientemente restrictivos durante el tiempo que sea necesario. En la conferencia posterior, Lagarde puso el énfasis en que, aunque la evolución es buena, los miembros del BCE no están lo suficientemente confiados con los progresos sobre la inflación y se refirió a junio como fecha clave para contar con más datos. Así, se mantiene la aproximación data dependent para determinar el rumbo de los tipos. En cuanto al balance, sin novedades, la reducción de la cartera de bonos del PEPP comenzará en el segundo semestre del 2024 a un ritmo de 7.500 millones de euros al mes para dar por finalizada la reinversión en Diciembre del 2024. El BCE también actualizó sus previsiones de PIB e inflación rebajando sus previsiones de inflación alcanzando ese 2% objetivo en 2025.

                                               Eurodólar últimos 6 meses (1,0947 actual).

Fuente: Dunas Capital.

Trump y Biden, a la cabeza de las primarias del Supermartes de esta semana. Este martes se celebraron las elecciones primarias en 15 estados para escoger a los líderes de cada partido político, estando en juego hasta un tercio de los delegados totales. Por un lado, Trump resultó vencedor en 12 estados, mientras que su competidora Nikki Haley, solo lo hizo en Vermont. La inmigración y situación económica son las principales preocupaciones de los votantes republicanos y, Trump, prometió en su discurso organizar el mayor esfuerzo de deportación de la historia de Estados Unidos.  En el caso de Biden, salió elegido en 15 estados excepto Samoa, único territorio en el que Jason Palmer se llevó el triunfo en el Supermartes. Así, ninguno de los candidatos preferidos acumula aún el número de delegados necesarios para proclamarse ganadores, Trump dispone de 961 de los 1.215 delegados necesarios para proclamarse candidato republicano y Biden presenta 1.501 de 3.934.

Esta semana se ha publicado el Libro Beige de la Fed que concluye que la actividad económica en Estados Unidos ha «aumentado ligeramente», mientras que a las empresas les resulta más difícil trasladar los mayores costes a los consumidores.

Esta semana hemos conocido también que se frena la confianza de los empresarios de los servicios en Estados Unidos, pero este indicador sigue apuntando a un crecimiento sostenido. El ISM de los servicios bajó en febrero hasta el 52,6 desde el 53,4 anterior y por debajo del 53 previsto. Por componentes los datos fueron mixtos, con una decepción del subíndice de empleo que retrocedió hasta 48 desde el 50,5 previo, cayendo así a terreno que apunta a una caída del empleo en el sector. Por el lado positivo, el componente de nuevos pedidos repuntó más de lo esperado y subió hasta niveles de 56,1 frente al 55 anterior y superando ampliamente el 54,4 esperado.

Bostic, presidente de la Reserva Federal de Atlanta y miembro de la Fed, considera que es necesario mantener tipos en niveles más altos “durante más tiempo de lo que se piensa». Añadió que la Fed no puede permitirse el asumir que la inflación de los servicios se enfriará. Por su parte el informe semestral de política monetaria estadounidense dice que la inflación se ha desacelerado pero sigue siendo elevada.

También en Estados Unidos la estimación de PIB para el primer trimestre del 2024 elaborada por la Fed de Atlanta cae desde el 2,96% al 2,12%, mientras que la de Nowcast de la Fed de Nueva York cae desde el 2,8% al 2,3%.

En materia de elecciones americanas, una encuesta elaborada por Times, pone de manifiesto que el porcentaje de votantes que desaprueban el liderazgo de Biden alcanza un récord del 47%. Además, se observa una ventaja de 5 puntos porcentuales de Trump sobre Biden. En este sentido, cabe destacar que Trump ha ganado las primarias republicanas en tres estados con un amplio margen mientras que su contrincante, Haley ganó su primera primaria, en Washington DC, antes del «Súper Martes».

En España si hace unos meses las previsiones económicas para este año no eran nada halagüeñas, debido al efecto del frenazo de la demanda europea sobre las exportaciones y al lastre que suponen la inflación y unos tipos de interés todavía elevados sobre la demanda, ahora la situación es la opuesta fundamentalmente por la rebaja de los precios de la energía, que da cierto margen de maniobra al Banco Central Europeo, y el efecto arrastre del último trimestre del año pasado, que fue bastante positivo a pesar de que los problemas en el resto de Europa hacían presagiar una ralentización económica. Por todo ello, el servicio de estudios de BBVA apunta a un intenso crecimiento del PIB en el primer trimestre del año, del 0,6% entre enero y marzo, que impulsaría también el avance anual hasta el 2,1%. BBVA Research elevó este miércoles sus previsiones de crecimiento para la economía nacional en seis décimas, hasta eses 2,1%, de acuerdo con las proyecciones recogidas en su informe Situación España. Este buen arranque del año se ha debido al abaratamiento de los precios de la energía, que han aportado cuatro décimas, a los buenos datos del cierre del ejercicio pasado, que conllevan una revisión al alza de otras dos décimas, y a la previsible relajación de la política monetaria en los próximos meses, que supone un impulso de otra décima, si bien la situación doméstica, subidas de cotizaciones sociales, reducción de la jornada laboral, incertidumbre política… resta una décima al resultado final. Al tiempo, la inflación se moderará hasta el 3,1 % en el conjunto del año, cuatro décimas menos de lo esperado en noviembre, lo que insuflará aire a la demanda interna y a la competitividad internacional de las empresas, y el empleo mantendrá un ritmo del 2,6%, muy cercano a las cifras del pasado ejercicio. Por último, BBVA recorta una décima su previsión de déficit, al 3,6% del PIB, lo que junto con el mayor crecimiento hará que la deuda pública se modere 2,9 puntos porcentuales, al 104,8% del PIB.

Las señales positivas han comenzado ya en los primeros meses del año, como ponen de manifiesto las sólidas cifras de afiliación a la Seguridad Social, los buenos datos del Índice de Gestores de Compras (PMI, por sus siglas en inglés) de S&P Global o el aumento del consumo de energía eléctrica, que apunta a un crecimiento de la actividad. En el arranque del año se han producido “sorpresas muy importantes”, según señaló BBVA Research.

Esta revisión al alza se ha sustentado sobre una mejora de las expectativas del consumo privado, el gasto público y el sector exterior, pero no de la inversión. En concreto, BBVA Research eleva tres décimas sus pronósticos sobre el consumo de los hogares este año, al 2%, y 1,2 puntos el gasto público, al 2,6%, mientras que las exportaciones crecerían un 3,4%, casi el doble que el 1,8% previsto anteriormente, gracias a la fortaleza de la venta de servicios al exterior. En sentido contrario, el avance de la inversión en maquinaria y bienes de equipo sería del 2,5%, la mitad del 5,1% pronosticado en noviembre. Esta falta de inversiones llevaría a que, tras el vigor de la economía en 2024, se produzca un cierto freno de la actividad en 2025, hasta el 2%, medio punto menos de lo apuntado en noviembre. Esto se debe, además de a la falta de inversiones, al necesario ajuste de las cuentas públicas el próximo año y a que “el estancamiento de la productividad y el aumento de costes laborales pueden poner en peligro el avance del sector servicios”.

S&P mejoraba esta semana la calificación de Portugal desde BBB+ a A- y mantiene la perspectiva positiva como consecuencia de un «fuerte desapalancamiento».

Las autoridades Chinas establecieron esta semana su objetivo de crecimiento del PIB en alrededor del +5% para 2024, el mismo que el planteado para el año pasado. El primer ministro del país, Li Quiang, reveló este lunes los objetivos de los distintos indicadores en la reunión anual de la Asamblea Popular Nacional de China. La estimación de crecimiento económico ha sido percibida como demasiado ambiciosa y, se cree que formaría parte de la estrategia para impulsar la confianza. Otras organizaciones internacionales prevén esta variación en niveles inferiores (FMI, +4,6%) y los mercados no confirieron gran credibilidad a las noticias, lo que hizo que el índice Hang Seng cayera un -2,6% ese día. Con el objetivo de estimular la economía, Li Quiang anunció la captación de financiación mediante la emisión de 139.000 millones de dólares en bonos del tesoro de duración ultralarga, que no estarían incluidos en los presupuestos. Sin embargo, dentro de los planes presupuestarios, se designarán unos 97.000 millones de dólares para inversiones y aumentará el gasto en defensa hasta un +7,2%. Durante su discurso, Li también fijó en un 3% la meta de déficit para 2024, en un 5,5 % la tasa oficial de desempleo en zonas urbanas y «en torno al +3 %» su límite para el IPC.

Esta mañana se publicó en Alemania la producción industrial, que en enero da señales de debilidad. En concreto, en el primer mes del año la actividad del sector avanzó en términos mensuales un +1%, siendo este el primer aumento desde abril, que, sin embargo, no es suficiente para recuperar de la caída del -2% de diciembre (dato que se revisó a la baja). Con esta evolución, la producción industrial germana se sitúa un -5,5% por debajo de los niveles de enero del año pasado y continúa mostrando debilidad.


Los mayores riesgos geopolíticos de 2024. Ignacio de la Torre. Economista Jefe – Arcano Partners, Profesor – IE Business School

Hegel afirmó: “A menudo se aconseja a los gobernantes, a los estadistas y a las naciones que aprendan lo que la experiencia histórica les pueda enseñar. Pero la lección de la experiencia y de la historia es que las naciones y los gobiernos nunca han aprendido nada de la historia”. Observemos en esta columna los mayores riesgos geopolíticos del año en curso, y recordemos la frase de Hegel, por si pudiera tener algo de razón, unos siglos después.

Llevo muchos años siguiendo al Council on Foreign Relations (CFR). Se trata de uno de los think tanks más importantes de los EEUU. Fundado en 1921, su propósito es generar documentos de alto valor añadido para inspirar la política exterior. Su publicación más conocida es su revista Foreign Affairs, que lleva editándose desde 1924. CFR es un organismo independiente, sin afiliación política, y financiado por empresas e instituciones miembros.

Durante los últimos 16 años, el CFR publica un documento denominado Preventive Priorities Survey sobre los mayores riesgos geopolíticos del año. Lo elabora una red de cientos de expertos en política exterior afiliados al CFR. Suelen aparecer recurrentemente riesgos como el programa nuclear iraní, el balístico de Corea del Norte o posibles conflictos asociados a la expansión marítima de China. En el documento, los potenciales conflictos se dividen en tipo 1 (probabilidad alta), tipo 2 (probabilidad media) y tipo 3 (probabilidad baja). Además, cada conflicto se clasifica no solo por la probabilidad de que ocurra, sino por el impacto geopolítico que puede representar (alto, medio, bajo), generándose así una matriz entre probabilidad de ocurrencia e impacto asociado.

Lo revolucionario del informe de este año es que, por primera vez, los dos primeros riesgos geopolíticos identificados atañen a los EEUU, no al resto del mundo. Ambos son de alto riesgo y de alto impacto. Se refieren, por un lado, al riesgo de que alrededor de las elecciones presidenciales estadounidenses, y como consecuencia de la enorme polarización que vive el país, surja violencia y terrorismo doméstico (originado por ciudadanos autóctonos), y por otro, al riesgo de que se produzca una inmigración descontrolada a través de la frontera suroeste con México, ocasionada por la violencia criminal, por la corrupción y por la situación económica en América Central y en México. Además, CFR señala una posible extensión del conflicto de Gaza en Siria y en el Líbano como un evento de alta probabilidad y alto impacto. Así, el informe señala tres eventos de alta probabilidad y alto impacto, algo inédito en anteriores ediciones.

Otros riesgos señalados como de posibilidad mediana de ocurrencia, pero de alto impacto seríana) una escalada militar en Ucrania que conlleve una intervención de la OTANb) una crisis en Taiwán que pueda llevar a los EEUU a enfrentarse a Chinac) una confrontación militar directa entre Israel e Iránd) un ciberataque disruptivo hacia infraestructuras críticas de los EEUU (incluyendo la electoral), y e) una crisis en el norte de Asia originada por el programa balístico de Corea del Norte.

Lo interesante es la concatenación de riesgos. Así, la retórica antiinmigración que domina la discusión política norteamericana está íntimamente conectada con la petición de aumentar el aislacionismo de los EEUU, lo que repercute en la OTAN, en Ucrania y en el orden internacional establecido. Además, un aumento del aislacionismo en EEUU podría ser interpretado por China como un mayor margen de maniobra para plantear un conflicto en Taiwan. Por otro lado, Rusia podría aprovechar las elecciones norteamericanas para sembrar desinformación y aumentar la ya elevada polaridad.

En la sección de riesgos de posibilidad mediana e impacto también mediano figuran: a) una escalada militar entre las tropas turcas y las kurdas en Irak y Siriab) una mayor confrontación militar entre el ejército saudí y los rebeldes hutíes en el Yemenc) descontento de la población iraní por la represión política y la situación económicad) descontento de la población egipcia ante las “elecciones” de 2024, aguzado por la situación económica y por las olas de refugiados, e) posibles enfrentamientos entre tropas indias y chinas en la zona de Cachemiraf) acciones agresivas de la Marina china en el mar del Sur de China, sobre todo en aguas filipinas, que podría derivar en un enfrentamiento entre China y los EEUU, y g) un golpe de estado en Rusia alentado por la elite debido a las sanciones y a la no progresión de la guerra en Ucrania.

A la muerte del emperador de Roma Teodosio el Grande, en el 395 d. C., pocos pensarían que en quince años la ciudad eterna, Roma, sería conquistada por los godos de Alarico. Si entonces se hubieran debatido los riesgos geopolíticos del Imperio, mucho analista habría centrado su atención sobre los bárbaros de más allá del Rin o del Danubio, sobre los partos de la frontera con Siria o sobre las tribus bereberes en África. Lo que hace tan grande a los EEUU, o al menos a sus mejores analistas, es su capacidad para realizar la introspección que lleva a determinar que, en ocasiones, los mayores riesgos emergen en casa, como de hecho sucedía en aquel imperio romano.

El escritor ruso Vasili Grossman afirmó “la historia humana no es la batalla del bien empeñado en derrotar al mal. La batalla la libra un mal enorme que se empeña en aplastar un pequeño núcleo de amabilidad humana. Pero si lo que hay de humano en los seres humanos no se ha destruido aún, ni siquiera ahora, entonces el mal nunca vencerá”.

Con el conocimiento de la historia, con la introspección y con lo humano de los humanos se hará frente a los riesgos emergentes en este mundo de desorden duradero.


El riesgo de bajar tipos antes de tiempo. José María Rotellar

El Banco Central Europeo (BCE) ha mantenido este jueves los tipos en el 4,50%, enfriando las expectativas que algunos tenían hace meses, cuando consideraban que el inicio de la bajada de tipos iba a producirse pronto. Sin embargo, el riesgo de que la inflación vuelva a tomar impulso no ha desaparecido y eso hace que el BCE se haya vuelto más cauto en su decisión, aplazándola, al menos, hasta junio.

Los precios moderan su crecimiento, pero no bajan. Aunque el indicador adelantado de febrero de la inflación media de la eurozona desacelera su crecimiento, no supone un movimiento suficientemente claro, máxime cuando vemos cómo los precios crecen un 0,6% intermensual, cuando el mes anterior caían cuatro décimas, siendo la subida intermensual de febrero la mayor desde hace casi un año. El BCE habría cometido un grave error si este jueves hubiese relajado la contracción de su política monetaria, porque habría empeorado la evolución de los precios, que ya muestran, actualmente, una gran resistencia a moderar su crecimiento, con una inflación subyacente que no termina de moderarse tanto como debería y con unos repuntes mensuales intensos, también de un 0,6%.

Es probable que al BCE le hubiese gustado comenzar ya con la rebaja de tipos, pero el problema es que se ha quedado sin tiempo para experimentos de riesgo por su enorme retardo interno a la hora de empezar a combatir el efecto inflacionista, de ahí las declaraciones de Lagarde diciendo que necesitan más evidencias del proceso de desinflación. Si el BCE hubiese reaccionado a tiempo, si no hubiese perdido tantos meses repitiendo que la inflación no era más que un fenómeno transitorio, que era una inflación de oferta y que no tenía sentido aplicar una contracción monetaria, probablemente la inflación no se habría enroscado tan profundamente en la cadena de valor, los precios no habrían subido tanto y se habría podido corregir de manera más rápida, con menor intensidad y, por tanto, con un impacto menos negativo en el crecimiento económico. Hace ya algún tiempo, el BCE se dio cuenta del grave error que cometió entonces, que ha llevado a la inflación a cotas muy elevadas, como no se veía desde hace décadas, que provoca que todavía no se encamine claramente hacia el objetivo de precios y que le deja sin capacidad de recorrido en situaciones complejas, como la de la intensa desaceleración de la economía que se está viviendo en el conjunto de la UE en estos momentos.

Con una inflación que no termina de ser doblegada pese a crecer sobre niveles ya muy elevados; con dos guerras activas que pueden provocar problemas de suministros en algún momento, que tensen los precios; con la incertidumbre de las elecciones estadounidenses en el horizonte y las posibles repercusiones económicas que ello puede provocar, el BCE no puede relajarse y bajar la guardia o corre el enorme riesgo de provocar un daño todavía mayor a la economía.

Por tanto, el BCE debe mantener la lucha contra la inflación sin dudar, pues la subida de precios es uno de los elementos más perjudiciales que hay para la economía, que merma competitividad a las empresas, hace perder poder adquisitivo a las familias y empobrece, en suma, a toda la sociedad, especialmente a las rentas más bajas, debido a su mayor propensión marginal a consumir, que hace que, además, el incremento de impuestos pagados debido a la inflación en proporción a la renta sea mayor que en el caso del resto de ciudadanos.

Y esa lucha debe ir más allá de la subida de tipos, ya que éstos deberían subir por el ajuste del mercado al retirar liquidez el BCE, que es lo que tiene que hacer, tal y como dijo, a razón de 15.000 millones de euros al mes de drenaje de liquidez, incluso intensificando dicho drenaje en cuanto sea posible. Sólo así podrá lograrse una mayor eficiencia en lograr embridar la inflación, a lo que ayudaría, y mucho, que el sector público redujese el gasto para no interferir en la transmisión correcta de la política monetaria del BCE. Eso es algo que debería aplicarse especialmente el gobierno español, que es el que con más intensidad incrementa el gasto público y que, al hacerlo, entorpece que la política monetaria del banco emisor pueda tener un efecto más rápido y certero.

Por todo ello, con independencia de que el BCE deba estar vigilante y actuar rápido si cambian las circunstancias económicas, no debe relajar todavía su política monetaria, porque, si lo hace, la inflación puede repuntar, generando un problema de precios todavía mayor, afectando a la economía y al empleo. Nunca debe olvidar que su único objetivo es la estabilidad de precios, ninguno otro. Mientras tanto, la Fed se reunirá el diecinueve y veinte de marzo, parece que con similar orientación a la que el BCE ha adoptado este jueves. De momento, Powell dijo el otro día a los congresistas que no bajará los tipos hasta asegurarse de que la inflación no se enquista por encima del 2%. Debe primar la prudencia y no levantar las restricciones monetarias antes de tiempo. Ya se equivocaron ambos bancos centrales al minusvalorar el impacto inflacionista y no pueden volver a equivocarse ahora relajando antes de tiempo la política monetaria.


Buen fin de semana!

Comentario de mercado 1 de Marzo del 2024.

El S&P 500 está al borde de sostener el mayor rally de su historia. Los resultados presentados la semana pasada por Nvidia han dado un nuevo impulso a Wall Street, animando un ascenso bursátil que comenzó al final de octubre por las perspectivas de negocio con la inteligencia artificial (IA) y la expectativa de final del ciclo de subidas de tipos de interés. El rebote ha sido de tal calibre que, según algunos parámetros, el S&P 500 alcanzará esta semana el título del rally más consistente de la historia. Según Deutsche Bank el S&P 500 ha registrado subidas en 15 de las 17 últimas semanas, algo que no se veía desde 1989. Si el S&P vuelve a cerrar hoy con avances semanales, habrá marcado en positivo 16 de las 18 últimas semanas, igualando así un récord de 1971. Pero si se toman solo las semanas en las que la revalorización del índice ha sido superior al 0,2%, y se logra esta semana, entonces el actual rally podría ser el mayor de la historia, ya que en el de hace 53 años hubo algún periodo con ganancias casi imperceptibles. Hay quien habla ya de “exuberancia irracional” en el mercado, al considerar que las valoraciones son ya excesivas para las perspectivas de beneficio de las compañías. Pero Deutsche apunta que, en los precedentes históricos con subidas prolongadas de 15 sobre 17 semanas, el mercado volvió a escalar un 2% y un 5,5% en las 13 y 26 semanas posteriores. Société Générale afirma que para que el mercado alcance los niveles de “exuberancia irracional” alcanzados en la burbuja tecnológica de 2000, el S&P tendría que irse hasta los 6.250 puntos, es decir, un 23% por encima de su registro actual, de momento hay “optimismo racional”, más que exuberancia según Societé. Pero según Deutsche Bank hay riesgos para ese optimismo. Uno es la fuerte concentración de la revalorización en unos pocos valores, y otro la posibilidad de que la Fed no recorte tipos como esperan muchos en el mercado, o los baje menos de lo previsto.

Ayer los índices americanos volvieron a marcar nuevos máximos históricos impulsados por los datos del deflactor del consumo personal que se mantenía en línea con lo esperado por los analistas´.

El mercado sigue con muy baja volatilidad pero alta dispersión, especialmente en pequeñas y medianas compañías. S&P publicaba una nota esta semana ponía de manifiesta que mientras que la volatilidad sigue en niveles muy bajos en la mayoría de los mercados globales las reacciones extremas después de las publicaciones de resultados han ayudado a llevar los niveles de dispersión a niveles que no se veían desde el periodo post-Covid o desde Noviembre del 2020, sobre todo en el sector de pequeñas y medianas compañías (https://www.spglobal.com/spdji/en/documents/performance-reports/dashboard-dispersion-volatility-correlation.pdf).

Los datos de consumo americanos arrojaron ayer buenas y malas noticias para la economía. Por un lado, el consumo sigue creciendo, algo menos que en diciembre, pero con cifras razonables, y los ingresos personales se aceleran en enero ante los ajustes por inflación en salarios y prestaciones sociales. Por otro lado, el dato interanual del deflactor del PIB sigue cayendo, dos décimas, sin embargo, los datos a nivel mensual repuntan en enero, situándose en los niveles más altos de los últimos 9 meses, algo que en parte se debe a factores estacionales.

Desde el punto de vista del análisis técnico el Nasdaq ha estado consolidando, este comienzo de año, los máximos históricos, y recuerda al movimiento que tuvo el pasado verano, si rompe la nueva tendencia alcista debería tener una corrección similar a la que tuvo en Agosto del 2023.

Los indicadores tácticos siguen en la parte alta del rango, Bulls minus Bears Index, Miedo Euforia de la CNN (Fear & Greed Index), el índice de exposición a la Bolsa americana de los inversores activos americanos, NAAIM Index (https://www.naaim.org/programs/naaim-exposure-index/)

Índice alcistas menos bajistas (AAII Bull – Bears)

Importante esta semana:

En Estados Unidos se revisa ligeramente a la baja el crecimiento del PIB del cuarto trimestre del 2023, por un peor desempeño de los inventarios, mientras que se confirma la fortaleza del consumo privado. En concreto, el crecimiento del PIB confirmó su robustez al crecer un +3,2% trimestral anualizado, una décima menos que el dato anteriormente publicado. Por el lado positivo, se revisó al alza el consumo privado que avanzó un +3% frente al +2,8% anterior, aportando por sí solo 2% del crecimiento del PIB.

El dato más importante de la semana fue el dato de IPC de Estados Unidos. La inflación continúa moderándose, pero a menor ritmo. El dato de precios más relevante para la Fed mostró que en enero la inflación creció un +0,4% mensual, lo que permite continuar con la moderación de los precios frente al mismo periodo del año. El deflactor subyacente del consumo se situó en el +2,8% desde el +2,9% anterior. Una moderación de una décima que coincidió con las expectativas. Por componentes, cabe señalar que toda la inflación se explica por el lado de los servicios, que aportaron por sí solo 2,9% al dato, mientras que los bienes duraderos retiraron -0,3% y los bienes no-duraderos explicaron +0,2%.

Hoy hemos conocido que a inflación también se modera en las principales economías de la zona euro, lo que apunta a que el dato de hoy muestra una inflación más contenida (2,60% frente al 2,90% anterior y 2,50% esperado). Ayer, conocimos que, en España, el dato preliminar de inflación correspondiente a febrero se moderó hasta el +2,8% interanual, seis décimas por debajo del registrado en enero. Por su parte, la tasa subyacente disminuyó dos décimas, hasta el +3,4%, situándose en su menor nivel desde marzo de 2022. Según adelantó el INE, esta evolución es debida, principalmente, a la bajada de los precios de la electricidad frente a la subida de febrero de 2023, y a la estabilidad de los precios de los alimentos y bebidas no alcohólicas, que aumentaron el mismo mes del año anterior. También se publicaron los datos de Alemania, con el IPC moderándose cuatro décimas hasta el +2,5% interanual, su menor nivel desde junio de 2021.

De Guindos, vicepresidente del BCE, advirtió esta semana que “la barra libre se ha terminado” en lo que concierne a la política fiscal de la eurozona. Tras años en los que la autoridad monetaria se ha encargado de adquirir la deuda de los países miembros y se congelaron las normas fiscales, la flexibilidad que se concedió a las políticas fiscales debe ahora limitarse para contribuir a disminuir la inflación y los ratios de endeudamiento. Así lo han transmitido la presidenta y el vicepresidente en repetidas ocasiones. No obstante, ha señalado que la reducción del déficit público debe realizarse de manera prudente ante el contexto de crecimiento débil que atraviesa la unión monetaria. En materia de política monetaria y de inflación, el mensaje no difiere de lo comunicado hasta la fecha, se espera que la inflación se siga moderando, pero se necesitan más datos que muestren que nos acercamos al 2% antes de empezar a recortar el coste del dinero. En este sentido, Luis de Guindos señaló que, de ser así, “entonces el Consejo de Gobierno del BCE cambiará el nivel de los tipos de interés”. El 7 de marzo tendrá lugar la próxima reunión de los oficiales de la autoridad monetaria y la presentación de las previsiones económicas.  

Nagel, presidente del Bundesbank alemán, advirtió esta semana sobre las consecuencias de recortar tipos demasiado pronto y destacó la falta de datos fiables que apuntan a que la inflación alcanzará el 2% en 2025.

Según Bloomberg, el Banco Central Europeo está cerca de llegar a un acuerdo sobre su nuevo marco monetario, pudiendo anunciar los resultados en primavera. En este sentido, la información plantea que la iniciativa prevé tener una cartera de bonos estructurales, además de préstamos bancarios para poder proporcionar liquidez. La transición podría tardar al menos 2 años. También según fuentes de Reuters, el BCE podría anunciar a partir del 13 de marzo un nuevo marco operativo con el que implementar los tipos de interés. Es de esperar que el mismo se asemeje al modelo utilizado por el Banco de Inglaterra en el que el tipo de las operaciones de refinanciación (MRO) se mueva en un estrecho canal respecto al tipo depo y en el que la propia demanda sea la que determine sus necesidades de liquidez

El lunes Lagarde dijo que “se espera que el proceso desinflacionista continúe”, pero que las presiones salariales siguen “siendo fuertes”. Añadió que el Banco Central Europeo sigue manteniendo su compromiso “inquebrantable” de alcanzar el 2%.

En cuanto a las elecciones presidenciales americanas, Trump que ha sido excluido de las listas electorales de Illinois por la toma del Capitolio ha dicho que planea apelar.

Buen fin de semana!

Comentario de mercado viernes 16 de Febrero del 2024.

Las bolsas siguen fuertes, esta semana hemos tenido nuevos máximos históricos para el S&P 500, el Dax alemán y el Cac francés mientras que esta mañana el Nikkei japonés se quedaba a un paso de superar su máximo histórico de 1989. 

Al analista que acuñó el término de los Siete Magníficospara aglutinar los valores tecnológicos que llevan más de un año tirando de la Bolsa (Apple, Microsoft, Alphabet, Amazon, Nvidia, Meta y Tesla) deberían sus compañeros erigirle un monumento en Wall Street. Pocas denominaciones anteriores (quizá Brics, Pigs y Faang) habían calado tanto en el mercado, muchos atribuyen al analista Michael Hartnett, de Bank of America, la popularización del término, porque en mayo de 2023 ya escribió sobre el vuelo de losSiete Magníficos y el riesgo de una mini-burbuja al calor de la inteligencia artificial (IA).

Desde entonces, la valoración de esas compañías no ha dejado de subir y la producción escrita de los analistas sobre esos valores crece incluso más rápido.

Prueba de ello es el monográfico de Deutsche Bank publicado esta semana, con una Guía macro de los Siete Magníficos. La idea del documento es “situar el auge de estas empresas en su contexto a largo plazo”, comparando su trayectoria con otros mercados, economías y valores. Quizá, uno de los aspectos más llamativos es la concentración del valor de la Bolsa estadounidense en esas firmas. Según Deutsche, el 10% de las mayores empresas de Wall Street acaparan un 75% de la capitalización total, un nivel que no se veía desde antes del Crash de 1929. El peso de las 5 mayores cotizadas actuales (Apple, Microsoft, Alphabet, Amazon y Nvidia) tampoco se veía desde los años setenta (IBM, AT&T, Exxon, Eastman Kodak y GM). Tanto en 1929 como en 1973, esa concentración acabó con un desplome bursátil. Deutsche Bank no se moja sobre si se avecina una corrección. Por un lado, dice que las grandes tecnológicas todavía tienen recorrido por la IA y la llegada a nuevos países, pero por otro, las medidas antimonopolio o una marcha atrás en la globalización pueden dejar al descubierto sus elevadas valoraciones.

Esta semana los mercados han retrasado la expectativa de la primera bajada de tipos por parte de la Reserva Federal debido a los buenos datos económicos que han fortalecido al dólar. Los datos de inflación de esta semana ponen de manifiesto que la batalla contra la inflación no está ganada y que las bajadas de tipos pueden llegar más tarde de lo que el mercado espera, por eso el dólar ha vuelto a niveles de 1,07 dólares por euro. La inflación acumula 34 meses consecutivos por encima del 3%. Los datos pudieron ser peores de no ser por mayor caída mensual de coches usados desde 1969 (-3,4%) y el -3,2% de energía. En un mes el mercado ha pasado de esperar casi siete bajadas de tipos en 2024 a la mitad, 3 y media que espera ahora. Ahora el mercado da menos de un 10% de probabilidades a que la primera bajada de tipos de la Fed sea en marzo. Ahora el mercado espera más bajadas y antes en Europa. Las rentabilidades de la deuda americana han subido esta semana los tramos medios de la curva, y desde principio de Febrero han subido 50 puntos básicos.

                Rentabilidad del bono a 5 años americano desde el 1 de Enero del 2024.

                               Eurodólar últimos 12 meses.

El New York Community Bank de Estados Unidos y el Deutsche Pfandbriefbank de Alemania estuvieron en el punto de mira la semana pasada debido a su elevada exposición a préstamos inmobiliarios comerciales. Los problemas de exposición parecen idiosincráticos y no se espera un contagio generalizado a los sectores bancarios estadounidense y alemán.

La temporada de resultados del cuarto trimestre de 2023 en Estados Unidos está entrando en su última etapa. Aproximadamente el 80% de la capitalización de mercado del S&P 500 ya ha publicado resultados. El número de compañías que ha batido expectativas ha aumentado al 75% desde el 72% de hace una semana, en línea con el promedio histórico de los últimos 10 años. En términos agregados, las empresas están superando ligeramente las estimaciones de beneficios en un +3,8%, impulsadas principalmente por los gigantes de la tecnología de la información. Tras los últimos resultados el consenso espera ahora un crecimiento interanual de Los beneficios del +2,9% para el cuarto trimestre, lo que marca el segundo trimestre de crecimiento para el S&P 500.

Con una capitalización de mercado de 3,1 billones de dólares (3,1 trillones americanos), Microsoft es el doble del tamaño de todo el sector energético en el S&P 500, que genera el doble del flujo de caja libre anual que Microsoft (135 billones frente a 67 billones de dólares americanos.

Fuente: Bestinver.

Los analistas advierten de que la IA ocasionará un ajuste laboral masivo. La irrupción de la inteligencia artificial generativa, capaz de crear contenido original, promete mejorar la productividad de la economía, aumentar la eficiencia de las empresas y favorecer la innovación, pero a la vez amenaza con provocar un ajuste masivo del mercado laboral, que extinga puestos tradicionales y genere nuevas oportunidades en sectores tecnológicos emergentes, o con incrementar las desigualdades.

Estas son algunas de las principales conclusiones que arroja el Pulso Económico Trimestral de EY Insights en su edición de invierno de 2024, recabando las valoraciones de los responsables de una quincena de los principales servicios de estudios del país, incluyendo los de Funcas, Fedea, el Círculo de Empresarios, la Empresa Familiar, la banca o las escuelas de negocio. Unas impresiones que vienen reforzadas por el significativo ejercicio de que la tanda de preguntas de la encuesta relativas a la inteligencia artificial ha sido redactadas por una de ellas, Chat GPT3.5, con la mera indicación de elaborar “una encuesta a economistas de prestigio” sobre este tema.

Como resultado, el 86% de los economistas consultados ha coincidido en señalar que la inteligencia artificial generativa provocará “una reestructuración significativa del mercado laboral” en los puestos “tradicionales”, mientras que el 93% está de acuerdo en que su “adopción masiva” también supondrá la creación de “nuevas oportunidades de empleo en sectores emergentes”. Más allá, el 70% asume que la tecnología podría contribuir a la creación de una economía más basada en la creatividad y la innovación, impulsando el crecimiento a largo plazo, y el 80% espera efectos beneficiosos sobre eficiencia en la producción, la mejora de la productividad económica y el bienestar social. Con todo, dos tercios temen que “la automatización impulsada por la IA generativa” cree el “riesgo de una mayor desigualdad económica”.

Las conclusiones van en línea con las del reciente informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) que advertía de que la llegada de la IA “probablemente empeorará la desigualdad”, podría afectar al 60% de los empleos de las economías desarrolladas, el 40% en las emergentes y el 26% en aquellas de bajos ingresos, provocando una relevante desaparición de puestos de trabajo.

Es más, uno de los propios encuestados, Ignacio de la Torre, socio y economista jefe de Arcano, ha publicado un informe, en el que alerta de que la IA podría hacer desaparecer uno de cada cinco empleos. Con todo, el 93% de los encuestados considera que en la coyuntura actual el principal lastre para el crecimiento del PIB español está en “la fragmentación parlamentaria y la inestabilidad política”. Un nivel de preocupación que se mantiene frente a ediciones anteriores, mientras que el segundo foco de inestabilidad, identificado como la situación geopolítica actual, especialmente en Ucrania y Oriente Próximo, se relaja ligeramente (del 87% al 78% de votos). Le siguen en la lista de principales riesgos la evolución de la política fiscal y la del comercio internacional (en ambos casos con el 64%).

Del lado contrario, los factores que mayor impacto positivo se espera que aporten al crecimiento de la economía española son el despliegue del Plan de Recuperación (aunque la convicción cae del 87% al 64% desde otoño) y el consumo doméstico (con el mismo peso). En cualquier caso, los analistas coinciden en descartar la posibilidad de que la economía española pueda entrar en recesión, si bien temen una “ligera desaceleración” frente a 2023, pasando de crecer un 2,5% a un 1,5% (frente al 2% que mantiene el Gobierno).

En este marco, el 93% de los economistas consultados coincide en señalar que la principal prioridad de cara a los Presupuestos Generales del Estado que el Ejecutivo prevé impulsar para 2024 debe ser “garantizar que el déficit del conjunto de las Administraciones Públicas no supere el 3% para cumplir con los objetivos de la Unión Europea”, así como “reforzar las partidas de inversión productiva por encima de la media de gasto”. Pese a destacar la necesidad de acometer la consolidación fiscal, seis de cada diez encuestados considera “prioritario o muy prioritario evitar aumentos de la presión fiscal, para no lastrar la actividad económica”.

En paralelo, cerca del 80% de los economistas concede poca urgencia al refuerzo del gasto social, mientras que las partidas que mayor controversia generan son las destinadas a aumentar la inversión en defensa en cumplimiento de los acuerdos internacionales y en respuesta al incremento de las tensiones geoestratégicas, que solo la mitad consideran prioritarias.

Juan Pablo Riesgo, socio responsable de EY Insights, y coordinador de la publicación, subraya la urgencia de alcanzar consensos políticos “que proporcionen estabilidad y confianza a los agentes económicos, refuercen la competitividad de la economía española y permitan desplegar la agenda de reformas e inversiones para impulsar la transición energética y transformación digital comprometidas por España en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia”.

Los indicadores tácticos de sentimiento de mercado siguen en zona de sobrecompra, el índice alcistas menos bajistas (Bulls minus Bears Index) ha desacelerado ligeramente esta semana aunque sigue cerca de la parte alta del rango, y el índice miedo/euforia (CNN Fear & Greed Indice) está en sobrecompra también (Extreme Greed) https://edition.cnn.com/markets/fear-and-greed.

AAII Bulls – Bears

Importante esta semana:

El dato más importante de la semana fue el dato de IPC estadounidense de Enero publicado el martes, que se saldó con una desaceleración de la referencia de 3 décimas en su variación interanual, pasando del 3,4% al 3,10%, dos décimas por encima de lo que esperaba el consenso del mercado (2,9%). El IPC subyacente se mantuvo sin cambios en el 3,9%, por encima del 3,7% que esperaba el mercado. Este dato es una mala noticia para el mercado y para las expectativas de bajadas de tipos, en línea con el mensaje que están dando estos días varios miembros de la Fed. La composición del IPC muestra un sesgo un tanto negativo de cara a las futuras lecturas. La aceleración del dato se debe al comportamiento de ciertas partidas que vuelven a poner de manifiesto que el proceso de desinflación no será tan rápido como la mayoría del mercado esperaba. Destacó la partida de servicios que se aceleró con fuerza respecto al mes anterior al pasar del 0,40% al 0,70%. Dicho incremento se debe en parte al comportamiento del componente de vivienda, que aumentó desde el 0,4% al 0,6%.

El presidente de la Fed de Chicago restó importancia a un repunte en la inflación, Goolsbee, dijo que si la inflación pasa a ser un poco más alta en los próximos meses, sería consistente con el camino de vuelta al objetivo, es partidario de empezar a recortar tipos de interés en algún punto, sin necesidad de que la inflación haya alcanzado el objetivo del 2%. No obstante, recordemos que este miembro no dispone de voto en las decisiones de política monetaria a lo largo de este año. Asimismo, ha hecho hincapié en no juzgar el dato de un mes y que la Fed basa sus decisiones en un indicador diferente al IPC, el deflactor del consumo personal, el cual se caracteriza por conceder menos peso a los alquileres imputados, la partida que contribuye en mayor medida al IPC. Por ello, el PCE presenta unas cifras inferiores a las del IPC (en diciembre fueron de +2,6% y +3,4%, respectivamente). 

También en Estados Unidos el Presidente de la Reserva Federal de Richmond, miembro de la Fed, Thomas Barkin, dijo que «declarar la victoria sobre la inflación en este momento es bastante atrevido». En este sentido, dijo que ve un riesgo real de que las presiones inflacionistas se mantengan, ya que es probable que las empresas estadounidenses, que aumentaron sus márgenes de beneficio y sus ventas en los últimos años subiendo los precios, tarden en abandonar esta práctica. La última encuesta realizada por la Fed de Nueva York pone de manifiesto unas expectativas de inflación al consumidor a 3 años cayendo en 2 décimas hasta el 2,4% lo que supone el nivel más bajo desde marzo de 2020.

La economía de la eurozona se estancó en el último trimestre de 2023, pero el sector manufacturero arrojó unos datos esperanzadores. El crecimiento interanual del PIB para el conjunto de la eurozona en el último trimestre del 2023 estuvo en línea con lo esperado, al presentar una variación de tan solo +0,1%, tal y como indicaban las expectativas y conforme al dato del trimestre anterior. Entre los cuatro grandes, España lidera el crecimiento con un +2%, una décima superior al tercer trimestre, seguida de Francia (+0,7%) e Italia (+0,5%), mientras que Alemania mantiene el terreno negativo en el -0,2%. De acuerdo con una primera estimación del crecimiento anual, el PIB ha crecido un +0,5% en el conjunto del año 2023.

Crecimiento del PIB interanual de la eurozona desde el 2009.

Ayer La Comisión Europea actualizaba sus previsiones de 2024 revisando a la baja la inflación, pero proyectando que el PIB crecerá menos.  Las buenas noticias vienen de la mano de la variación de los precios para el conjunto de la eurozona, que se espera que sea de +2,7%, por debajo del +3,2% previsto en noviembre y del +5,4% registrado en 2023. Estos recortes se han visto reflejados en las previsiones de todos los países miembros. En los cuatro grandes, las perspectivas de inflación de España son de +3,2% frente al +3,4% de noviembre, en Alemania +2,8% por debajo del +3,1% anterior, en Francia +2,8% (frente al +3,0%) y, por último, Italia sería el único de este grupo en alcanzar el objetivo del +2% este año. La Comisión Europea ha argumentado este cambio, basado en una menor inflación de la esperada, los precios de las materias primas inferiores y un impulso económico más débil.

En lo relativo al PIB, las proyecciones indican un crecimiento flojo para el conjunto de la zona euro, el dato se sitúa en el +0,8%, cinco décimas por debajo de las perspectivas previas. Por países, España presenta la mayor variación, de +1,7%, seguido de Francia con +0,9% e Italia con +0,7. Por su parte, el órgano europeo prevé para Alemania una economía todavía lastrada, con un crecimiento de tan solo el +0,3%, cinco décimas inferior a las previsiones anteriores.

En Alemania, según fuentes de Reuters, el Gobierno recortará su previsión de PIB para este año desde el 1,3% publicado en octubre hasta el 0,2%. Las previsiones para 2025 también es de esperar que se vean reducidas desde el 1,5% hasta el 1,0%. En este sentido, Habeck, ministro de economía del país, calificó la economía de «dramáticamente mala».

La deflación de los precios al consumo en China se intensificó en enero, y los precios cayeron un 0,8% interanual, la tasa más baja desde la crisis financiera de 2008. Los precios al consumo se vieron arrastrados por la caída del precio de alimentos y transporte, que en conjunto representan el 45% de cesta de la compra china. La inflación subyacente, que excluye los precios de los alimentos y de la energía, también disminuyó hasta el 0,4%.

Las presiones deflacionarias también se dejan sentir en los precios de exportación de China, que cayeron un 8,4% interanual en diciembre. Si bien esta disminución se produce tras un fuerte aumento de precios en 2021 y 2022 y, en general, está en consonancia con el movimiento del precio de las importaciones por lo que hay muchas posibilidades de que China siga exportando deflación. China ha estado ampliando continuamente su capacidad de producción, ya que las medidas de estímulo del gobierno para apoyar la economía se han centrado principalmente en apoyar la producción sin incidir directamente en el consumo. Esto ha creado un exceso de capacidad que está haciendo bajar los precios.


EEUU tiene ahora una economía de alta presión. Rana Foroohar. Financial Times.

Hace décadas, el economista Arthur Okun, presidente del Consejo de Asesores Económicos de Lyndon Johnson, abogaba por lo que denominaba una “economía de alta presión”. Se refería a una economía en la que las políticas expansivas pudieran crear un crecimiento del producto interior bruto por encima de la media con un bajo desempleo, dando lugar no sólo a una economía fuerte, sino también a un aumento desproporcionado del empleo para los grupos más vulnerables.

Este es exactamente el tipo de política que la Administración Biden ha seguido, hasta ahora con éxito. En enero se crearon 353.000 nuevos empleos, el doble de lo que se esperaba, y las ganancias se produjeron en casi todos los sectores y categorías laborales. En EEUU hay 1,4 empleos disponibles por cada parado, muy por encima de la norma histórica. Se trata del mercado laboral más fuerte desde, al menos, los años sesenta. Todo esto, con la inflación de nuevo en niveles tolerables, y los mercados en auge.

Como dijo recientemente la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, EEUU está disfrutando de un resurgimiento “notable tanto por su rapidez como por su equidad”. Entonces, ¿qué puede no gustar de la economía de alta presión? Nada, salvo el hecho de que los puntos de presión pueden no tender siempre al alza. Debido al nivel de los mercados, la cantidad de estímulo fiscal en juego, la geopolítica altamente impredecible y el hecho de que ni la recesión de 2020 ni la recuperación han sido históricamente típicas, la economía de alta presión podría fácilmente perder fuelle en cualquier dirección.

Hay tres puntos de presión que vigilo de cerca. El primero y más importante es el hecho de que éste no es un ciclo económico normal.

Aunque es muy difícil argumentar que las nuevas políticas económicas a favor de la oferta de la Administración Biden no están funcionando, o que esta recuperación es de alguna manera un espejismo, también es importante recordar que los últimos tres años han sido enormemente atípicos debido al Covid-19, la guerra en Ucrania y la crisis de la deuda china, entre otras cosas. Esto hace mucho más difícil utilizar datos históricos para predecir el futuro.

Como señaló en una nota reciente Dario Perkins, director general de TS Lombard para macroeconomía global, todavía hay todo tipo de distorsiones macroeconómicas que se abren camino a través del sistema. Éstas abarcan desde grandes cambios relacionados con la pandemia en el gasto de los consumidores (primero en bienes, ahora en servicios) y en las cadenas de suministro, pasando por la demanda reprimida por el exceso de ahorro y el sobrecoste fiscal, hasta la destrucción de volumen por la inflación, las señales confusas de China, etcétera. Los indicadores económicos habituales, como las curvas de rendimiento y los niveles de precios, han sido engañosos.

Los cambios demográficos y la revolución de la inteligencia artificial han complicado aún más las cosas. ¿Quién sabía que el crecimiento de la productividad sería uno de los más fuertes en más de una década, o que la jubilación de los trabajadores de más edad no sería deflacionista, sino inflacionista, debido a que los boomers ricos en activos siguen gastando durante sus años dorados y los más jóvenes tienen más poder de negociación en un mercado laboral muy activo?

Otro punto de presión que me viene a la mente es la diferencia entre los datos y la experiencia sentida de la economía. La preocupación por la economía ha disminuido gracias a que el crecimiento continuado del empleo y el aumento de los salarios han compensado una crisis del coste de la vida en la que la inflación superó los ingresos de los estadounidenses de a pie.

Pero aunque la confianza de los consumidores ha ido en aumento, también existe, creo, una sensación más profunda y menos comprendida de vulnerabilidad económica a largo plazo entre la opinión pública estadounidense. Viven prácticamente sin red de seguridad social en una de las sociedades más capitalistas del planeta, donde la contratación y el despido rápidos con poca o ninguna indemnización por despido siguen siendo la norma. Y mientras las empresas esperan con impaciencia los aumentos de la productividad proporcionados por la inteligencia artificial, los trabajadores están cada vez más preocupados por todas las formas en que cambiará el mercado laboral, especialmente en lo que respecta a los empleos de cuello blanco de clase media.

Mientras tanto, aunque la inflación general parece haberse estabilizado, el precio de todos los aspectos de la vida de la clase media, como la educación, la vivienda y la atención sanitaria, sigue aumentando más deprisa que la tasa de inflación subyacente. Las urgencias sanitarias y el endeudamiento son una de las principales causas de pobreza en EEUU, donde más de la mitad de los trabajadores adultos tienen problemas para hacer frente a sus gastos sanitarios.

Eso sería impensable en Europa. EEUU es un lugar donde la gente puede ser de clase media, incluso de clase media alta, y aun así sentirse bastante vulnerable económicamente. Somos ricos en relación con el resto del mundo. Pero no estamos seguros. Y cuando la gente cae en EEUU, es una caída muy profunda.

La idea de caer me lleva al tercer y último punto de presión, que es la naturaleza de los mercados hoy en día. Yo fui una de las primeras en hablar de la “burbuja de todo” —en la que los precios de las acciones, la vivienda y otros activos no dejan de subir— y reconozco que he perdido dinero como consecuencia de ello.

Los beneficios empresariales y las previsiones optimistas justificarían los precios actuales de los activos, que son todo un hito. No sucede así con la concentración masiva en un puñado de empresas de plataformas tecnológicas. Cuando la capitalización bursátil de los Siete Magníficos —Apple, Amazon, Alphabet, Meta, Microsoft, Nvidia y Tesla— equivale al tamaño combinado de los mercados de renta variable de Canadá, Japón y Reino Unido, hay que cuestionarse las valoraciones.

O, como mínimo, preguntarse qué ocurrirá cuando se abran las válvulas de presión.


Buen fin de semana!

Comentario de mercado viernes 9 de Febrero del 2024.

Se van a cumplir cuatro años desde el inicio de la pandemia del Covid, y las bolsas acumulan desde los mínimos que marcaron en marzo de 2020 una recuperación que pocos podían anticipar en esos momentos. El S&P 500 llegó a caer a 2.300 puntos, y ahora está en máximos históricos, en 5.000 puntos.

Aunque la guerra de Ucrania, la inflación y las subidas de tipos de interés cortaron esa marcha ascendente durante 2022, la resistencia de las economías a ese entorno y las expectativas de la inteligencia artificial reimpulsaron Wall Street hasta un nuevo máximo histórico.

 Nasdaq (amarilo) S&P 500 (blanco) y Dow Jones (verde) normalizados desde el 2005 en niveles máximos históricos.

La cuestión en el mercado es si les queda gasolina a las bolsas para seguir subiendo pese a los riesgos actuales (conflictos en Ucrania, Oriente Próximo y el Mar Rojo, posibilidad de que los tipos de interés sigan elevados y la incertidumbre sobre las elecciones a la presidencia de Estados Unidos). Mañana arranca el año del dragón en China, lo que significa un largo periodo vacacional en el país asiático. El Ministerio de Transporte chino espera que haya 9.000 millones de desplazamientos internos, en un periodo vacacional que oficialmente va desde del 9 al 17 de febrero, aunque los trabajadores extienden sus permisos y los estudiantes disfrutan de las vacaciones de invierno, por lo que la verdadera vuelta a la normalidad llegaría el 5 de marzo. Este será un momento importante para la economía china y los inversores estarán pendientes de las cifras alrededor de este evento, para determinar la salud del consumo en el país asiático. 

El indicador de riesgo geopolítico de Blackrock sigue relativamente alto. El indicador de ciberataques está en máximos confirmando el sector de ciberseguridad como una de las megatendencias más claras hoy en día, Palo Alto subió un 7% el miércoles, lleva una subida del 24% en el año, Palantir lleva una subida del 37,50% en el año. (https://www.blackrock.com/corporate/insights/blackrock-investment-institute/interactive-charts/geopolitical-risk-dashboard)

Bank of America ha mirado al pasado para encontrar motivos que inviten al optimismo. Los analistas de esa entidad, en un informe, desgranan cómo se comportó el S&P 500 en los años con comicios a la Casa Blanca, y en los que el mercado abrió con ganancias en enero. Su conclusión es que “en un 100% de los casos” en los que se dio esa doble circunstancia (11 ocasiones), la Bolsa de Nueva York acabó el ejercicio subiendo, con una revalorización media del 16,5%. Una vez descontada la subida de enero, en esos precedentes el aumento del índice de referencia entre febrero y diciembre fue del 12%. Trasladado a 2024, esa evolución implicaría que el S&P acabe el año entre 5.425 y 5.550 puntos. “El mes de enero es un buen predictor del año, mirando a los datos desde 1928”, afirma Bank of America para alentar el optimismo. Lo que falta por ver en el análisis es si las valoraciones de partida en esos años electorales eran tan altas como las que muestran ahora los grandes valores del S&P.

Las previsiones de beneficios positivos de gigantes como Amazon y Meta Platforms y la posibilidad de que la economía americana tampoco entre en recesión en 2024 mantiene un tono fuerte en los mercados que apuntala con rigor el discurso de la Fed.

A nivel sectorial, el encarecimiento del crédito pesará sobre la inversión privada y, tras años de fuertes estímulos fiscales, el gasto público tampoco deberá ser un factor dinamizador de la actividad a nivel agregado. Sin embargo, las perspectivas de la mayoría de analistas son positivas para el consumo privado, que será el principal motor del crecimiento mundial aportando por sí solo más del 60% del avance del PIB en promedio durante los dos próximos años.

Esta semana comenzó con unos datos de confianza del sector servicios en Estados Unidos que mostraron una mejora en el sentimiento empresarial, aunque también traen malas noticias para la inflación pues el componente de precios se elevó sustancialmente (el PMI de enero aumentó con fuerza hasta un 53,4, por encima de las previsiones de 52 y del dato previo de 50,4). Asimismo, la Fed publicó los datos de la encuesta bancaria, apuntando a que las entidades financieras siguen manteniendo condiciones restrictivas para la concesión de crédito, aunque lejos de los niveles extremos alcanzados tras la crisis bancaria de Silicon Valley Bank. Ambos datos indican que la economía americana está ganando tracción y que la fase de restricción extrema del crédito quedó atrás. No obstante, las expectativas de bajadas de tipos siguen siendo elevadas para este año en Estados Unidos, los futuros ponen aún en precio entre 4 y 5 bajadas, algo que parece incompatible con una economía creciendo a niveles del +3% y con el resurgimiento de las presiones inflacionistas. 

Aunque este comienzo de año no vaya en ese sentido creemos que hay que comprar lo que está barato, por eso estamos incrementando nuestra exposición a pequeñas y medianas compañías, que cotizan a múltiplos muy bajos respecto a sus medias históricas, y más si lo miramos en términos relativos frente a las grandes compañías:

                                                               P/E Small Caps Vs Large Caps (US).

P/E MSCI World Small Caps desde 2014:

EV/EBITDA MSCI World Small caps desde el 2014:

En Europa ocurre lo mismo, la prima de riesgo que paga el invertir en pequeñas compañías está en máximos, lo que favorece la estrategia de comprar pequeñas compañías europeas:

Esta semana el BCE publicó un informe muy interesante, que me llegaba a través de Dunas Capital, sobre la situación del tipo de interés real neutral, señalando que el mismo podría haber aumentado en unos 30 puntos básicos respecto al nivel que existía a mediados del 2019. Ello no deja de ser relevante ya que, implícitamente, se estaría planteando un contexto teórico de política monetaria algo menos restrictivo de lo que cabría esperar bajo las reglas del juego que imperaban antes de la pandemia. En este sentido, según las conclusiones que obtiene el banco central se podría plantear un tipo neutral teórico por encima del 2,0%, lo que refrendaría la idea de que, bajo estas condiciones y desde un punto de vista estructural, el 10 años alemán debería de estar más elevado que el 2,36% al que cotiza actualmente.

Rentabilidad del bono a 10 año alemán últimos 5 años.

Está claro que las dinámicas de crecimiento del sector tecnológico y de todo lo que tenga exposición a la Inteligencia Artificial son muy positivas, el tema es que los múltiplos a los que cotizan las compañías del sector, principalmente los 7 Magníficos, como llevo diciendo desde hace semanas, son muy exigentes, como publicaba esta semana un informe de Goldman Sachs, en el que sacaba la conclusión de que la actual cotización de las siete compañías es muy razonable con las positivas expectativas del mercado, con lo que no le dan más potencial.

Los índices americanos S&P 500 y Dow Jones han marcado nuevos récords históricos esta semana. El índice de miedo y codicia de la CNN (Fear&Greed Index) se mueve en las últimas semanas entre codicia y codicia extrema y algunos inversores se plantean si hay demasiado optimismo tras unos resultados empresariales dispares. La principal razón para el optimismo es que no hay grandes decepciones en los resultados. Además, hay muchos sectores y mercados que siguen baratos (petroleras, financieras, eléctricas) o que tienen crecimiento a múltiplos mucho más confortables que la IA (farmacia y salud). https://edition.cnn.com/markets/fear-and-greed

También el índice alcistas menos bajistas también en la parte alta del rango (señal de extrema sobrecompra):

AAII Bulls – Bears

Importante esta semana:

En una entrevista televisiva el fin de semana pasado, grabada antes de la publicación del informe de empleo del pasado viernes, Powell reiteró que es poco probable que se produzca un recorte de tipos en marzo, y que los datos determinarán cuándo y cuánto se puede bajar.

Muchas declaraciones esta semana de miembros de la Fed tratando de frenar las expectativas de bajadas de tipos del mercado, el presidente de la Fed de Chicago, Austan Dean Goolsbee, dijo querer ver más evidencias de que la Reserva Federal está en el camino hacia el 2% antes de recortar tipos, otro miembro de la Junta de la Fed, Bowman, calificó de «alentadores» los recientes informes sobre la desaceleración de la inflación, aunque añadió que «la economía aún no ha llegado a ese punto», el presidente de la Fed de Richmond, Thomas Barkin, se ha definido como “muy defensor” de mantener paciencia para determinar cuándo rebajar los tipos de interés. En el dilema entre contener el avance de los precios e impulsar el crecimiento económico, se decanta a favor de combatir la inflación. La presidenta de la Fed de Boston, Susan Collins, ha declarado que son necesarias más evidencias de que la inflación se alinea con el objetivo del 2%, indicando una referencia vaga al comienzo de los recortes, “más adelante este año”. Asimismo, ha manifestado que el tipo de interés neutral es superior ahora de lo que era antes de la pandemia. Y por último otro miembro de la Junta de la Fed, Adriana Kugler, se presenta optimista con el proceso deflacionista, si bien ha indicado poca urgencia por reducir tipos. Tal y como ha expresado, si este desarrollo se demora, será necesario mantener el coste del dinero constante más tiempo para asegurar que continúa el progreso. 

En un escenario convulso, marcado por las cicatrices del Covid, el enquistamiento de la guerra en Ucrania, que va camino de cumplir su segundo aniversario, las tensiones en Oriente Medio, con el conflicto entre Israel y Hamás provocando réplicas en la región y obstaculizando parte del comercio mundial, y los altos tipos de interés para combatir la inflación, la economía global mostró al cierre de 2023 una solidez mayor a la esperada, con un crecimiento del PIB que, según la OCDE, fue del 3,1%. 2024 será, sin embargo, un año de cierta desaceleración. La organización de los países desarrollados prevé que el crecimiento mundial ronde este año el 2,9%, dos décimas menos que en 2023, pero aun así dos décimas por encima del que vaticinaba en noviembre pasado (2,7%), todavía bajo el influjo del encarecimiento de la financiación y de las turbulencias internacionales. 

Así lo recoge el último informe de perspectivas de la organización, publicado esta semana, donde ha revisado con fuerza al alza el crecimiento de Estados Unidos este año, hasta el 2,1% frente al 1,5% que auguraba en su informe de noviembre, y por el contrario ha recortado casi con el mismo vigor a la zona euro, que en 2024 apenas crecerá un anémico 0,6%, tres décimas menos de lo que esperaba hace tres meses. La OCDE cree que la actividad se verá “frenada por las estrictas condiciones crediticias en el corto plazo”, con las dos mayores economías del bloque renqueando. El PIB alemán solo crecerá un 0,3% en 2024, en contraste con el 0,6% que la OCDE preveía en noviembre, mientras que Francia lo hará un 0,6%, dos décimas menos que lo pronosticado entonces

España se erige como el principal sostén económico del bloque de la moneda única, seguida de lejos por Italia, que crecerá un 0,7%. La OCDE prevé que el PIB español crezca este año un 1,5%, una décima más de lo augurado en noviembre, y más del doble que en el conjunto de la eurozona, aunque claramente por debajo del 2% que defiende el Gobierno. Para la OCDE el PIB español subirá en 2025 un 2% frente al 1,3% contemplado para el conjunto de la zona euro.

Todo ello en un contexto en el que si bien la inflación ha disminuido en muchos países “más rápido de lo previsto”, la OCDE invita a no bajar la guardia ante las tensiones geopolíticas, que representan “un riesgo significativo a corto plazo para la actividad y la inflación”, en especial si el conflicto en Medio Oriente acaba perturbando los mercados energéticos. De acuerdo con los cálculos de la Organización, de persistir el fuerte encarecimiento del transporte por la crisis del mar Rojo, que de media ha duplicado los precios de los fletes, podría disparar en casi 5 puntos los precios de importación, añadiendo 0,4 puntos al IPC en el plazo de un año. A esto se suma el aumento registrado en los costes laborales, que podrían añadir aún más presión a los precios. Por ello, aunque admite que existe margen para comenzar a bajar los tipos de interés a medida que las subidas de precios se moderen, aboga por mantener una política monetaria “restrictiva en la mayoría de las principales economías durante algún tiempo”. 

Este miércoles se publicó también el dato de dato de IPC chino, que se desplomó casi un -1% en enero, siendo su cuarto descenso mensual consecutivo y la mayor caída en 15 años, los datos siguen mostrando debilidad, con el IPC acelerando su caída más de lo previsto en enero, al retroceder un -0,8% interanual frente al -0,3% previo y por debajo del -0,5% esperado, siendo este el cuarto mes consecutivo de descensos. Este comportamiento se explica sobre todo por la caída de los precios de los alimentos, que bajaron un -5,9% interanual, por lo que, si retiramos este componente muy volátil, la inflación se situaría en un aumento del +0,4% interanual. Por el lado de los precios de producción industriales, los datos también siguieron en negativo al caer en enero un -2,5% interanual, dos décimas por encima del -2,7% anterior y alejándose poco a poco del fuerte retroceso registrado a mediados del año pasado (en junio los precios de producción industriales cayeron un -5,4% interanual).


China tiene que aprender las lecciones de Japón. Gillian Tett. Financial Times.

Hace veinticinco años, escuché a un grupo de altos funcionarios financieros estadounidenses, entre ellos Timothy Geithner y Lawrence Summers, dar consejos a sus homólogos japoneses sobre cómo afrontar una crisis inmobiliaria. La esencia de su mensaje giraba en torno a dos palabras: “despejar los precios”. Mientras Japón se tambaleaba tras el colapso de la burbuja inmobiliaria de los años 1980, los funcionarios estadounidenses instaron a su gobierno a inyectar transparencia en el mercado y en los balances de los bancos, negociando los activos malos de forma que se estableciera un “suelo” de sus valores.

Al fin y al cabo, así fue como Estados Unidos salió de su propia crisis de ahorros y préstamos de los años 1980: subastó los préstamos dudosos a través de una Corporación de Resolución y Fideicomiso, atrayendo de nuevo a los inversores oportunistas al mercado y recuperando la confianza en el valor de los activos. En un principio, los japoneses no siguieron este consejo. Tampoco lo hizo Washington cuando estalló su propia gran crisis financiera más de una década después.

Al contrario. Los funcionarios estadounidenses desperdiciaron meses negando la magnitud de sus pérdidas por las hipotecas subprime, lo que llevó a los funcionarios japoneses a expresarme su queja porque los estadounidenses se negaban a tomar la dura medicina que habían recetado a otros. Sin duda, los historiadores del futuro escribirán libros sobre la ironía de esta situación y señalarán que sólo cuando Washington intentó finalmente crear precios de compensación, a finales de 2008, el sistema empezó a sanar.

Sin embargo, la pregunta clave ahora, mientras los mercados se tambalean por la implosión del grupo inmobiliario Evergrande, es si las autoridades chinas serán más sabias (o menos tontas) este 2024 que sus homólogos japoneses en 1997 o los estadounidenses en 2007.

Después de todo, en cierto modo los retos de China se asemejan a los de Japón en los años 1990: un sistema financiero centrado en los bancos se está enfocando cada vez más a los mercados de capitales; una economía en proceso de maduración está pasando de la industria a los servicios; la mala demografía amenaza la expansión futura; y una burbuja que se desinfla ha creado una montaña de préstamos dudosos, que ascienden a un total de 3,2 billones de yuanes (412.300 millones de euros), según datos oficiales, que casi con toda seguridad subestiman el problema.

Amortiguadores políticos

Afortunadamente, China cuenta con amortiguadores políticos que podrían hacer que esto resultase más fácil de abordar que en Japón: el Gobierno dispone de vastos recursos financieros, un control (más o menos) férreo de la economía, un sector privado muy emprendedor, y burócratas reflexivos. Para ilustrar este último punto: tras la publicación de mi libro sobre la “debacle del billón de dólares” en Japón, funcionarios chinos se pusieron en contacto conmigo deseosos por aprender las lecciones de la historia.

Sin embargo, como también señaló Goldman Sachs en un informe el pasado otoño, otros retos en China son peores que en el Japón de los años 1990. “La tasa de desocupación de inmuebles residenciales urbanos ronda el 20% en China”, señala, “más del doble de la tasa del 9% que soportaba Japón en 1990, y los precios de la vivienda son más altos: 20 veces los ingresos de un hogar en China, frente a las 11 veces en Japón durante 1990”.

Citibank se hace eco de ello: una reciente nota a clientes advierte de que “aunque las correcciones de los precios de los activos y su amplificación a través del sistema bancario serán probablemente más leves en China que en Japón… las perspectivas de crecimiento futuro para China pueden estar sufriendo una desaceleración más brusca”.

Proceso de desapalancamiento

Así pues, ¿intervendrá finalmente Pekín? Ahora mismo, la respuesta más realista es “quizá”. El desapalancamiento del sector inmobiliario ya ha comenzado. Algunos préstamos dudosos se están titulizando y comercializando. Y el valor de los inmuebles se está corrigiendo: los precios de los inmuebles de nueva construcción bajaron un 2% en términos anualizados el año pasado, frente al 10% de crecimiento de los precios a finales de la década pasada.

Además, la sentencia dictada la semana pasada por un tribunal de Hong Kong que exige la liquidación de Evergrande, con sus 330.000 millones de dólares (306.000 millones de euros) de pasivos, podría acelerar las ventas a bajos precios. También podría crear más presión para que Pekín adopte las políticas necesarias para iniciar un proceso de recuperación, como una transparencia adecuada en torno a los préstamos dudosos, mecanismos legales para negociar rápidamente los activos deteriorados (y ponerles precio) y medidas económicas para proteger a los consumidores de los peores daños.

Pero, por desgracia, también abunda la incertidumbre. No está claro si los tribunales de China continental respetarán la sentencia de liquidación de Hong Kong y si se permitirá la quiebra de otros grupos inmobiliarios. Tampoco está claro si la prioridad de Xi Jinping es impulsar el crecimiento económico o mantener una agenda ideológica que respalde al Gobierno del Partido Comunista. La primera exigiría transparencia y seguridad jurídica para los inversores; la segunda, (más) retraso en la cristalización del dolor.

Mientras el mundo espera a ver la respuesta de Pekín a la sentencia de Hong Kong sobre Evergrande, hay otra lección que aprender del Japón de los 1990: cuando los inversores sienten el temor a que existan pérdidas sin resolver en el sistema financiero que no pueden cuantificar, se crea una mentalidad deflacionista sigilosa que se refuerza a sí misma. Y una vez que arraiga un estado de ánimo deflacionista, resulta aún más difícil hacer frente a los préstamos dudosos (ya que aumentan en relación con el PIB nominal).

O para utilizar el eslogan que algunos japoneses solían recitarme: “Puedes meter carne podrida en un congelador, pero eso no elimina la putrefacción. Sólo elimina el olor… durante un tiempo”. Alguien debería traducirlo al chino e instar a los responsables políticos de Pekín a que muestren al mundo que pueden hacer un mejor trabajo a la hora de afrontar estos retos del que hicieron inicialmente los japoneses y los estadounidenses con su podredumbre financiera. Evergrande podría ser una poderosa prueba de ello.


Buen fin de semana!

Comentario de mercado viernes 2 de Febrero del 2024

Este comienzo de año destaca la fortaleza en el dólar, lo que tiene bastante sentido en el entorno actual. De un lado la muerte de los tres soldados americanos por drones desde Irak a lo que Biden contesta que “responderá y culpa a los grupos militantes iranies”, en China la inmobiliaria Evergrande se liquidará, con una deuda de 320.000 millones de dólares, además, seguimos con el ruido desde el Mar Rojo, donde tras el impacto de un misil en el petrolero, el precio del brent está subiendo un 8% en lo que va de año.

Esta semana se publicaron las previsiones de emisiones del Tesoro estadounidense para los dos próximos trimestres. Este documento cobró importancia el pasado verano ante el creciente déficit público en el país norteamericano. La primera sorpresa es que reduce las necesidades de financiación en mercados para el primer trimestre de 816.000 millones de dólares a 760.000 millones. Por otra parte, apunta a una necesidad de financiación de apenas 220.000 millones para el segundo trimestre del año. No obstante, las previsiones del segundo trimestre son mucho más volátiles, y más en un año electoral, pues se está discutiendo en las cámaras algunos recortes de impuestos por valor de 78.000 millones de cara a los próximos meses. El anuncio de unas menores emisiones de lo esperado trajo de nuevo el optimismo a las Bolsas americanas a comienzo semana.

Las últimas primarias en Estados Unidos parecen indicar que la carrera hacia la Casa Blanca volverá a disputarse entre Trump y Biden, y ello a pesar de que 2 de cada 3 estadounidenses quisieran a alguien nuevo, aunque sólo 2 de cada 5 dejarían de votar por este motivo. Parece que este año se incrementan las diferencias entre las diferentes economías, en cuanto a crecimiento, Estados Unidos mantiene el paso, aunque más lento, a pesar de lo cual el mercado sigue esperando agresivas bajadas de tipos de interés, China no es capaz de mantener el ritmo debido a problemas estructurales en su sector inmobiliario de difícil solución y Europa es muy dependiente de China y está prácticamente parada, pese a lo cual el Banco Central Europeo aún no se atreve a declarar victoria sobre la inflación y bajar tipos de interés.

Los fantasmas de la crisis se asoman ahora a China y muchos agentes abogan ya por una bajada de tipos de interés para intentar reactivar la economía. Pese a los anuncios de estas semanas pasadas la economía china sigue con los ojos puestos en la gran crisis y dependencia que hay en el sector inmobiliario y que lejos de desaparecer está aún muy presente. El bono del gobierno chino bajó a su nivel más bajo en 22 años como consecuencia. El bono a 10yrs chino cotiza al 2.463%. Exceso de inversión, sobreendeudamiento y un descenso estructural de la demanda debido a factores demográficos, hace creer a los analistas de Julius Bär que los problemas del sector inmobiliario en China son de naturaleza estructural. La caída del sector pone en problemas a familias y gobiernos locales. El gobierno tendrá que ingeniárselas para evitar el contagio al resto de la economía y para navegar el cambio hacia un modelo de crecimiento de mayor calidad.

Desde el punto de vista del análisis técnico en la mayoría de las clases de activo, un enero positivo presagia un año con mejores retornos de media que un enero negativo, desde 1981.

En los últimos doce meses, el S&P 500 se ha revalorizado alrededor de un 25%, mientras que el Euro Stoxx 600 lo ha hecho menos del 8% y el Ibex 35 algo más del 10%. Esa divergencia hace, según estimaciones de Bernstein, que las bolsas europeas coticen con el mayor descuento frente a las estadounidenses de los últimos 35 años. Si uno toma el múltiplo de valoración en los distintos parqués sobre los beneficios esperados por sus cotizadas el próximo año, Wall Street recibe una valoración superior en un 33%. Bernstein apunta que esta prima americana supera claramente el 20% que existía antes de la pandemia y la media histórica del 13%. Bernstein ve una oportunidad de inversión en los mercados europeos ante la posibilidad de que se cierre ese diferencial de valoración de forma progresiva. Para que se reduzca el descuento, dada la actual reticencia de muchos inversores internacionales a poner dinero en Europa, los estrategas de Bernstein ven necesario que se produzca algún tipo de detonante. “La distancia en la valoración es relativa debería estrecharse al no estar justificada por fundamentales. Pero el timing es difícil de determinar ante el buen momento actual de las bolsas americanas. Pero podrían darse algunos catalizadores durante el próximo año”, indica Bernstein.

Algunos de esos factores podrían ser la posibilidad de que haya recortes de tipos en Europa antes que en Estados Unidos, y que se frene el optimismo con la inteligencia artificial (IA) que está impulsando a las grandes tecnológicas de los parqués neoyorquinos. En este segundo escenario, todo el mercado podría bajar, pero el consuelo para el Euro Stoxx sería sufrir una caída menor que la del S&P.

La economía europea ha sorteado por segunda vez en un año la amenaza de recesión, la primera el invierno pasado a causa del corte del suministro de gas ruso y la segunda el último trimestre, a raíz de la subida de los tipos de interés que viene produciéndose desde 2022 y su impacto sobre la inversión y el consumo. Con todo, no se pueden lanzar las campanas al vuelo porque las dos primeras economías de la eurozona están muy golpeadas, Francia, tocada, con su economía estancada durante dos trimestres seguidos, y Alemania, hundida, con una contracción del 0,3% entre octubre y diciembre. Frente a ellas, Italia registró un tímido crecimiento del 0,2% y España un avance bastante más robusto del 0,6%, aunque sustentado fundamentalmente sobre el gasto público. Además, aunque pueda parecer positivo que la eurozona haya sorteado la recesión por segunda vez, la unión monetaria encadena cinco trimestres consecutivos bordeando el estancamiento, una atonía de la que será complicado salir.

La economía de la eurozona se estancó en el cuarto trimestre del año pasado con respecto al tercero, lastrada fundamentalmente por la contracción de la economía alemana, que se hundió un 0,3% entre octubre y diciembre, seguida de Francia, que mantuvo el mismo volumen de actividad que entre julio y septiembre. Además, hay que tener en cuenta que ambas potencias económicas europeas venían de un estancamiento en el tercer trimestre, lo que pone de manifiesto hasta qué punto los problemas están enquistados. De hecho, un dato que muestra hasta qué punto se ha frenado la eurozona en los últimos años es que el crecimiento anual del PIB, que a principios de 2022 todavía superaba el 5%, a pesar del agotamiento previo del efecto rebote tras la pandemia, en el último año se ha frenado a marchas forzadas, hasta el 0,1%. Y ello, a pesar de que otros países siguen creciendo con cierta fuerza, tanto dentro como fuera de la eurozona, como es el caso de España, con un incremento del PIB del 0,6%. En concreto, Portugal lidera el alza del PIB europeo, con un incremento del 0,8% entre octubre y diciembre, seguido de España, Bélgica, Letonia (0,4% en ambos casos), Italia, República Checa (0,2%) y Suecia (0,1%). Por el contrario, Irlanda, con una caída del 0,7%, y Lituania (0,3%) se suman a Alemania en su retroceso.

El origen del frenazo europeo radica en la subida de los precios del gas y de la electricidad, tras el corte del suministro ruso, lo que aceleró la espiral inflacionista que ya se estaba fraguando desde unos meses atrás por los cuellos de botella generados en la industria global por el coronavirus. Una subida de precios que, a su vez, llevó al Banco Central Europeo a subir los tipos de interés y a las empresas a incrementar sus salarios. Y todo ello ha generado un cóctel en el que el estrechamiento de los márgenes de beneficios de las empresas y la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores han lastrado la inversión y el consumo. Y, mientras que la periferia de la eurozona ha aguantado en cierta medida gracias al empuje del turismo, el núcleo se ha visto golpeado por la pérdida de competitividad de la industria (especialmente, en su rama automotriz) tras la subida de los precios de la energía y las dificultades del sector exportador en el entorno internacional actual, todo ello agravado con numerosas huelgas y protestas tanto en Francia como en Alemania.

Esta semana se publicaba la nota anual de Bain (https://www.bain.com/globalassets/noindex/2024/bain_report_global_m_and_a_report_2024.pdf), muy interesante, analizando la poca actividad de fusiones y adquisiciones empresariales (M&A) que hubo en 2023, según Bain, aparte de la subida de tipos de interés, la principal razón de la poca actividad fue el diferencial de expectativas de precios que hubo entre compradores y vendedores, según Bain ha aumentado mucho el gap de precios que piden los vendedores frente al precio que ofrecen los compradores:

El índice alcistas menos bajistas (Bulls minus Bears Index) sigue en la parte alta del rango pese a la corrección de las bolsas americanas de esta semana.

 AAII Bulls minus Bears

Importante esta semana:

Lo más importante de esta semana fue la reunión del miércoles de la Fed en la que, como se esperaba, decidió mantener los tipos de interés en su nivel más alto de los últimos 23 años, entre el 5,25% y el 5,5%, que se alcanzó en julio del año pasado. Se trata de la cuarta vez consecutiva que el banco central estadounidense mantiene sin cambios el precio del dinero. 

La novedad en esta ocasión es que por primera vez dejó de hablar de posibles alzas en el futuro y, por el contrario, reconoció abiertamente que a partir de ahora se plantean los recortes, aunque sin establecer un calendario, “No es apropiado reducir los tipos hasta que no haya suficiente evidencia de que la inflación se sitúa en el entorno objetivo del 2%”.

Mientras que en la reunión de diciembre el debate entre los gobernadores de la Fed giró en torno a si serían necesarios o no ajustes adicionales en los tipos de interés, a partir de ahora la duda está en cómo fijar el calendario para suavizar la política monetaria. El presidente de la Fed, Jerome Powell, reconoció ayer que todavía existe “mucha incertidumbre” sobre la evolución de los precios. Hizo hincapié en que “probablemente el ciclo alcista haya tocado techo y los tipos se recortarán en algún momento a lo largo de este año”, pero al mismo tiempo insistió en que “la Fed mantendrá los tipos altos incluso más tiempo del previsto si es necesario”. Todo dependerá de cómo evolucione la inflación.

Una de cal y otra de arena que sentó mal a las Bolsas americanas, después de las declaraciones de Powell el Nasdaq retrocedió un 2,23%, mientras que el S&P 500 y el Dow Jones perdieron un 1,61% y un 0,82%, respectivamente, y el dólar siguió subiendo recuperando el nivel por debajo del 1,08 dólares por euro.

La próxima reunión del banco central será el 20 de marzo, cuando se publiquen también las nuevas previsiones económicas y se despejen las dudas del mercado sobre la hoja de ruta hasta el verano. Tiempo de sobra también para ver cómo evolucionan los datos macroeconómicos. El gasto de los consumidores ha sido fuerte y la economía estadounidense cerró 2023 con un alza del 3,1% en conjunto, muy por encima de las previsiones que manejaba el mercado. Por otra parte, las presiones salariales disminuyeron en diciembre, lo que a priori tendría un efecto positivo sobre la inflación. Además, el índice de costes laborales, que es uno de los que más tiene en cuenta la Fed, puso de manifiesto que los salarios crecieron un 0,9% en el último trimestre, el menor aumento registrado desde mediados de 2021. 

También hay que tener en cuenta que más allá de la evolución de los tipos de interés, la Fed está ajustando la política monetaria utilizando otras herramientas, como la reducción de su cartera de bonos y otros activos de su balance (valorado en 7,7 billones de dólares) en cerca de 80.000 millones de dólares mensuales.

Se frena la creación de empleo privado en Estados Unidos según los datos de ADP publicados el miércoles. En enero, el aumento del empleo según la consultora privada se situó en 107 mil nuevos puestos de trabajo, un dato por debajo de los 158 mil de diciembre y menor que los 150 mil esperados. Una cifra que sigue mostrando una positiva creación de empleo pero que comienza el año con un menor dinamismo del previsto. Estos datos son la antesala de las cifras oficiales de empleo que conoceremos el viernes. Siguiendo con el mercado laboral, se publicó también el índice de costes de empleo que en el 4T se moderó dos décimas hasta el +0,9% interanual.

Muchas noticias también desde Asia esta semana, la autoridades Chinas anunciaron que detenían el préstamo de acciones para ventas en corto. Las bolsas de Shanghái y Shenzhen prohíben a los inversores prestar para hacer ventas en corto (short-selling) durante periodos de tiempo determinados por el regulador. Con esta acción se intenta impulsar las bolsas interiores que no paran de registrar pérdidas desde 2021. La medida entró en vigor este lunes y, a partir del 18 de marzo, se introducirán más restricciones al préstamo de acciones. Sin embargo, se espera que tenga un impacto limitado debido a un sentimiento de mercado que se mantiene débil. En 2015, China restringió las ventas en corto, pero los índices continuaron cayendo en los meses sucesivos. 

El Tribunal Superior de Hong Kong ha ordenado la liquidación de Evergrande, la promotora inmobiliaria más endeudada del mundo. La cotización de acciones de Evergrande se ha suspendido después de que se desplomase este lunes un 21%, concediendo un valor de mercado de tan solo 275 millones de dólares (en su pico de valoración llegó a valer más de 50.000 millones de dólares). La compañía no ha conseguido ejecutar ningún plan de reestructuración de deuda desde que en diciembre de 2021 incumpliese el pago de un bono en dólares y desencadenase una crisis en el sector. El control de la empresa pasará a los liquidadores provisionales, que deberán gestionar unos pasivos por valor de 333.000 millones de dólares

En Europa ayer conocimos los datos de inflación, la inflación en la eurozona se moderó una décima en enero, hasta el 2,8%, de acuerdo con los datos publicados ayer por Eurostat. Una ralentización que se debe, fundamentalmente, a la relajación de las subidas de los precios en los alimentos procesados y los bienes industriales. Con todo, el dato ha quedado ligeramente por encima de las previsiones de los analistas, lo que apunta a que las tensiones inflacionistas siguen persistiendo a pesar del frenazo de la economía europea, y eso podría hacer que las primeras rebajas de los tipos de interés fueran algo más tardías y escasas de lo esperado hace unos meses. Y todo ello con el problema añadido de que el descenso en Europa contrasta con un pequeño acelerón en España, lo que hace que las exportaciones nacionales pierdan competitividad.

La energía contribuyó de manera positiva a la relajación de la inflación, tras las fuertes subidas de hace un año, se ralentiza del 6,7% en diciembre al 6,3% en enero, mientras que la subida de los precios en los servicios se mantiene estable, en el 4% anual. Con todo ello, la inflación subyacente se modera también una décima, al 3,3%.

Sin embargo, el dato no es totalmente positivo, ya que supone una sorpresa positiva para los analistas, que apostaban por un ajuste de una décima más, hasta el 2,7%. Hay que tener en cuenta que la inflación venía de una tendencia descendente de forma prácticamente ininterrumpida desde octubre de 2022 que solo se vio truncada en diciembre del año pasado, con un repunte del 2,4% en noviembre al 2,9% en el cierre del año, por lo que la gran duda era si el indicador se alinearía ahora con la tendencia anterior o se vería afectado por el repunte, como finalmente ha sucedido. Además, los precios han caído un 0,4% en la tasa mensual, entre diciembre (cuando tienden a subir por el gasto adicional de la Navidad) y enero (un mes marcado por los descuentos), tres décimas menos que el promedio en los 20 años anteriores. Algo que rompe la tendencia desinflacionista de los cuatro meses anteriores, todos ellos con una evolución mensual por debajo del promedio histórico.

Esto significa que las tensiones inflacionistas se mantienen, debido principalmente a que las empresas están trasladando a los precios de venta el incremento de los salarios, avivados tanto por las reivindicaciones sindicales fundamentadas en la inflación como por la falta de profesionales en determinados puestos, especialmente en el sector servicios. Pero a ello habría que sumar los efectos de la crisis del mar Rojo, que han disparado el precio de las importaciones desde Asia, lo que ya se estaría empezando a notar en algunos productos. Esto puede suponer un problema de cara a la relajación de la política monetaria que debería tener lugar en los próximos meses.

Además, el análisis por países muestra que esta ralentización de la espiral inflacionista tiene dos caras negativas. La primera es qué parte del ajuste se ha producido debido al desplome de la demanda en los países más afectados por el frenazo económico en la segunda mitad del año, Francia y Alemania. En concreto, los precios en las dos primeras potencias de Europa frenan siete décimas el último mes, al 3,1% en Alemania y al 3,4% en Francia, lo que aviva las dudas de hasta qué punto el freno de la inflación se debe a una moderación de los costes y cuánto a una reducción de los márgenes de beneficios. En sentido contrario, la inflación en España repunta dos décimas, al 3,5%, con que la economía nacional pierde siete décimas de competitividad con la eurozona en lo que supone el cuarto retroceso consecutivo, lo que complica la evolución del sector exportador

En España este martes se publicaron importantes cifras macroeconómicas. Destacó la sorpresa positiva del crecimiento en la parte final del año pasado, con una aceleración del PIB en el último trimestre del año que avanzó un +0,6% trimestral frente al +0,4% anterior. Con ello el crecimiento del PIB frente al mismo periodo del año pasado se elevó hasta el +2% interanual, un aumento que vino en su totalidad por la aportación de la demanda interna. Por agregados, el gasto en consumo final se aceleró 1,4 puntos respecto al trimestre anterior al crecer un +2,9% interanual. Por su parte, el consumo de los hogares aumentó un +2,3% y el de las Administraciones Públicas se incrementó un +4,4%. Por el lado negativo, la inversión sigue menos dinámica, con la formación bruta de capital registrando una caída del -0,4%. En cuanto al sector exterior, las exportaciones crecieron un +1,2%, mientras que las importaciones avanzaron un +1,7%. Con este dato, y por agregación temporal de los cuatro trimestres, el crecimiento en volumen del PIB en el conjunto del año 2023 fue del +2,5%. También el martes se publicó el dato de IPC preliminar de enero que en su tasa general repunta y pone freno a la moderación de la inflación. En concreto, el índice preliminar se situó en un aumento del +3,4% interanual, tres décimas por encima del mes anterior. Aunque todavía no está disponible la evolución de los componentes, según indica el INE, este comportamiento de la inflación se explicó principalmente por la subida de los precios de la electricidad, frente a la bajada de enero de 2023. En cuanto a la tasa subyacente (la que retira energía y alimentos) los datos fueron más alentadores, dado que continúa la tendencia de moderación, aunque a un menor ritmo del esperado: disminuye dos décimas hasta un aumento de los precios del +3,6% interanual.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha vuelto a ajustar esta semana a la baja las previsiones económicas de España para 2024. Según el organismo, nuestra economía crecerá este año un 1,5%, dos décimas menos de lo que preveía en octubre, cuando ya recortó esta cifra, que partía de un 2%.

De cara a 2025, el FMI mantiene su pronóstico en el 2,1%, señalando una ligera recuperación tras tres años consecutivos de ralentización, pasando de un crecimiento del 6,4% en 2021 al 1,5% este año (en 2022 el avance fue del 5,8% y en 2023 del 2,5%).

En octubre, el FMI mejoró las previsiones españolas confiando en la recuperación del turismo como motor económico de nuestro país. Sin embargo, ahora cree que ni el turismo conseguirán compensar el empeoramiento generalizado de la economía en toda la zona euro.

El empeoramiento en las estadísticas es común en la mayor parte de Europa, incluyendo también a Reino Unido. De hecho, España ni siquiera es de los que salen peor parados, según se desprende de la última actualización del informe sobre Perspectivas de la Economía Mundial.

De media, la zona euro apenas avanzará este año un 0,9%, es decir, tres décimas menos de lo previsto hasta ahora. Alemania es de los que más retroceden, y si bien saldría de la recesión en la que entró el año pasado, su PIB no avanzaría más de un 0,5% en 2024, lo que supone una rebaja de medio punto porcentual respecto a las estadísticas que se manejaban en octubre.

Francia ha visto sus previsiones rebajadas en tres décimas, hasta el 1%, mientras que Italia se mantiene en el 0,7%.

El empeoramiento en la zona euro responde a “una exposición relativamente elevada a la guerra en Ucrania”, y aunque desde el Fondo Monetario creen que los precios de la energía cederán en los próximos meses, consideran que las perspectivas no son alentadoras tras cerrar 2023 con unas cifras peor de lo que se esperaba.

En cuanto a Reino Unido, se mantiene sin cambios este año, en el 0,6%, pero de cara al futuro su economía podría afrontar riesgos que han llevado al Fondo Monetario a rebajar sus cifras hasta en cuatro décimas para 2025, quedando en el 1,6%.

Entre las economías avanzadas, Estados Unidos será el motor del crecimiento este año. El FMI ha revisado al alza sus estadísticas de cara al presente ejercicio en seis décimas, hasta alcanzar el 2,1%. Hay que tener en cuenta que su PIB cerró 2023 con un incremento del 3,3% gracias al tirón del consumo en los hogares y el gasto público, superando así todas las previsiones, incluyendo las del organismo dirigido por Kristalina Georgieva, que todavía no ha actualizado el dato (calculaba un 2,5%).

De hecho, el peso de Estados Unidos en las cifras globales es tan importante que, pese a la revisión a la baja en la zona euro, Canadá y Japón, en términos mundiales se espera un crecimiento del 3,1%, dos décimas más por encima de lo previsto hasta el momento.

También contribuyen a esta mejora, aunque ligeramente, las economías emergentes, que de media han visto crecer sus previsiones una décima, hasta el 4,1% para este año y un 4,2% para 2025. En este capítulo, China e India serán los países que más crezcan, un 4,6% y un 6,5%, respectivamente, en 2024.

En el caso de América Latina, el FMI alerta de que no soplan vientos a favor y también ha recortado sus previsiones, en este caso, cuatro décimas, hasta el 1,9% este año, pese a que Brasil y México, los dos grandes motores económicos de la región, seguirán creciendo a buen ritmo. El organismo ha revisado al alza los datos de ambos para este ejercicio, hasta el 1,7% y el 2,7%.

Luces y sombras en las previsiones del FMI, que alerta de que la economía mundial está lejos del promedio histórico del 3,8% registrado entre 2000 y 2019 a consecuencia de “los elevados tipos de interés para combatir la inflación, el repliegue del apoyo fiscal en un entorno de fuerte endeudamiento y el bajo crecimiento de la productividad”.


Fuerzas opuestas sobre la economía global. Mohamed El-Erian. Presidente del Queen’s College de la Universidad de Cambridge

Parece que, se mire donde se mire, se está librando una guerra en los mercados o en las economías. Por una parte, las perspectivas positivas impulsan la esperanza de una prosperidad sostenible, atractivas rentabilidades sobre la inversión y verdadera estabilidad financiera. 

Por otra, está el legado del sobreendeudamiento, el crecimiento de baja calidad y errores políticos. La solución es dejar atrás una gestión económica exhausta que no ofrece una prosperidad duradera e inclusiva consistente con el bienestar de nuestro planeta.

Por suerte, la mayor parte de la carga histórica es gestionable. Donde no lo sea, se puede conseguir con la respuesta oportuna de los sectores público y privado. En cuanto a las perspectivas económicas, los países avanzados anticipan un año de inflación más baja, deuda menos cara y financiación más abundante. 

Esto significa una disponibilidad mayor de hipotecas para las familias, mientras las empresas se benefician de un acceso más fácil a la financiación del mercado a niveles notablemente más bajos comparado con los índices de endeudamiento de referencia.

El reto para ambos sectores está en la gestión del legado de los últimos años. El impacto de las agresivas subidas de los tipos de interés aún no se ha dejado sentir por completo, y los niveles de deuda de las familias han aumentado a niveles casi preocupantes. El vencimiento de la deuda que se avecina tendrá que ser refinanciado con términos menos favorables de los contratados originalmente. 

Limitado espacio fiscal

La fuerte demanda apuntalada por un mercado laboral sano no es suficiente para asegurar la gestión de estos retos históricos. Los gobiernos tienen un espacio fiscal limitado debido a unos déficits y deuda altos, y una refinanciación más cara. Los bancos centrales, dispuestos a alargar su lista de errores entre 2021 y 2023, dudan sobre si reducir los tipos de forma agresiva.

Además, se extiende la noción de que los viejos estímulos son menos viables y deseables ahora que vivimos en un mundo con un suministro de productos y servicios poco flexible –una vulnerabilidad exacerbada por los shocks geopolíticos–. A excepción de algunos países en Asia y países del Golfo, el mundo en desarrollo carece de la capacidad para actuar como motor de crecimiento global que ayude a levantar el exceso de deuda.

Esto es más llamativo en China. Allí ha habido cierto progreso en pivotar hacia un “crecimiento de calidad”, enfocándose en el desarrollo tecnológico, la energía verde y la transición hacia actividades domésticas dirigidas por el consumidor. Pero hay una gran presión para arrancar el viejo e ineficiente motor del crecimiento con consecuencias no intencionadas. En los mercados financieros, la euforia ante los nuevos máximos de las Bolsas en un creciente número de países avanzados debe equilibrarse frente a la amenaza planteada por activos con excesivo apalancamiento y con un valor no razonable. 

El principal ejemplo es el sector inmobiliario comercial, donde la reevaluación a la baja de proyectos suscritos durante el apogeo de unos tipos de interés bajos está ocurriendo lentamente. Afortunadamente, es un problema que solo plantea un riesgo limitado para la estabilidad financiera. 

Allanar el camino

Pero cuanto más tarden los inversores en captar la dura realidad, más esperarán los fondos en los que ya se puede invertir, a no ser que se contaminen por el reconocimiento eventual de grandes pérdidas no resueltas, y el mayor riesgo de contagio a las clases de activos adyacentes. Acabar con el exceso de deuda y remodelar los modelos de crecimiento ayudaría a allanar el camino para superar errores pasados y explotar oportunidades futuras.

Un camino que podría asegurarse primero con acciones gubernamentales que permitieran nuevos motores de crecimiento económico; segundo, mayor realismo por parte de algunas familias, corporaciones e inversores de que no estamos regresando a un mundo de tipos de interés artificialmente bajos; tercero, mejores redes de seguridad para proteger a los más vulnerables de la sociedad; y cuarto, una reestructuración más rápida de la deuda no viable.

Estos retos son más difíciles debido al oscurecimiento de la geopolítica, que alimenta la fragmentación, desata los vientos de la estanflación y entorpece la cooperación internacional. Las continuas guerras se han añadido a la olla de forma destructiva con miles de civiles muertos o perdiendo sus hogares. Los problemas económicos y de mercados siempre palidecerán frente a un sufrimiento tan profundo.


España no es ajena a sorpresas negativas. Alicia Coronil Jónsson. Economista jefe de Singular Bank y asesora del Círculo de Empresarios.

Nuevamente, iniciamos un año marcado por elevados niveles de incertidumbre, que parecen confirmar que nos enfrentamos a una era de volatilidad y de reinvención constante. Mientras que las perspectivas económicas proyectan un escenario de desaceleración global, que irá acompañado de una mayor moderación de las tensiones inflacionistas y el inicio de la bajada de los tipos de interés oficiales por parte de las autoridades monetarias estadounidenses y europeas a partir del mes de junio, el complejo escenario geoeconómico y la creciente polarización política y social podrían desembocar en el denominado desorden mundial y, en consecuencia, en la ruptura del statu quo internacional y nacional vigente desde la caída del muro de Berlín y desde nuestra transición democrática, respectivamente. 

De esta forma, la cautela se impone ante las incertidumbres que giran en torno a la guerra de Ucrania, el deterioro de la situación social en el Sahel y en América Latina, las crecientes incógnitas sobre la reacción de China tras el resultado electoral de Taiwán, y las derivadas del conflicto entre Israel y Hamás al resto de la región ante los ataques de los hutíes en el mar Rojo, la tensión en la frontera del Líbano y el bombardeo de Irán a supuestas posiciones terroristas en Irak, Siria y Pakistán. Especialmente, los últimos acontecimientos en Oriente Próximo, en función de su grado de escalada y la duración de la situación de inseguridad en el mar Rojo, podrían lastrar el proceso desinflacionista esperado durante este año y reducir el ritmo de rebajas de tipos de interés de la Fed y el BCE. 

Así, según estimaciones de Oxford Economics, si se prolonga esta crisis de seguridad en los próximos meses, el repunte del precio del petróleo y de otras materias primas, del coste de los fletes o el retraso en el suministro de mercancías se traducirían en unas tasas de inflación general hasta 0,7 puntos superiores a las previstas en 2024. Un panorama que refleja que las sorpresas negativas económicas podrían verse provocadas especialmente por la evolución del tablero geopolítico, en un año de superciclo electoral en el que más de un 40% de la población mundial ejercerá el voto en 50 elecciones nacionales

Mientras no se esperan cambios de liderazgo en Rusia, Venezuela o India, los resultados del Parlamento Europeo y, especialmente, en EEUU serán clave para el devenir de las relaciones entre el Norte Global y el Sur Global y de la polarización mundial. 

Más allá de estas incógnitas, 2024 previsiblemente será un año en el que el dinamismo de la actividad en EEUU podría sorprender al alza, frente a la moderación del ritmo de avance del PIB de China a un 4,5% anual y a la necesidad de la potencia asiática de reinventar su modelo económico ante la persistencia de su crisis inmobiliaria, el deterioro de su marca país, el menor dinamismo de su sector exterior y las crecientes tensiones comerciales con la UE y EEUU, sus elevados niveles de endeudamiento total y el envejecimiento de su población. Todo ello en un contexto en el que el frágil momentum político, social y económico de Alemania, y las menores expectativas de actividad en Francia o Italia, también anticipan un riesgo de estancamiento en la eurozona. 

Por tanto, 2024 será un año en el que también España registrará una acusada desaceleración, con una tasa de crecimiento económico que podría limitarse a un 1,2% anual (frente al 2,4% en 2023). Una significativa moderación de la actividad que no estará explicada únicamente por el complejo escenario global, sino también en clave interna por las implicaciones negativas de la polarización e inestabilidad política, del deterioro de la calidad institucional y de la seguridad jurídica, y de las decisiones económicas adoptadas sin el consenso del tejido empresarial y sin abordar los retos que afronta España en esta nueva era de volatilidad y reinvención.

No cabe duda de que el escenario base de la economía española ofrece unas previsiones en términos de crecimiento más positivas que las del resto de las economías avanzadas de la OCDE, con la excepción de EEUU, Australia o Corea del Sur, apoyadas por las positivas perspectivas del sector turístico y la mayor resiliencia que sigue mostrando nuestro sector exterior e industrial frente a la situación en Alemania. Sin embargo, nuevamente esta senda de crecimiento previsiblemente no irá acompañada de una corrección de nuestros problemas estructurales (deuda, déficit, desempleo, educación, reducido tamaño medio de nuestras empresas o peso de la economía sumergida), y que continuarán lastrando nuestra productividad y capacidad de generar una senda de crecimiento sostenible y con mayor grado de resiliencia ante posibles perturbaciones y shock económicos.

La creciente falta de predictibilidad, el aumento de la presión fiscal y de las cotizaciones sociales, los desequilibrios presupuestarios estructurales, el riesgo de una mayor intervención pública en la iniciativa empresarial no sólo no contribuirán a que España se posicione como un actor clave en la reconfiguración de las cadenas de valor globales, al que puede aspirar por sus fortalezas, sino que tampoco favorecen la productividad y competitividad de nuestro país. 

Los datos son indiscutibles, según los datos de IVIE y la Fundación BBVA, desde el año 2000, la productividad total de los factores en España ha caído de forma acumulada un 7,3% frente al significativo avance registrado en el mismo periodo en EEUU (15,5%) o en Alemania (11,8%). Un hecho que explicaría la dificultad de nuestro país para lograr una senda más robusta de crecimiento y un incremento sostenido de los niveles de renta per cápita, que nos permita posicionarnos como una de las diez mayores economías del mundo. 

Todo ello en un entorno marcado en los últimos años por el fuerte incremento del volumen de la deuda pública hasta un 109,8% en el tercer trimestre de 2023, derivado por el impacto de la pandemia y del aumento del gasto estructural ante el envejecimiento de la población y las decisiones de política económica de demanda, en lugar de impulsar medidas de ofertas orientadas a impulsar el crecimiento del tamaño medio de las empresas españolas, mejorar la innovación y la calidad del nuestro sistema educativo, ampliar las bases imponibles o reducir el peso de la economía sumergida. En este sentido, según la OCDE, ésta representa un 17,2% del PIB español, casi duplicando su nivel frente a Reino Unido, Países Bajos o Austria, y contribuyendo negativamente a la calidad del empleo o a la recaudación pública.

De ahí que, en un contexto de profundas transformaciones, incógnitas y un creciente reto demográfico (España no sólo ha registrado por primera vez menos de 300.000 nacimientos, sino que afronta una pérdida de valor del capital humano un 40% superior al registrado en 2019), no parece que 2024, sea más allá de las cifras de avance del PIB, un año en el que nuestro país construya unas bases sólidas e integradores de crecimiento que permitan corregir nuestros grandes problemas estructurales y desequilibrios. La polarización política y olvidar el papel vertebrador que ejerce la empresa, junto a la necesidad de abordar un presupuesto de base cero y su diseño con cautela y basado en escenarios macroeconómicos alternativos, no nos ayudarán como país a afrontar esta era de volatilidad y reinvención socioeconómica, tecnológica, medioambiental y geopolítica. 


¿Qué aterrizaje puede tener la economía mundial? Nouriel Roubini. Profesor emérito de Economía en la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York, economista principal y cofundador de Atlas Capital Team y autor de Megathreats: Ten Dangerous Trends That Imperil Our Future, and How to Survive Them (Little, Brown and Company, 2022).

Hace un año por estas fechas, alrededor del 85% de los economistas y analistas de mercado (incluido yo) preveía que Estados Unidos y la economía mundial sufrirían una recesión. La inflación, en caída pero persistente, hacía pensar que todavía faltaba un período de endurecimiento monetario antes de una rápida flexibilización al llegar la recesión; las bolsas caerían y los rendimientos de los bonos se mantendrían elevados. En vez de eso, sucedió casi lo contrario. La inflación se redujo más de lo esperado, no hubo recesión, las bolsas subieron y los rendimientos de los bonos primero tuvieron un alza y luego cayeron. De modo que conviene encarar los pronósticos para 2024 con humildad. Pero la tarea es en esencia la misma: proponer diversos escenarios (de base, optimista y pesimista) y asignarles probabilidades a lo largo del tiempo a cada uno.

Para muchos economistas y analistas (no todos), hoy el escenario de base es un aterrizaje suave, en el que las economías avanzadas (comenzando por Estados Unidos) evitan una recesión, pero el crecimiento se mantiene por debajo del potencial, la inflación sigue cayendo en dirección a alcanzar la meta del 2% en 2025, y los bancos centrales tal vez comienzan a reducir sus tipos de interés en el primer o segundo trimestre de este año. Este escenario sería el mejor para los mercados de bonos y renta variable, que ya han comenzado una tendencia alcista en previsión de que suceda.

El escenario optimista es ‘sin aterrizaje’: el crecimiento (al menos en Estados Unidos) se mantiene por encima del potencial y la inflación no se reduce tanto como prevén los mercados y la Reserva Federal de los Estados Unidos. La bajada de tipos de interés también será más tardía y lenta que en las previsiones de la Fed, de otros bancos centrales y de los mercados. Paradójicamente, y a pesar de la mejora sorprendente del crecimiento que trae consigo, este escenario sin aterrizaje sería malo para los mercados de acciones y bonos, porque implica que los tipos de interés serán un poco más altos por más tiempo.

¿Aterrizaje accidentado?

Un escenario ligeramente pesimista es un aterrizaje accidentado, con una recesión breve y superficial que provoca una caída de la inflación mayor y más rápida que la prevista por los bancos centrales. La reducción de los tipos de interés se adelantará, y en vez de los tres recortes de 25 puntos básicos insinuados por la Fed, podría haber seis, como ya están cotizando los mercados.

Por supuesto, también puede haber una recesión más grave que lleve a una crisis crediticia y de deuda. Pero aunque el año pasado este escenario parecía bastante probable (debido al encarecimiento de los commodities que siguió a la invasión rusa de Ucrania y algunas quiebras de bancos en Estados Unidos y Europa), hoy ya no lo parece, por la debilidad de la demanda agregada. Solamente habría que preocuparse si se produjera una nueva perturbación estanflacionaria importante, por ejemplo un encarecimiento de la energía derivado del conflicto en Gaza, sobre todo si se convierte en una guerra regional más amplia con participación de Hezbolá y de Irán, que afecte la producción y exportación de petróleo del Golfo.

En cuanto a otras perturbaciones geopolíticas (por ejemplo, nuevas tensiones entre Estados Unidos y China), lo más probable es que no sean tanto estanflacionarias (menos crecimiento y más inflación) cuanto contractivas (menos crecimiento y menos inflación), a menos que provoquen trastornos importantes en el comercio internacional o afecten la producción y exportación de chips taiwaneses. 

Perturbación

Otra gran perturbación puede producirse en noviembre con la elección presidencial en los Estados Unidos. Pero en ese caso los efectos se sentirán más en 2025, de no mediar una situación de gran inestabilidad interna antes de la elección. Pero aquí también, la agitación política en los Estados Unidos contribuiría más al estancamiento que a una estanflación.

En relación con la economía mundial, el escenario sin aterrizaje y el de aterrizaje forzoso hoy parecen extremos muy improbables, aunque la probabilidad del primero es mayor para Estados Unidos que para otras economías avanzadas. Luego, que el aterrizaje sea suave o accidentado depende de cada país o región.

Por ejemplo, en Estados Unidos y algunas otras economías avanzadas parece muy probable un aterrizaje suave. A pesar del endurecimiento monetario, el crecimiento en 2023 fue superior al potencial, y la inflación siguió cayendo, al resolverse los efectos negativos de la pandemia sobre la oferta agregada. En cambio, la eurozona y el Reino Unido tuvieron crecimiento inferior al potencial y cercano a cero o negativo durante los últimos trimestres, ya que la inflación se redujo y puede que no consigan un mejor desempeño en 2024 si persisten los factores que debilitan el crecimiento.

Que las economías más avanzadas tengan un aterrizaje suave o accidentado depende de una variedad de factores. Para empezar, el endurecimiento monetario opera con retardo, y es posible que tenga más efecto en 2024 que el que tuvo en 2023. Además, la refinanciación de deudas puede dejar a muchas empresas y hogares con costos de servicio de deudas bastante más altos para este año y el siguiente. Y si alguna perturbación geopolítica activa otro episodio inflacionario, los bancos centrales estarán obligados a posponer la reducción de tasas. Bastaría una pequeña escalada del conflicto en Medio Oriente para encarecer la energía y obligar a los bancos centrales a reconsiderar sus pronósticos actuales. Y hay muchas megaamenazas estanflacionarias a medio plazo con capacidad para reducir el crecimiento y aumentar la inflación.

Perspectivas de China

Luego está China, que ya experimenta un aterrizaje accidentado. Sin reformas estructurales (que no parecen próximas), su crecimiento potencial será inferior a 4% durante los próximos tres años y cercano al 3% en 2030. Tal vez las autoridades chinas consideren inaceptable un crecimiento efectivo inferior al 4% este año; pero alcanzar el 5% es imposible sin un estímulo macro a gran escala, que llevaría a niveles peligrosos unos ratios de apalancamiento que ya son elevados.

Lo más probable es que China implemente un estímulo moderado pero suficiente para llevar el crecimiento un poco por encima del 4% en 2024. En tanto, los frenos estructurales al crecimiento (el envejecimiento poblacional, el exceso de deuda, un sector inmobiliario inflado, la interferencia estatal en la economía, la falta de una red de seguridad social sólida) persistirán. Puede que al final China evite un aterrizaje forzoso total con una grave crisis de deuda y financiera, pero es de prever un aterrizaje accidentado con cifras de crecimiento decepcionantes.

El mejor escenario para los precios de los activos, las acciones y los bonos es un aterrizaje suave, aunque tal vez las cotizaciones actuales ya lo tengan incorporado. Un escenario sin aterrizaje sería bueno para la economía real pero malo para los mercados de bonos y renta variable, porque impediría a los bancos centrales continuar las bajadas de tipos. Un aterrizaje accidentado sería malo para las acciones (al menos hasta que parezca que la recesión breve y superficial tocó fondo) y bueno para los bonos, ya que implica una rebaja de tipos adelantada y más rápida. Finalmente, es evidente que un escenario más estanflacionario sería lo peor para las acciones y los bonos.

Por ahora, los peores escenarios parecen los menos probables. Pero hay muchos factores (en particular, sucesos geopolíticos) que pueden arruinar los pronósticos de este año.


Buen fin de semana!

Comentario de mercado viernes 26 de Enero del 2024.

En los últimos dos años la política monetaria ha sido un factor determinante en el comportamiento de la renta variable. Esta semana una nota de Columbia Threadneedle analizaba cuál ha sido el comportamiento histórico de los distintos sectores en un entorno de desaceleración en el que se observaba que los sectores con mayor rentabilidad en media ha sido tecnología, salud y en menor medida utilities que representan precisamente ese sesgo growth y sesgo defensivo. Los sectores con peor rentabilidad en esa fase del ciclo han sido servicios de comunicación y consumo básico, seguidos de sectores más cíclicos como materiales, consumo discrecional y financieras. Si se cumple este patrón para 2024, deberíamos estar más posicionados en sectores de crecimiento y calidad frente a sectores más cíclicos, que es como ha comenzado este año, con el Nasdaq siendo el índice que mejor performance está teniendo.

En el escenario base de Columbia Threadneedle piensan que lo peor de la inflación ya se ha quedado atrás y que estamos en una fase de estabilización de la inflación o desaceleracíon a medio y largo plazo. En entornos de inflación estabilizándose o la baja el factor de crecimiento suele hacerlo mejor que el índice en la mayoría de los casos. Las compañías ganadoras son aquellas con poder de fijación de precios y adicionalmente invertir en compañías con modelos de negocios robustos ofrece un “buffer” de seguridad en  entorno posible de volatilidad.

Esta semana leía también una nota muy interesante de Dunas Capital sobre el principal riesgo inflacionista que existe ahora en Europa, que es el riesgo a las subidas de los salarios, las principales conclusiones de la nota son que pese a la debilidad manifiesta de la actividad en la Unión Monetaria Europea, el mercado laboral sigue presentando señales muy claras de tensionamiento, con un número importante de empresas que encuentran problemas para encontrar mano de obra cualificada. Ello se está traduciendo en salarios muy elevados que están sosteniendo al componente de servicios del IPC en zonas poco compatibles con una normalización inflacionista. Pese a que, en el pasado, la caída de los registros de IPC sirvió como indicador adelantado de los salarios, en esta ocasión existe un riesgo claro de que la historia no se repita. Ello supondría un problema en la retórica desinflacionista que prima actualmente en el mercado.

Más de dos años después, el S&P 500 ha vuelto esta semana a máximos históricos impulsado principalmente por la tecnología, que sigue siendo el motor del último rally gracias a unas expectativas de mayor demanda de semiconductores lanzada por Taiwan Semiconductors. El buen comportamiento de una serie de compañías, las siete magníficas, ha supuesto el principal impulso para el índice. En este sentido, el S&P 500 equiponderado se encuentra en niveles un 5% por debajo de los máximos. Finalmente, la valoración del índice se sitúa en 20 veces beneficios, lo que fija una prima de riesgo de la bolsa frente a los bonos a 10 años del 1%, la más baja desde 2002, lo cual es una valoración muy elevada que exige unos retornos futuros muy exigentes, en mi opinión.

Veo complicado que los Siete Magníficos puedan mantener las valoraciones actuales a las que cotizan, en términos de capitalización bursátil representan lo mismo que las siguientes 42 compañías del S&P 500 generando la mitad de beneficios que estas y las ventas de las 7 suponen el  40% de las ventas de esas 42 empresas juntas… lo cuál no veo muy sostenible.

De hecho sólo Nvidia y Microsoft representaron el 57% de la ganancia en el S&P 500 durante el último mes.

Esta semana han salido noticias que podrían lastrar los próximos beneficios de las grandes tecnológicas, que se encuentran en el punto de mira de los reguladores. Alphabet, Amazon y Microsoft han recibido citaciones para ser investigados por sus alianzas con startups de Inteligencia Artificial y su impacto en la competitividad. Microsoft ha invertido más de 13.000 millones de dólares en OpenAI y fue sometido a revisiones antimonopolio en Reino Unido y la Unión Europea. Google y Amazon han invertido 2.000 y 4.000 millones de dólares en Anthropic, respectivamente. La Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos ha citado a las tecnológicas para recaudar información, alegando que “no pueden utilizar la innovación como cubierta para romper la ley”. Miembros de la comisión han criticado que las compañías han diseñado las transacciones para evadir la ley de fusiones y evitar su notificación a las instituciones antimonopolio. Google ha declarado que no presenta los derechos exclusivos de Anthropic. Por su parte, Microsoft ha comentado que estas alianzas promueven la competencia y aceleran la innovación. Amazon y Anthropic han evitado hacer declaraciones. 

Nos encontramos con la bolsa de Hong Kong en mínimos de 19 años, mientras que el índice japonés toca máximos de 34 años. Parece que los inversores huyen del continuado frenazo chino para refugiarse en las mejores perspectivas cíclicas niponas. Dadas las políticas que se están adoptando en ambos países, tratar de ir contras estas tendencias puede ser especialmente complicado en este ocasión.

La economía China perdió dinamismo en el último trimestre del año y parece que lo seguirá perdiendo en 2024, con el sector inmobiliario siendo el principal lastre. La decisión de las autoridades de ayudar a la economía ampliando la oferta, apoyo al sector manufacturero, infraestructura, en lugar de ayudar a la demanda hará que las presiones deflacionistas. Julius Bär espera un crecimiento para 2024 del 4,4% (desde el 5,2% que creció en 2023).

La inflación japonesa se situó en el 2,6% a finales de año, y la inflación subyacente, quitando energía y alimentos, en el 3,7%, mostrando una dinámica mejor de lo que se esperaba. Consecuentemente, el banco Central de Japón está menos presionado a endurecer su política monetaria, Julius Bär espera la primera subida de tipos en septiembre y esperan que el dólar-yen se sitúe en 140 a 12 meses (147 actual)

La semana pasada y esta misma semana el S&P 500 marcó máximos históricos y el Nasdaq máximos de 2 años. Históricamente, después de marcar máximos de 2 años, el S&P 500 suele ganar un +10,5% de media en los siguientes 12 meses y el Nasdaq +17%. El mercado si está mostrando ciertas señales de menor amplitud en el movimiento, pero de momento parece un problema menor.

La prima de valoración del índice S&P 500 ha vuelto a máximos frente al MSCI World (ex US) y frente al MSCI ACWI ex US.

PER relativo 2024 esperado del S&P500 frente al MSCI WORLD ex US.

PE relativo 2024 esperado del S&P500 frente al MSCI ACWI ex US

El índice Miedo/Codicia (Fear&Greed Index) vuelve a estar en extrema codicia (Extreme Greed). Y el índice alcistas menos bajistas (Bulls minus Bears) sigue cerca de la parte alta del rango (https://edition.cnn.com/markets/fear-and-greed)

AAII Bulls- Bears

Importante esta semana:

Estados Unidos publicó el dato de PIB del cuarto trimestre del 2023, que subió un 3,1%, según los últimos datos publicados ayer por la Oficina de Estadísticas Económicas. De esta forma, la economía norteamericana destierra el fantasma de la recesión, gracias a la fortaleza del consumo, pese a las presiones inflacionistas, que aun así se han reducido en el último año, hasta finalizar 2023 con un alza de precios del 3,4%.

A principio del ejercicio, todos los pronósticos apuntaban a un débil crecimiento del 0,2% en el mejor de los casos, cuando no se hablaba directamente de recesión. Sin embargo, el PIB ha superado las previsiones de todos los analistas (está sujeto todavía a varias revisiones que se publicarán las próximas semanas), e incluso se ha situado un punto porcentual por encima del dato registrado en 2022. Aun así, hay que tener en cuenta que los datos del último trimestre también ponen de manifiesto que el crecimiento se ralentizó entre octubre y diciembre, cuando la economía de Estados Unidos avanzó un 0,8%, frente al 1,2% que registró durante el verano

Los analistas confían en que la economía estadounidense no se contraiga en 2024, aunque la expansión será más lenta. Todo dependerá en gran medida de los pasos que dé la Reserva Federal los próximos meses. En su reunión de la próxima semana, se espera que el banco central mantenga los tipos actuales, situados en la franja comprendida entre el 5,25% y el 5,5%, máximo de los últimos 23 años. Aun así, el mercado descuenta, como mínimo, tres recortes a lo largo de este ejercicio, que podrían llegar como muy pronto en marzo, aunque el mercado descuenta que no tengan lugar hasta mayo.

Los economistas confían en que las caídas de tipos empiecen pronto, al tiempo que la inflación sigue moderándose y las tasas de desempleo sigan en mínimos históricos, en diciembre se mantuvo en el 3,7%, tras crearse 216.000 nuevos puestos netos, manteniendo así la confianza del consumidor.

El impulso del PIB se debió principalmente a un aumento en el gasto de los hogares, la inversión fija no residencial, los gastos de los estados y gobiernos locales, así como las exportaciones y el gasto del Gobierno federal.

                                                PIB (crecimiento interanual) americano desde el 2014.

Yellen dijo ayer que la inflación está «bien controlada», idea que compartirían la mayoría de los estadounidenses según una encuesta elaborada por la Universidad de Michigan. Por otra parte, dijo que Biden, si es reelegido, buscará la extensión de los recortes de impuestos de Trump que finalizan ahora, tan solo para los ingresos inferiores a 400.000 dólares.

Ayer hubo reunión del Banco Central Europeo, como se esperaba, el BCE mantuvo inalterados los tipos de interés de referencia por tercera reunión consecutiva. En un comunicado con pocos cambios, se repite que los tipos se mantendrán en niveles lo suficientemente restrictivos durante el tiempo que sea necesario para que la inflación retroceda hasta el objetivo de la institución. En rueda de prensa, la presidenta del BCE, Lagarde, reiteró que el consenso ha sido demasiado prematuro en sus expectativas de tipos, y aunque el BCE no trabaja sobre un calendario preestablecido, reconociendo que no se ha discutido la posibilidad de cuando empezar a bajar tipos, la institución mantendrá la visión data dependent. Para ello seguirán observando la evolución de la inflación, en donde se observan riesgos al alza, efectos de segunda ronda de los salarios, distorsiones en la cadena de suministros…. En cuanto al balance, como ya se sabía desde la reunión de Diciembre del 2023, la reducción de la cartera de bonos del PEPP comenzará en el segundo semestre del 2024 a un ritmo de 7.500 millones de euros al mes para dar por finalizada la reinversión en Diciembre del 2024.

Esta semana hemos conocido que la confianza de los empresarios en la zona euro se mantiene en terreno de contracción económica. Los datos preliminares de los PMI de enero fueron mixtos, con un repunte de la confianza en las manufacturas, al elevarse la confianza de los gestores de compras del sector hasta el 46,6 desde el 44,4 anterior, mientras que en los servicios los datos decepcionaron al caer cuatro décimas hasta 48,4. Con estas cifras, el PMI compuesto de la región logró repuntar ligeramente hasta niveles de 47,9 desde el 47,6 previo. Sin embargo, este indicador de confianza sigue en terreno de contracción, siendo ya el octavo mes consecutivo en niveles por debajo del umbral de expansión.

En China esta semana las autoridades han anunciado la movilización de 278.000 millones de dólares desde consorcios y empresas propiedad del gobierno y que se moverán desde fuera de China hacia China. Tomará por así decirlo la forma de un fondo de estabilización. Tanto el yuan como la bolsa China reaccionaron positivamente a la noticia.

El Banco de Japón ha concluido esta semana su reunión de dos días dejando los tipos de interés sin cambios. Kazuo Ueda no sabe definir hasta cuando tendrán implementada esta política monetaria ultra laxa, pero se mostró optimista sobre la marcha de la economía nipona.

Si 2023 fue el año en el que España mantuvo un crecimiento relativamente vigoroso, en medio del frenazo de la economía europea, 2024 será el ejercicio que sufrirá una severa ralentización, al acusar el efecto combinado de la menor demanda en la eurozona, las disrupciones comerciales provocadas por la crisis en el mar Rojo y las restricciones tanto de la política monetaria como de la fiscal. Por todo ello, los grandes bancos han rebajado sus previsiones de crecimiento del PIB para este año hasta el 1,4%, un punto menos que el pasado ejercicio. Un año, en el que, además, la economía acusará un frenazo del empleo, una inflación persistente y un déficit fiscal que tardará en corregirse, de acuerdo con el consenso de analistas recogido en el Panel de previsiones de la economía española, publicado este martes por la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas). 

En concreto, los servicios de estudios de CaixaBank y Santander han rebajado sus previsiones de crecimiento del PIB para este año hasta el 1,4%, en la misma línea que la CEOE o la OCDE. Y, aunque hay algunos analistas que apuntan algo más alto (BBVA Research o la propia Funcas mantienen un pronóstico del 1,5%), también hay otras casas más pesimistas, como es el caso de Repsol, que prevé un escaso incremento del 1,2%. Un frenazo que podría reducir el avance de la actividad hasta la mitad del incremento logrado el año pasado y que “se sustentará en la demanda nacional”, si bien con una desaceleración tanto en el gasto público como en el privado, mientras que “el sector exterior restará una décima porcentual” por los problemas en los principales socios comerciales y el aumento de las importaciones. Finalmente, “la inversión mostrará más vigor” que el año pasado, aunque seguirá acusando el alza de los tipos de interés.

Esta ralentización de la actividad pesará sobre el mercado laboral que, después de haber creado más de medio millón de puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo el pasado año, pasará a generar entre 200.000 y 300.000 empleos, de acuerdo con la mayor parte de los analistas. Una ralentización en la que jugarían un gran papel tanto el incremento de las cotizaciones sociales que ya se produjo el año pasado como la reducción de la jornada laboral prevista en el acuerdo de investidura de Pedro Sánchez, de acuerdo con los comentarios realizados meses atrás por analistas como BBVA Research. De hecho, Funcas remarca que “la productividad por puesto de trabajo equivalente a tiempo completo se habría reducido un 0,2% en 2023 y crecerá un 0,1% este año” mientras que los costes laborales unitarios “se habrían incrementado un 4,7% en 2023 y se prevé [que crezcan] un 3,4% en 2024”, un desajuste que complicaría mayores avances del empleo.

Este avance, aunque más limitado que en ejercicios anteriores, seguirá contribuyendo a impulsar la demanda interna. En concreto, el consumo de los hogares se elevará un 1,8%, de acuerdo con el consenso de analistas, sustentado por la creación de empleo y por el hecho de que los salarios empezaron a recuperar poder adquisitivo en la recta final del año pasado y seguirán recuperándolo este año. Con todo, hay que tener en cuenta que estas mayores remuneraciones y su repercusión sobre los precios de venta al público son, en buena medida, responsables de que la inflación persista en el 3% este año, a pesar de la subida de los tipos de interés en el último año y medio. Por ello, los analistas “prevén que los tipos se mantendrán en niveles elevados durante más tiempo de lo anticipado”, aunque es probable que el Banco Central Europeo empiece a reducir el precio del dinero a partir del segundo trimestre, con un descenso de 75 puntos básicos a lo largo del año.

Con ello, las restricciones monetarias atenazarán el crecimiento, pero a ello hay que sumar también las restricciones sobre el gasto público impuestas por el necesario ajuste del déficit fiscal, si bien “casi todos los panelistas siguen considerando que la política fiscal está siendo expansiva” todavía. Por ello, el déficit público, que debería reducirse sensiblemente el próximo año tras los excesos derivados de la pandemia, se mantendrá en el 3,6% del PIB, apenas medio punto menos que el año pasado. Y eso, a pesar de que el incremento de los tipos de interés (que se mantendrán por encima del 3% en 2024 para el bono a diez años), que ya está redundando en una mayor carga financiera para el Tesoro, y el aumento de los gastos asociados a la longevidad, como las pensiones, la sanidad o la dependencia, aconsejarían ir generando un “colchón fiscal”, tal como demandan instituciones como el FMI, la OCDE o la Comisión Europea.

Además, los grandes riesgos de desviación son a la baja, dado que “el contexto internacional está marcado por el impacto del ciclo de endurecimiento monetario y las incertidumbres generadas por las tensiones geopolíticas”, señala el texto. En concreto, “las disrupciones provocadas en el transporte marítimo en el mar Rojo han encarecido los fletes, con especial incidencia en la economía europea”, lo que supone un triple riesgo, al elevar los precios de las importaciones y por lo tanto poder relanzar la inflación, dañar las cadenas de valor de la industria, especialmente en el sector automotor, y golpear las exportaciones. Además, “otro factor de debilitamiento de la economía global es el ajuste de la economía China como consecuencia del exceso de deuda privada”.


Las amargas lecciones del Brexit. Martin Wolf. Financial Times.

El populismo es una potente forma de política democrática. Desgraciadamente, es también destructiva, debilitando a las instituciones, dañando el debate y empeorando la política. Es incluso una amenaza para la propia democracia. El folletín del Brexit es una lección de los peligros: ha dañado a la que siempre se ha considerado la democracia más estable del mundo. El libro publicado recientemente por mi colega Peter Foster expone la historia de forma magnífica. Muestra cómo una alianza populista de fanáticos y oportunistas mezclaron análisis simplistas con retórica acalorada y mentiras para debilitar la relación económica más importante de Reino Unido y amenazar la estabilidad doméstica. Felizmente, existe una oportunidad para aprender de esta experiencia y comenzar a arreglar las cosas.

El Brexit iba a salir mal porque está basado en falsas premisas. Los países no pueden ser plenamente soberanos en el comercio, ya que implica al menos a otra parte. Las normas del mercado único fueron creadas porque la alternativa eran múltiples regímenes reguladores y por tanto un comercio más costoso (y más pequeño). Una institución también tuvo que decidir si los países tenían que cumplir las normas que habían acordado. Ese ha sido el papel indispensable del Tribunal Europeo de Justicia.

La creación del mercado único fue un acto de simplificación reguladora. Abandonarlo aumentaría la regulación para cualquier empresa que intentara vender en Reino Unido y la UE. Esa empresa perdería cualquier incentivo, como así ha sido. Como muestra Foster, las empresas más pequeñas sufren más bajo estas cargas.

Corto plazo

A corto plazo, las empresas existentes disfrutan de menores costes –su capital, conocimiento y relaciones–. Los costes de crear tales activos de nuevo son más altos que los de usar los que ya tenían. Supongamos que una empresa se está planteando entrar hoy en el mercado de la UE. Siendo el resto de cosas iguales, ¿tendría sentido afincarse en Reino Unido en lugar de en los otros 27 Estados miembros? Por supuesto que no. Con el tiempo, esa separación crecerá.

Esto es también cierto en las relaciones personales, la formación, la experiencia laboral o el trabajo de creativos, consultores o abogados. En suma, esta supuesta liberación ha recortado seriamente la libertad de muchos millones de personas a ambos lados. ¿Quién ha visto incrementada su libertad? Los políticos británicos. Ellos pueden actuar más libremente que cuando estaban atados por las normas de la UE.

¿Qué han hecho con esta libertad? Han mentido (o peor, no han entendido) lo que acordaron con el Protocolo de Irlanda del Norte. Han amenazado con romper la ley internacional. Incluso han prometido eliminar miles de piezas legislativas heredadas de su pertenencia a la UE, sin importarles las consecuencias.

Esta gente, en resumen, destruyó la reputación del país de sentido común, moderación y decencia. Todo es el resultado natural de la clásica mezcla populista de paranoia, ignorancia, xenofobia, intolerancia a la oposición y hostilidad hacia las instituciones restrictivas.

Aunque no todo está perdido. Al menos ahora, hay algunas cosas buenas. El partido gobernante se deshizo de dos primeros ministros terribles, Boris Johnson y Liz Truss, pacíficamente. Su sucesor, Rishi Sunak, no es un soñador. Tampoco lo es el líder de la oposición, Keir Starmer, algo alentador.

Muchos saben que los retos a los que se enfrenta el país –infraestructuras inadecuadas, lentas innovaciones, bajas inversiones, malos rendimientos corporativos, enormes desigualdades regionales y alta desigualdad salarial– no tenían nada que ver con la pertenencia a la UE.

Además, las oportunidades comerciales han demostrado ser una quimera. En palabras de Foster, el Brexit es “una colosal distracción”.

Intentar reincorporarse a la UE sería un error. Pero es posible buscar mejoras en la relación de Reino Unido con la Unión, sobre todo en el movimiento de personas y trabajadores y en las regulaciones, especialmente en alimentación y fabricación. No hay razones para discrepar en esto último. ¿Tendría algún sentido una regulación específica de Reino Unido en inteligencia artificial o en el mecanismo de impuestos aduaneros sobre el carbono? Más claramente, las razones para reincorporarse a la unión aduanera y eliminar así las dificultades creadas ahora por las normas de origen son sólidas.

Reino Unido debe intentar arreglar su vallado con la UE. Su gobierno también debe actuar para mejorar sus resultados económicos. Si el próximo gobierno no consigue mejorar su trayectoria económica, este populismo podría volver en una versión peor. Nada menos que eso está ahora en riesgo.


Buen fin de semana!

Comentario de mercado del viernes 19 de Enero del 2024.

El mercado sigue aumentando sus expectativas de recortes de tipos, el consenso de mercado espera hasta 7 recortes de tipos en Estados Unidos y 6 en la Eurozona para este 2024, sobre todo tras un dato de precios a la producción del viernes pasado en Estados Unidos mejor de lo esperado. El mercado da una probabilidad del 80% a que haya una bajada de 25 puntos en la reunión de la Fed de Marzo, y en total que los tipos se recorten en 165 puntos básicos durante del 2024 en Estados Unidos. Todo ello pese a que las declaraciones de los miembros de la Fed distan bastante de estar en línea con la valoración de los inversores, lo que, evidentemente, sugiere que una corrección de lo que se está poniendo en precio es altamente probable. En Europa el mercado descuenta una bajada de 140 puntos básicos a lo largo del 2024, aunque, como sucede con la Fed, las palabras de los miembros del Banco Central Europeo tampoco parecen validar este escenario, lo que hace que las próximas apariciones tengan que ser analizadas con detalle. Este lunes se publicaba una encuesta en Bloomberg según la cual, los economistas encuestados esperan, a partir de junio, 4 recortes de 25 puntos básicos a lo largo del año. El último en pronunciarse esta semana ha sido Holzmann, Gobernador del Banco de Austria y miembro del BCE, que señaló el lunes que no deberían esperase recortes de tipos en el 2024.

Aunque lo cierto es que la fortaleza económica estadounidense sigue poniendo en duda la intensidad de las bajadas de tipos puestas en precio por el mercado de futuros. Los buenos datos de Estados Unidos de esta semana de ventas minoristas, de las demandas de desempleo y un sector industrial que sigue mejorando han impulsado los tipos de los bonos soberanos.

Rentabilidad del bono a 10 años americano últimos 12 meses.

Las presentaciones de resultados de los bancos americanos lo que han puesto de manifiesto es que la economía y los consumidores estadounidenses siguen en buena forma. La modesta sorpresa al alza de la inflación en Estados Unidos no es motivo de preocupación para el mercado, los datos seguirán mostrando volatilidad pero continúan por el buen camino. Estados Unidos registró una mayor inflación en diciembre, lo que creo que hace menos probable un pronto recorte de tipos por parte de la Fed. La modesta sorpresa al alza no altera la tendencia a la baja, sino que más bien crea cierta incertidumbre en torno a la velocidad del descenso de la inflación hacia el nivel del 2% que se marca como objetivo la Reserva Federal. La inflación general se situó en el 3,4% y la subyacente, que excluye componentes especialmente volátiles como los alimentos y la energía, en el 3,9%. El principal componente que hace que la inflación siga siendo elevada es la vivienda, ya que los precios de los bienes se estancan y la inflación de los alimentos se ha moderado.

La geopolítica sigue dominando la actualidad. Los enfrentamientos en el Mar Rojo se suman a la percepción sobre la inestabilidad en Oriente Medio. El temor a una escalada es omnipresente. La logística mundial y la ruta comercial entre Europa y Asia alarga el viaje navegando alrededor del Cabo de Buena Esperanza en lugar de atravesar el Canal de Suez. Estas complicaciones se suman a los persistentes cuellos de botella en el Canal de Panamá. Las fábricas podrían sufrir interrupciones temporales y algunos fabricantes de automóviles europeos ya han anunciado reducciones de la producción en los próximos días. No obstante, el impacto global debería ser insignificante para Europa. Es poco probable que se produzcan cortes en el suministro de energía. Los grandes petroleros ya bordeaban África y sólo los más pequeños utilizan la ruta de Suez. El gas natural tendrá que dar más vuelta, pero esto no altera la seguridad de abastecimiento en Europa. El almacenamiento de energía en general, y de gas natural en particular, es grande, ofreciendo un amplio margen contra las interrupciones temporales del suministro o picos de demanda relacionados con el frío.

Por el Canal de Suez por el que pasa entorno al 12% del comercio global y, por lo tanto, como digo, reaviva fantasmas pasados como puede ser la crisis de los cuellos de botella padecida entre el 2021 y el 2022. Pese a ello, las características de la situación actual parecen menos graves que las observadas en aquel momento. A día de hoy no se puede decir que el Canal de Suez está paralizado, aunque sí claramente infrautilizado. En este sentido, el tránsito de los buques que transportan gas y crudo presenta una situación relativa bastante menos comprometida que en el caso del resto de mercancías. En cualquier caso, el desarrollo reciente de los acontecimientos genera riesgos de que esta situación pueda cambiar, sobre todo si la inestabilidad de traslada al estrecho de Ormuz. El retraso de los envíos puede incidir negativamente en la cadena de producción, y el aumento de los fletes puede acabar incidiendo en la dinámica de los precios de producción y en algunas partidas del IPC como puede ser la de bienes industriales, aunque con un retardo. En este sentido, los primeros efectos podrían empezar a observarse a partir de abril. El hecho de que el precio de los productos intermedios y finales se vea incrementado, puede tener implicaciones relevantes en las cifras de inflación agregadas, ya que estamos hablando del elemento que respaldó en mayor medida la senda desinflacionista en la que estamos instalados. Si eso sucede y, sobre todo, si los salarios se mantienen elevados, es posible que se puedan replantear las expectativas de bajadas de tipos que existen actualmente. De hecho los precios de los fletes de los barcos siguen subiendo, están actualmente un +166% frente a la media hasta el 2019, antes de la pandemia.

Los beneficios de los bancos del último trimestre del 2023 serán claramente superiores a los de un año antes a pesar de los efectos del gravamen temporal impuesto a entidades financieras y compañías energéticas, gracias a la subida de los tipos de interés, lo que ha permitido un fuerte crecimiento del margen financiero, y a la ausencia de morosidad, que ha hecho innecesario un incremento sustancial de las provisiones para hacer frente a los impagos. Junto a aquellos que pronosticaban una fuerte caída de la actividad económica, que no se ha producido ni parece que vaya a tener lugar en el presente ejercicio (aunque el producto interior bruto aumentará de manera menos fuerte que hasta ahora), durante todos estos años el fantasma de la morosidad ha estado rondando de manera recurrente.

Primero fue con la idea de que los créditos avalados por el ICO, que permitieron mantener activas a numerosas empresas, acabarían transformándose en un aluvión de impagos que pondrían en problemas a los bancos privados y, sobre todo, al propio Instituto de Crédito Oficial por correr este con la mayor parte del riesgo crediticio. No fue tal. Empresas y autónomos que se acogieron a estas facilidades han ido devolviendo los préstamos sin que la morosidad hiciera acto de presencia.

Después se instaló la idea de que la brusca subida de los tipos de interés iba a poner en cuestión los equilibrios financieros de empresas y familias. El ahorro acumulado durante la pandemia, el desendeudamiento que empresas y familias han llevado a cabo desde la gran crisis financiera e inmobiliaria y las ayudas, voluntarias o forzadas, que los bancos han puesto en marcha para aliviar a sus clientes con dificultades para hacer frente a sus obligaciones financieras han servido para que la morosidad siga sin aparecer en los balances bancarios.

Es cierto que la tasa de morosidad ha ido repuntando en los últimos meses del pasado ejercicio, durante más de la primera mitad la tasa seguía descendiendo respecto a periodos anteriores, pero el nivel que ha alcanzado, según el último dato disponible correspondiente al mes de octubre, el 3,60%, no preocupa ni asusta a ningún responsable financiero. Prácticamente todos esperan un repunte, pero este no acaba de llegar y es posible que acabe no materializándose. La mora crece desde el otoño pasado, pero todo indica que puede deberse más al hecho de que el stock de crédito sobre el que se calcula el peso de los créditos problemáticos sigue descendiendo, y así va a seguir en el futuro cercano, que a que el aumento de créditos con problemas esté creciendo más deprisa.

A lo largo de 2023 se ha seguido produciendo una fuerte creación de empleo, aunque desacelerándose en la última parte del año, y todo indica que, salvo sorpresas no esperadas, esta tónica va a mantenerse durante 2024.

Esta situación explica, junto a otros factores como las amortizaciones anticipadas, que la demanda para acogerse a las ayudas implementadas por el Gobierno y los bancos para facilitar la vida a buena parte de las familias reduciendo el importe mensual de las sus hipotecas haya sido más bien escasa.

Prácticamente todos los analistas dan por hecho el aterrizaje suave de la economía europea (aunque haya algún país que pueda entrar en una recesión débil) y que la economía española será de las que mejor resistan.

Pero, además de estas circunstancias, es muy probable que se produzca un hecho que ayudará a que empresas y familias puedan seguir pagando sus deudas sin excesivos problemas. El reconocimiento táctico por parte de las autoridades monetarias de que la escalada de los tipos de interés ha llegado a su fin y que lo que puede esperarse a partir de ahora es, primero, un mantenimiento del precio oficial del dinero durante unos meses y, posteriormente, el inicio del descenso de los tipos hacia un entorno del 2%, ha hecho que los tipos de interés en el mercado hayan iniciado su propio descenso adelantándose a los movimientos oficiales.

El menor nivel del Euribor, está en el 3,58% cuando hace apenas unas semanas superaba el 4%, va a abaratar las cuotas de los préstamos variables de todos aquellos que los tengan contratados. Tardará más o menos tiempo en hacerse realidad, para las hipotecas es posible que las que se revisen en febrero lo empiecen a notar ya y para las empresas en cuanto se renueven las líneas ocurrirá, pero tendrá lugar.

                                               Euribor 12 meses desde Enero del 2023.

En un primer momento el descenso de los tipos servirá para disminuir la factura financiera de los endeudados, empresas o familias, pero posteriormente lo razonable es que sirva para reanimar la economía, favoreciendo los procesos de inversión productiva y del consumo de los hogares. Si se producen esos movimientos, habrá terminado el proceso de desaceleración económica.

La actividad de fusiones y adquisiciones de compañías está en niveles mínimos, que, teniendo en cuenta los niveles históricos, debería repuntar este 2024, sobre todo si los bancos centrales terminan bajando tipos este año.

El sentimiento del mercado está en un nivel alcista que no se veía desde el 2018:

En cuanto a la temporada de resultados del último trimestre del 2023 por ahora están siendo positivos en Estados Unidos batiendo expectativas. Como decía la semana pasada, el consenso de analistas estima un crecimiento del 4,4% aunque con una alta dispersión sectorial, por un lado, la tecnología (+16%) y telecomunicaciones (+48%) serán los principales contribuidores y, por otro lado, la energía (-26,5%) y las materias primas (-21,5%) serán los principales detractores, según las estimaciones. En cuanto al calendario, la semana más relevante será la última de enero, en la que publicarán resultados compañías que representan el 32% del índice. 

Según una encuesta de Bank of America publicada esta semana los grandes inversores ya tienen preparadas sus carteras para las bajadas de tipos de interés de 2024. En sintonía con el resto del mercado, los gestores de fondos están convencidos de que será a lo largo de este ejercicio cuando los bancos centrales comiencen a bajar los tipos. De hecho, el 91% de los inversores institucionales está seguro de que los tipos serán más bajos en los próximos doce meses. Así se desprende de la última encuesta de gestores elaborada por Bank of America, que tiene en cuenta la opinión de 256 inversores profesionales con activos conjuntos valorados en 669.000 millones de dólares bajo gestión. Los gestores de fondos creen que “el mayor motor de los precios” del mercado en 2024 será la política monetaria y solo falta saber cuándo la Reserva Federal en Estados Unidos y el Banco Central Europeo, en la zona euro, comenzarán a recortar el precio del dinero. Si se cumplen las previsiones de los gestores, su gran apuesta para las carteras será la renta variable. Pese a que la mayoría de grandes casas de inversión han comenzado el ejercicio cargadas de renta fija, el 25% de los gestores encuestados por Bank of America asegura que el activo que mejor debería comportarse si los bancos centrales recortan los tipos es la renta variable. En especial, según los encuestados, la tecnología y el value serán las temáticas de inversión más beneficiadas en este escenario. Dentro de la tecnología, los gestores de fondos destacan la inversión en biotecnología y las renovables, mientras que dentro del mundo value, los gestores se inclinan por la banca, el sector inmobiliario y las small caps. Los analistas de Bank of America señalan que los encuestados son “muy optimistas sobre los recortes de tipos y el aterrizaje macroeconómico suave”. Según la encuesta, el 79% de los grandes inversores prevé un aterrizaje suave de la economía global. Se trata de un porcentaje por encima al de los meses previos. Y todavía los hay más optimistas, el 41% de los gestores espera que no se produzca recesión este año.

Importante esta semana:

En Estados Unidos el inicio de las primarias del partido republicano no está dando mucho margen a la sorpresa, proyectando una sólida victoria de Trump en Iowa (51% de los votos). La segunda posición sería para DeSantis, el cual quedó bastante cerca de Haley. La próxima votación tendrá lugar el próximo martes 23 de enero, en las primarias de New Hampshire. Según el WSJ la Fed comenzará tan pronto como este mismo mes a discutir la posibilidad de rebajar la intensidad de la QT.

Como decía antes, se publicaron daros macro muy positivos en Estados Unidos, las cifras de consumo siguen siendo buenas, en diciembre las ventas al por menor avanzaron un +0,6% mensual, superando las expectativas y confirmando la aceleración frente al +0,3% anterior. Con este dato, las ventas minoristas cierran diciembre con un crecimiento del +5,6% interanual frente al +4% anterior, cifras que siguen confirmando la fortaleza del consumidor estadounidense. Por otro lado, se publicaron datos de producción industrial que también superaron las expectativas al avanzar un +0,1% mensual, devolviendo a terreno positivo el crecimiento interanual (+1% vs. -0,6% anterior). Ayer también se publicaron los datos de demandas de desempleo que resultó francamente positiva, llegando a situarse claramente por debajo de las 190.000 y evidenciando que, más allá de que la intensidad de la contratación se haya amainado, los despidos brillan por su ausencia en estos momentos.

Esta semana se han publicado datos decepcionantes en China, el miércoles publicó un dato de PIB del 4T23 en línea con lo esperado por el mercado, trimestral +1% frente al +1,1% esperado y +1,5% anterior, e interanual +5,2% frente al +5,3% esperado y +4,9% anterior revisado al alza. Se cumple así con el objetivo de crecimiento de PIB 2023 de en torno al +5%, mientras que la previsión para 2024 se conocerá hacia el mes de marzo, el consenso espera un crecimiento en torno al 4,5%, ante una demanda débil y un sector inmobiliario que sigue actuando como lastre. El resto de datos de actividad, correspondientes a diciembre, muestran debilidad especialmente en consumo privado y con un sector inmobiliario que acelera su caída, producción industrial +6,8% frente al +6,6% esperado y +6,6% anterior, y ventas minoristas +7,4% frente al +8,0% esperado y +10,1% anterior, con crecimientos fundamentalmente por efectos base positivos (bajos niveles de partida), mientras que la inversión en propiedades intensifica su debilidad, -9,6%.

En Europa esta semana se confirmó la entrada en recesión de la economía alemana en 2023. El PIB de Alemania cayó en el conjunto del ejercicio un -0,3%, tras un +1,8% en 2022, perjudicado por la elevada inflación, la subida de tipos de interés y el alto coste energético. Destaca en negativo el desempeño de la industria (-2%), pese a la contribución positiva del sector automotriz y fabricación de otros equipos de transporte. Se registró además un mínimo crecimiento en la actividad de la construcción (+0,2%), afectada por el deterioro de las condiciones financieras y el elevado coste de los materiales. Destacó también la caída en el consumo de los hogares (-0,8%), lastrado por el efecto precios, y el retroceso del gasto público (-1,7%) por primera vez en dos décadas. En cuanto al sector exterior, las exportaciones cedieron, pero a menor ritmo que las importaciones, -1,8% frente al-3%, lo que se tradujo en un saldo positivo del comercio. El déficit público alemán fue del 2% al cierre del año, mejorando el 2,5% del ejercicio precedente y cumpliendo con el 3% establecido en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Datos en definitiva débiles, supone su peor año desde 2009 excluyendo 2020, que confirman el estancamiento de la economía germana y cuya tendencia previsiblemente continuará en 2024.  

Esta semana también se confirmó el repunte de la inflación en la zona euro, el dato final del IPC de diciembre dejó pocas novedades, con el crecimiento de los precios al consumo situándose en el +2,9% interanual desde el +2,4% anterior. Esto se debe principalmente al menor efecto base de los precios de la energía, que en diciembre retrocedieron a ritmos del -6,7% interanual frente al -11,5% previo. Por su parte, la tasa subyacente continúa su tendencia de moderación al situarse en diciembre en el +3,4% interanual, dos décimas por debajo del mes anterior. Por componentes, el precio de los bienes creció un +2,5% interanual, mientras que los precios de los servicios avanzan un +4% interanual. 

Ayer se publicaron las Actas del BCE del 14 de Diciembre, que apuntan a que en aquellos momentos no barajaba aún recortes de tipos en la medida en que, aunque se mostraba más prudente sobre la evolución del crecimiento económico, el trabajo de luchar contra la inflación no está aún concluido. La propia Lagarde ha dado esta semana el mes de junio como la fecha más probable de inicio de las bajadas, aunque el mercado espera que sea en abril, aunque las decisiones serán data-dependientes. No creo que deba haber prisa por bajar tipos en un contexto en que la economía resiste mejor de lo esperado y no se vislumbra el objetivo de inflación del 2% a corto plazo.

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, señaló que el optimismo de los mercados en materia de tipos dificulta el trabajo del BCE. Al mismo tiempo, comentó que los salarios, las materias primas y las cadenas de suministro son elementos que el Consejo tomará en consideración en su proceso de decisión. Por último, planteó que los posibles efectos de segunda ronda vinculados a algunos de estos elementos son una causa de preocupación para la Autoridad Monetaria.

Las proyecciones del Banco Central Europeo (BCE) se han quedado obsoletas. Es lo que consideran varios miembros del Consejo de Gobierno de la autoridad monetaria que anticipan con una elevada probabilidad un nuevo recorte en la inflación esperada cuando llegue la nueva actualización en marzo.

Según sus vigentes proyecciones, el BCE prevé que la inflación se situará de media en el 2,7% en 2024, caerá al 2,1% en 2025 y se situará en el 1,9% en 2026. La realidad, sin embargo, apuntaría a unos números más bajos para los dos primeros años, con el crecimiento de los precios alcanzando el objetivo del 2% del banco central ya en 2025. Más allá de recabar más información sobre la tendencia en los salarios, con la evolución del dato de remuneración por empleado del primer trimestre del año como pilar para la toma de decisiones, gran parte de la revisión de las proyecciones podría estar ya recogida.

La clave está en la fecha de corte para los cálculos que realiza la plantilla del BCE, que para las estimaciones de diciembre llegó antes de las últimas sorpresas positivas en la inflación, lo que, según los expertos, prácticamente asegura el nuevo ajuste a la baja en marzo por el efecto arrastre. Salvo que surgieran nuevas presiones derivadas de shocks inesperados o la transmisión de la política monetaria se volviera sustancialmente más débil, los banqueros centrales dan por sentado que llegará esa revisión a la baja de las proyecciones.

Sólo una relajación excesiva de las condiciones de financiación en los mercados, como anticipo de los recortes del precio del dinero que pudieran llegar, podría generar dudas sobre la rebaja en las expectativas de inflación. Sin embargo, fuentes cercanas al proceso de elaboración de las previsiones apuntan a que es muy poco probable y sólo una relajación de gran magnitud podría compensar los datos que ya se conocen.

Para elaborar sus proyecciones, el BCE toma como dato el nivel de los tipos de interés utilizando el esperado por el consenso del mercado. Por el momento, la caída de los intereses en el mercado es el clavo al que se agarran muchos de los banqueros centrales del ala dura del BCE, y también la propia presidenta Christine Lagarde, para evitar asegurar una rebaja en las proyecciones en marzo y, con ello, alimentar las expectativas de que un recorte de tipos pudiera llegar más pronto que tarde.

La nueva revisión a la baja de las proyecciones podría servir como justificación de peso para que el BCE inicie el ciclo de recortes de los tipos de interés. Por el momento, la mayoría de los banqueros centrales que componen el Consejo de Gobierno aboga por esperar a que los datos que apuntan a un descenso sostenido de la inflación sean más sólidos antes de iniciar el camino a la baja del precio del dinero, que cerró el año en el 4,5%, el nivel más alto desde 2001. “Es demasiado pronto para hablar de bajadas de los tipos de interés”, aseguró Isabel Schnabel, miembro del Comité Ejecutivo del BCE. Con estas declaraciones compartidas por otros miembros, y a falta de algo más de una semana para la nueva cumbre del BCE, resulta evidente que los banqueros centrales mantendrán los tipos inalteradas. La siguiente cita será a comienzos de marzo, con las nuevas proyecciones sobre la mesa y la información suficiente como para debatir nuevos movimientos, ya sea en esa cita o, como espera el consenso, más adelante.

Desde el lado geopolítico el fin de semana pasado en Taiwán, Lai Ching-te ganó las elecciones presidenciales, lo que supone la tercera victoria consecutiva del Partido Democrático Progresista, de corte independentista. En este sentido, Biden ha declarado que Estados Unidos no apoya la independencia de Taiwán, mientras que China critica a Estados Unidos y Reino Unido por felicitar a Lai.

Buen fin de semana!