Lo más importante de esta semana que ha vuelto a traer volatilidad a los mercados (VIX por encima del 25%) fue el hecho de que la Fed recortó los tipos de interés, como se esperaba en 25 puntos básicos hasta el 4,25%-4,50%, pero lanzó un mensaje de “higher for longer”, con sólo dos bajadas de tipos para el año que viene. Así, la encuesta sobre niveles de tipos a los miembros de la Fed (dot plot) refleja para el periodo 2025-2027, 2 recortes en 2025 tipos en 3,87%, otros 2 en 2026 con los tipos en 3,375% y uno en 2027 con tipos en 3,125%, frente al 3,375% (en 2025), 2,875% (en 2026), 2,875% (en 2027) anterior, lo que ha decepcionado a las Bolsas y a los activos de Riesgo (El Bitcoin se ha ido de 108.000$ a 94.700$ en dos sesiones). Por otro lado, el plan de financiación del gobierno finalmente no salió adelante por nuevas exigencias de Donald Trump, volviendo a generar dudas sobre un posible shut down.

Como decía, lo más importante de la reunión de la Fed fue el discurso de su presidente, Jerome Powell, quien volvió a poner el foco en la inflación. La Fed lleva cuatro años sin lograr el objetivo de reducir el incremento de los precios al 2% y señaló que no puede haber muchas más expectativas de bajadas en 2025 mientras este parámetro no esté totalmente controlado. Este cambio de enfoque contrasta con el objetivo más reciente de la Fed, que era priorizar el cuidado del mercado laboral en Estados Unidos. El máximo responsable de la Reserva Federal añadió también que tiene algunas propuestas importantes para el gabinete de gobierno entrante relacionadas con medidas que, según anticipa, podrían ser inflacionarias. Las previsiones para 2025 apuntan a un aumento de precios del 2.5%, pero la posible guerra comercial mediante aranceles y una potencial bonanza en las bolsas elevan significativamente el riesgo de que esta cifra aumente.
Además, en la decisión de recortar los tipos en 25 puntos básicos hubo un miembro del consejo que votó en contra y ya es la segunda vez que bajo el mandato de Powell no se toma una decisión unánime, lo que envía una señal de que hay un debate controvertido en torno a la decisión. El aumento de las previsiones de inflación fue aún más importante. Ahora se espera que tanto el deflactor del PCE, la medida preferida de la Fed para medir la inflación, como el tipo básico se sitúen en el 2,5% en 2025. Anteriormente, estas cifras eran del 2,1% para el tipo general y del 2,2% para el tipo básico. Powell lo expresó claramente “la proyección de inflación de fin de año del banco central se ha desmoronado”. Ahora, una nueva bajada en enero parece estar descartada, por tanto, dependerá en gran medida de la evolución de la inflación en los próximos meses. La reunión de marzo está claramente en el punto de mira. En primer lugar, porque la administración Trump habrá estado en el cargo durante varias semanas y en segundo lugar, porque para entonces habremos tenido tiempo de incorporar estas iniciativas de la nueva administración en las nuevas proyecciones. En la conferencia de prensa, Jerome Powell dijo que algunos miembros del FOMC habían comenzado a incorporar propuestas conocidas de la nueva administración en sus pronósticos, mientras que otros explícitamente no lo habían hecho. Muchos economistas han dicho que los planes de Trump de recortes de impuestos, deportaciones masivas y nuevos aranceles corren el riesgo de avivar la inflación.
Lo interesante aquí es que el rango de expectativas para el deflactor subyacente del PCE desde septiembre (2,1%-2,5%) hasta diciembre (2,1%-3,2%) se ha ampliado significativamente. Sin embargo, sólo se ha ampliado en el extremo superior, lo que sugiere que los miembros que ya han incluido los planes de la nueva administración han elevado sus previsiones de inflación incluso más drásticamente de lo que sugiere la media. Si los demás miembros del FOMC siguen ahora su ejemplo en marzo y se produce otro aumento significativo de las previsiones de inflación después de que la nueva administración asuma el cargo, se pondrían en tela de juicio aún más nuevos recortes de las tasas.

Eurodólar desde el 1 de Enero del 2022.

Índice de volatilidad del S&P 500 (VIX Index) 2024.

Las preocupaciones sobre las perspectivas de inflación provocaron fuertes ventas de bonos del Tesoro estadounidense, con el rendimiento a 10 años subiendo hasta el 4,55% actual, lo que supone la mayor subida semanal desde octubre de 2023. El rendimiento a dos años también ha subido hasta el 4,28% actual. Los datos de inflación de Estados Unidos fueron un detonante, lo que generó temores de que la inflación pudiera resultar muy superior al objetivo de la Reserva Federal.
Rentabilidad del bono a 10 años americano 2024:


Fuente: Santander.
Esta semana ha estado también marcada por noticias desde el lado político, en Alemania el canciller alemán, Olaf Scholz, perdió la cuestión de confianza parlamentaria, allanando el camino para unas elecciones anticipadas en febrero. En Francia el Parlamento aprobó la ley de financiación de emergencia para 2025 y el Banco de Francia rebajó sus previsiones de crecimiento del PIB para el año 2025 al 0,9% frente al 1,2% anterior. Trump dice que Ucrania necesita llegar a un acuerdo para poner fin a la invasión rusa. En este sentido, resta importancia al valor de las tierras ocupadas. Desde el Banco Central Europeo, Luis de Guindos confía en que la inflación convergerá hacia el objetivo del 2% en 2025 lo que se reflejará en una política monetaria menos restrictiva. En Estados Unidos, el PMI manufacturero de noviembre retrocedió inesperadamente mientras que el de servicios repuntó más de lo esperado. En la Eurozona esta semana conocimos datos mixtos en los PMI de diciembre, el manufacturero se mantuvo en 45,2, peor de lo esperado, mientras que el de servicios mejoró más de lo esperado, volviendo a zonas de expansión, en 51,4 frente al 49,5 del mes anterior. En China, el gobierno prevé para 2025 un crecimiento del PIB del orden del 5,0% y un déficit del -4,0% frente al -3,0% de 2024, la semana pasada, el Politburó (máximo órgano político del Partido Comunista de China) se comprometió a relajar su política monetaria por primera vez en 14 años, en un intento por impulsar la ralentizada economía del país. China ha experimentado una desaceleración de la actividad económica en un contexto de crisis inmobiliaria, lo que ha llevado a sus autoridades a afirmar que cambiarán la orientación de su política monetaria de «prudente» a «moderadamente laxa». A principios de año, Pekín prometió varias medidas de estímulo fiscal y monetario para ayudar a apuntalar la segunda economía mundial. Otros datos de la semana pasada indicaban que las importaciones chinas cayeron bruscamente en noviembre, un 3,9% interanual, como reflejo de la debilidad de la demanda interna.
El Banco Central Europeo bajó la semana pasada los tipos de interés al 3%, niveles mínimos de marzo de 2023. Pero el destino del precio del dinero está más lejos y, según confirmó Christine Lagarde, presidenta de la autoridad monetaria apenas cinco días después del último ajuste, el BCE seguirá bajando los tipos. “La dirección del viaje es clara y esperamos bajar más los tipos de interés”, dijo esta semana Lagarde en su discurso en Vilna con motivo de la conmemoración de los 10 años de la entrada de Lituania en el euro. Se trata de la primera guía al mercado clara que ofrece la máxima responsable del banco central desde que apuntó al pasado junio como la fecha en la que, si los datos de inflación lo permitían, el BCE rebajaría sus tipos de interés por primera vez en el ciclo. Desde entonces, la postura de la autoridad monetaria ha sido cauta, buscando mantener la flexibilidad para poder reaccionar a la evolución de los datos que iban llegando, ralentizando o acelerando la normalización de sus políticas. Pero eso ahora ha cambiado. Lagarde resaltó su “confianza en que estamos asistiendo un regreso de la inflación al objetivo se ha incrementado”. Precisamente, la confianza es la llave que permite al BCE ir más allá en sus perspectivas sobre los tipos de interés y así lo quiso reflejar la presidenta, que repitió el término en hasta siete ocasiones en su intervención. “Desde septiembre del año pasado, hemos tenido seis rondas consecutivas de actualización de las proyecciones macroeconómicas que han mostrado que la inflación regresará al objetivo en el transcurso de 2025. Y esto se ha mantenido constante incluso a medida que nos hemos acercado a ella” segúnLagarde. La clave de esta certidumbre, junto con la caída sostenida de la inflación, está en los salarios. La banquera francesa reconoció que las herramientas de predicción del BCE anticipan una moderación del crecimiento salarial hasta el 3% en 2025 desde el 4,8% actual, un nivel que considera “consistente con nuestro objetivo de inflación”, que pasa por devolver el ritmo de alza de los precios al 2%. “Ahora estamos en una etapa en la que los días más oscuros del invierno parecen haber quedado atrás y podemos empezar a mirar hacia adelante”, indicó Lagarde. A ello se le suma que el BCE está seguro de que los shocks que ha vivido la zona euro, con los problemas en la cadena de suministros fruto de la reapertura de la economía tras la pandemia y la crisis energética por la guerra de Rusia, son cosa del pasado. De hecho, Lagarde anticipó que permanecen vigilantes, pero no tanto por miedo a un rebote de la inflación por la situación actual, sino por el potencial impacto de nuevos riesgos geopolíticos o trabas al comercio que pudieran generar renovadas tensiones.
En ese contexto y siempre y cuando la situación se mantenga estable, el BCE podrá retirar la restricción monetaria que, tal y como ha reafirmado Lagarde, “ya no es necesaria”. Las palabras de la banquera central anticipan que la institución con sede en Fráncfort ha puesto rumbo a la tasa neutral, ese nivel de tipos que ni enfría ni estimula la economía. Si bien el BCE no ha definido con precisión en qué rango consideran que se encuentra esa zona neutral, la horquilla de entre un 1,75% y un 2,5% a la que apunta un estudio es todavía demasiado amplia como para servir de guía, el hecho de que Lagarde haya hablado de bajadas de tipos en plural para 2025 invita a pensar que aún queda un margen prudente hasta llegar a esa cota. El consenso del mercado, por el momento, anticipa que los tipos de interés podrían bajar hasta en seis ocasiones el próximo año. Eso llevaría el precio del dinero hasta el 1,5%, en terreno claramente expansivo. El BCE no se compromete a tanto, ni mucho menos, dada la enorme decisión que hay sobre el punto en el que dejarán de bajar los tipos de interés, pero desde luego aún seguirá ajustando las tasas en los próximos meses.
En estas últimas semanas del año el desarrollo de la inteligencia artificial sigue dando de qué hablar, aunque esta vez por la irrupción de Broadcom, que subió un +11,5% el lunes, en el conjunto de compañías que superan el billón de dólares de capitalización. Las soluciones alternativas que está ofreciendo la empresa, más específicas que las de Nvidia, están funcionando. Así lo demuestra el último acelerón en las ventas del +51% en el último trimestre. Además, la dirección ha indicado que sus principales clientes están interesados en aumentar los pedidos de cara a 2025 para el desarrollo de capacidad de computación (principalmente Meta, Alphabet y TikTok, la red social de Bytedance). El tirón de Broadcom único al comportamiento del resto de 7 Magníficas ha permitido al Nasdaq alcanzar nuevos máximos históricos esta semana, aunque en dos sesiones ha perdido un 4,50% (y ahora mismo los futuros anticipan una caída del 1,30% en la sesión de hoy)
Nasdaq 2024:


La semana pasada hablaba de los objetivos que están pronosticando las diferentes casas de análisis y bancos para los índices bursátiles para el año próximo, tal y como hacen todos los años en esta época. Esta semana Man Group publicaba un informe muy interesante de lo poco que suelen acertar estos pronósticos, como comentaba en el mail del pasado viernes. El mercado y los inversores le damos mucha importancia a las previsiones y pronósticos de los analistas, pero luego la realidad, como comenta Man Group, es muy diferente a lo que preveían las grandes casas de análisis.
En un primer gráfico, tomando como referencia el S&P 500, Man Group toma los resultados de los últimos 9 años, y sólo en el 2016 los analistas (algunos) acertaron en dónde terminaría el año el índice.

Respecto a la divisa, la mayoría de analistas apuestan a que el dólar estadounidense seguirá subiendo tras su reciente y vertiginoso repunte, alcanzando incluso la paridad con el euro, en un desafío al deseo declarado del presidente electo Donald Trump de una moneda más débil. El dólar se ha disparado un 8% desde principios de octubre, su mejor trimestre desde las primeras fases de la campaña de subida de tipos de interés de la Reserva Federal en 2022, cuando los mercados empezaron a prever que el candidato republicano ganaría las elecciones de noviembre e impulsaría sus planes de aplicar aranceles comerciales y rebajas de impuestos.
Más de la mitad de los principales bancos encuestados por Financial Times, entre ellos Goldman Sachs, Morgan Stanley y UBS, prevén que el dólar suba aún más el año que viene. Deutsche Bank espera que alcance la paridad con el euro en 2025, tras haberse fortalecido ya desde los 1,11 dólares de principios de octubre hasta alrededor de 1,05 dólares. Trump sostiene desde hace tiempo que un dólar fuerte ejerce una presión excesiva sobre la economía estadounidense, por lo que se especula con la posibilidad de que la nueva Administración actúe para intentar devaluarlo. “Tenemos un gran problema con la divisa”, declaró Trump a Bloomberg Businessweek en julio, señalando la fortaleza del dólar frente al yen japonés y el yuan chino. “Eso supone una carga tremenda para nuestras empresas que intentan vender tractores y otros productos fuera de este país”, añadió. La afinidad de Trump por un dólar más débil quedó patente en su primer mandato como presidente, cuando arremetió contra lo que consideraba prácticas monetarias injustas de otros países. Su Administración llegó a calificar oficialmente a China de “manipulador de divisas” en medio de una guerra comercial entre los dos países.
Sin embargo, se espera que su agenda a favor del crecimiento y las rebajas fiscales propuestas, junto con sus planes de imponer aranceles elevados a las importaciones de países como México, Canadá y China, aviven la inflación nacional una vez que asuma el cargo el mes que viene. Esto podría llevar a la Fed a mantener los tipos de interés más altos durante más tiempo, lo que a su vez podría atraer más capital extranjero hacia activos en dólares. “Las políticas de Trump son definitivamente positivas para el dólar”, según los analistas de Barclays, que esperan que el dólar se fortalezca ligeramente hasta 1,04 dólares frente al euro a finales del próximo año. En opinión de analistas e inversores, esto plantea un problema a la administración entrante. La mecánica de cualquier posible solución, por ejemplo, frenar el déficit presupuestario del Gobierno o elaborar un llamado acuerdo de Mar-a-Lago en el que Estados Unidos presione a sus socios comerciales para conseguir una devaluación del dólar, sería muy complicada y podría empañar el estatus del dólar como divisa de reserva mundial, afirman.
Eurodólar 2024.

En su informe de perspectivas para el 2025, Deutsche Bank dice que el mundo continuará enfrentándose a enormes desafíos geopolíticos y económicos. Entre ellos se incluye el debate en torno a un posible realineamiento de las relaciones comerciales internacionales, que se ha intensificado de nuevo tras la victoria republicana en las elecciones de noviembre en Estados Unidos y ha generado incertidumbre en el futuro desarrollo de economías altamente basadas en el comercio. En general, sin embargo, Deutsche Bank espera un crecimiento económico cada vez más dinámico en regiones clave del mundo después de 2025, especialmente en Estados Unidos, Asia y Europa, con un impacto positivo correspondiente en los sectores de crecimiento. Deutsche refleja en su informe que el predominio de la política monetaria se debilitará en un contexto de tasas de inflación más moderadas. Para la Eurozona y Japón, esperan que la inflación se acerque gradualmente a la meta del 2% en 2025. Con este fin, es probable que el Banco Central Europeo reduzca sus tipos de interés en cinco movimientos, pasando desde el 3,25% actual al 2,00% a fines de 2025. El Banco de Japón está trazando un rumbo diferente con su normalización de la política monetaria y puede aumentar gradualmente los tipos de interés del 0,25% al 1,00%. En Estados Unidos, esperan que el proceso de desinflación se detenga por encima de la meta de la Fed a la luz de la robusta demanda y una política fiscal expansiva. La inflación podría estabilizarse en un nivel del 2,4% tanto en 2025 como en 2026, lo que llevaría a la Fed a reducir los tipos de interés de manera algo más cautelosa en tres pasos de 25 puntos porcentuales cada uno, hasta llegar al 3,75%-4,00% para fines de 2025.
Según el informe de perspectivas de Deutsche Bank en el futuro, es probable que la política fiscal adquiera mucha más importancia para el desarrollo económico. En Estados Unidos, por ejemplo, los planes provisionales de la Administración que comenzarán en enero de 2025 incluyen una inversión estatal extensa y predominantemente financiada con deuda. El plan de Trump incluye ampliar las ayudas fiscales a los hogares y las empresas privadas, fortalecer a las fuerzas armadas y facilitar el acceso a préstamos para viviendas. El endeudamiento total estimado para todas las medidas hasta 2035 ascendería hasta entre 7 y 16 millones de dólares, esto corresponde a un promedio anual de hasta el 5% del PIB americano actual.



Importante esta semana:
Cuenta atrás hasta medianoche de hoy para evitar un cierre de gobierno, la Cámara de Representantes ha rechazado un plan de financiación provisional respaldado por Trump y Elon Musk. El borrador inicial se aproximaba a lo largo de esta semana a un consenso entre Demócratas y Republicanos. Sin embargo, se ha producido un giro de los acontecimientos ante la presión por parte de Trump sobre los representantes republicanos para rechazar el borrador y en su lugar apoyar una propuesta que suspenda el techo de deuda durante dos años. Este plan endosado por Trump fue el votado ayer en la Cámara de Representantes. El resultado fue de 235 votos en contra frente a 174 a favor, con todos los demócratas y hasta 38 republicanos habiendo rechazado el paquete de gastos. Ahora, el Congreso se enfrenta a la presión del tiempo, teniendo hasta esta noche para aprobar nueva legislación que evite un cierre de gobierno, que interrumpiría los servicios públicos y enviaría a casa a los trabajadores, afectando incluso al personal militar.
Trump vuelve a hacerse eco de restricciones comerciales y amenazaba ayer a la Unión Europea con imponer aranceles si no compra más petróleo y gas estadounidense. El presidente electo publicó en una red social que la UE debe compensar su “tremendo” déficit con Estados Unidos mediante la adquisición de petróleo y gas, o de lo contrario, aplicará gravámenes, sin especificar ninguna tasa, importe o producto objetivo.
La economía estadounidense creció más de lo esperado y confirma la solidez del ciclo. Ayer se revisó al alza los datos de crecimiento del tercer trimestre que situaron ahora el avance del PIB en el +3,1% trimestral anualizado, tres décimas más que el dato preliminar. Esta mejora de las cifras de crecimiento se explicó principalmente por la mayor aportación del consumo privado que creció un +3,7% frente al +3,5% preliminar y una importante aceleración desde el +2,8% del segundo trimestre.
En Europa el lunes conocíamos que mejora la confianza de los empresarios en la zona euro. Aunque siguen en niveles que apuntan a debilidad de la actividad, las cifras del mes de diciembre superaron las expectativas y mostraron un repunte de la confianza liderada por el sector de los servicios. Entrando en los datos, el PMI compuesto de la región subió inesperadamente hasta niveles de 49,5 desde el 48,3 anterior y acercándose así al umbral que comenzaría a mostrar expansión de la actividad (por encima de 50). Esta mejora vino impulsada por la subida de la confianza de los servicios que se elevó hasta 51,4 desde el 49,5 anterior. Por el lado negativo, persiste la recesión del sector manufacturero que encadena ya su tercer año consecutivo en terreno de retroceso y en diciembre repite en niveles de 45,2 (lleva 30 meses por debajo de 50). La recesión industrial sigue siendo muy dura en Centroeuropa, con el consiguiente impacto en Alemania y su ramificación en Francia. De España no hay información directa, al ser dato adelantado, pero se lee un panorama positivo. Por otro lado, Eurostat publicó los costes laborales de la eurozona del 3T24, su incremento apenas frena al +4,9% interanual frente al 5,1% anterior.
En Alemania el indicador de confianza empresarial, IFO, publicado el martes, sorprendió con un descenso mayor del anticipado al pasar de 85,6 a 84,7 en diciembre, confirmando el escenario de debilidad que ya se observó en los PMI’s alemanes, aunque en mayor medida si cabe. Así, la tendencia del indicador sigue siendo claramente a la baja, observándose los problemas más relevantes en un sector manufacturero que se enfrenta a una crisis estructural, por lo que recortes adicionales de tipos por parte del BCE es poco probable que puedan solucionar la situación y tener un impacto significativo en la economía alemana, que se espera mantenga niveles de crecimiento prácticamente plano en 2025.
IFO Alemán desde el 2014.

En Estados Unidos, los PMIs salieron mejores, acelerando el ritmo de expansión, pero completamente ligado al sector servicios. Aumenta, por sorpresa, el ritmo de declive industrial impacta la incertidumbre sobre el futuro arancelario del país.
En respuesta a la amenaza del presidente electo, Donald Trump, de imponer un arancel del 25% a todos los productos canadienses si no se refuerza la seguridad fronteriza, el gobierno de Canadá ha anunciado un plan de 1.300 millones de dólares canadienses, unos 900 millones dólar, para fortalecer la vigilancia en la frontera con Estados Unidos.
En China, el ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi, dijo que Pekín está dispuesto a mantener el diálogo con la próxima administración estadounidense para manejar las diferencias.
En China las ventas minoristas decepcionaron al crecer un discreto +3% interanual, la inversión se mantuvo baja (+3,5%) en el contexto de la burbuja inmobiliaria, la inversión en el sector continúa disminuyendo (-10%), al igual que los precios de la vivienda (-8,5%), y sólo la producción industrial mantiene un tono decente (+5,4%) a expensas del sector exportador, con los riesgos asociados que implica con la llegada de Trump a la Casa Blanca.
En Japón, el déficit comercial se reduce en noviembre, ya que las exportaciones crecen un 3,8% interanual, por encima del 2,5% esperado, mientras que las importaciones caen un -3,8% frente al +0,8% estimado.
En España el Banco de España elevó este martes al 3,1% el PIB de 2024 (3 décimas más que su previsión anterior), pero avisaba que no se cumplirá el déficit. La economía española vive una etapa dulce, sobre todo si se compara con la endeble evolución de sus grandes pares europeos, con Alemania en recesión y Francia e Italia renqueantes. El Banco de España volvió a revisar, por cuarto trimestre consecutivo, su pronóstico de PIB para 2024, que elevó hasta el 3,1%, tres décimas más que en su informe anterior, convirtiéndose así en el primer gran organismo económico que alcanza esa cota, después de que la Comisión Europea lo situara en el 3% a mediados de noviembre y la OCDE hiciera lo propio a principios de diciembre (el FMI lo aupó al 2,9% en octubre). Todos ellos superan con holgura el 2,7% que aún sostiene el Gobierno.
Así lo recoge el último informe trimestral de proyecciones macro del Banco de España, bajo la batuta de José Luis Escriva como gobernador desde septiembre pasado. La previsión del supervisor ha pasado del 1,9% que reflejaba en marzo al 3,1% actual, una sustancial mejora que, en parte por el efecto arrastre, se extiende a 2025, ejercicio para el que el Banco de España augura un alza del PIB del 2,5%, también tres décimas superiores al estimado en el informe previo y una por encima de lo que augura el Ejecutivo, mientras que deja en el 1,9% el crecimiento esperado para 2026. Por primera vez, el supervisor ofrece estimaciones para 2027, año en el que España crecería un 1,7%. Esto es, pese a que la economía seguirá avanzando en 2025 casi al doble de ritmo que la eurozona (un 2,5% frente al 1,3%), el Banco de España dibuja una curva descendente, de moderación en las tasas de crecimiento, “hacia valores más acordes” con su “capacidad de crecimiento potencial”.
Junto al “efecto arrastre positivo” de los ajustes estadísticos efectuados por el INE, el crecimiento de 2024, ya en su recta final, también se ha visto espoleado por “un dinamismo de la actividad en el segundo semestre del año más intenso de lo esperado”, señala el supervisor, que anticipa que el PIB crecerá entre un 0,6% y un 0,7% en el último cuarto, aunque advierte de que esa proyección está sometida a una “considerable incertidumbre” ante la dificultad de valorar el impacto económico de la Dana.
A pesar de ello, prevé un impacto bastante acotado: entre una y dos décimas de PIB en el cuarto trimestre, “efectos económicos adversos” ya incluidos en ese rango de crecimiento que, además, “podrían revertirse en la primera mitad de 2025”. De hecho, el Banco de España cree que el “impulso fiscal” derivado de las ayudas desplegadas por la catástrofe natural será un revulsivo para el crecimiento del PIB en los primeros compases del año, siempre que haga “un despliegue ágil y efectivo de dicho apoyo”.
Es la doble cara de una misma moneda que, sin embargo, tiene una tercera derivada: el impacto de ese escudo sobre el déficit. El Banco de España calcula que “podría suponer un aumento puntual del déficit cercano al 0,5% del PIB”, que se repartiría entre este año y el que viene, impidiendo que el Ejecutivo cumpla su promesa a Bruselas de reducir el desfase presupuestario hasta el 3% del PIB este año.
En concreto, estima que el déficit cerrará 2024 en el 3,4%, cuatro décimas por encima de lo prometido y una décima superior a lo estimado en septiembre. Habrá que esperar al año que viene para ver el desajuste entre ingresos y gastos por debajo del 3%, con un déficit del 2,9% en 2025 y del 2,7% en 2026 y 2027. En cualquier caso, el Banco de España resalta el carácter extraordinario de los gastos asociados a la Dana y afirma que no afectarán “a la evaluación por parte de las autoridades europeas del déficit público español en el contexto del marco de gobernanza fiscal de la UE”.
Frente al fuerte peso que el consumo público ha tenido sobre el crecimiento en los últimos dos años, el gasto de los hogares tomará el relevo a partir de 2025, con un aumento previsto del 2,9% ese año, frente al 1,9% del gasto público, lo que junto con el despertar del letargo de la inversión, muy débil todavía en 2024 (+0,8%) pero que acelerará al 3,1% en 2025, espoleará la actividad de la mano de la mayor renta disponible, del abaratamiento de la financiación, de la resiliencia del empleo, la fortaleza del turismo y del gradual despliegue de los proyectos vinculados a los fondos europeos.
Aunque todo apunta a que la inversión empresarial acabará remontando el vuelo, el Banco de España advierte de que “la atonía que persistentemente viene mostrando” representa un claro riesgo a la baja respecto a la materialización del efecto arrastre positivo de los fondos europeos, lo que “incidiría de forma negativa en las perspectivas de actividad e inflación”. De momento y pese al repunte de los precios en los últimos dos meses, la institución mantiene su pronóstico de inflación para este año en el 2,9%, antes de que se reduzca al 2,1% en 2025 y al 1,7% en 2026.

El Banco de Japón no modificó sus tipos de interés, y el yen se debilitó frente al dólar estadounidense, cotizando a 155 yenes por dólar. Para el gobernador del BOJ, Kazuo Ueda, es necesario esperar a observar cómo evolucionan las negociaciones salariales en Japón antes de tomar nuevas decisiones.
Un panorama más brumoso para la Fed. Tiffany Wilding y Allison Boxer. Economistas de PIMCO
La Fed ha realizado otro recorte de 25 puntos básicos (pb) a su tasa de política monetaria en diciembre, pero combinó esta decisión con revisiones de sus proyecciones económicas que implican preocupaciones reemergentes en torno a los riesgos de inflación y la confianza relativa en el mercado laboral. Como resultado, después de reducir la tasa de política monetaria en 100 puntos básicos en los últimos tres meses, la Fed señaló que el momento y el alcance de los recortes adicionales son ahora más inciertos.
Las perspectivas de la política fiscal alimentan esa incertidumbre, pero con los riesgos económicos a la baja más contenidos, la Fed tiene margen para esperar y observar los acontecimientos que se desarrollen en 2025 antes de cambiar aún más la política monetaria.
Las proyecciones de la Fed para la política monetaria se acercan bastante a nuestras perspectivas: con una economía estadounidense resistente en medio de una inflación algo pegajosa y una elevada incertidumbre sobre la política fiscal, es probable que se adopte un enfoque más gradual para nuevos recortes de tasas.
Sin embargo, los futuros de los fondos federales implican que el tipo de interés oficial terminará 2025 en torno al 4%, ligeramente por encima de la proyección revisada de la Fed. Si bien en nuestro escenario base esperamos que la economía de EEUU siga siendo resistente, también creemos que los mercados parecen estar infravalorando los riesgos de recesión y, por lo tanto, el riesgo de que la Reserva Federal tenga que recortar más agresivamente.
Equilibrio cambiante de riesgos
Si bien se esperaba el recorte de tasas de 25 puntos básicos, la Fed lo combinó con revisiones agresivas de las proyecciones económicas. La revisión más notable fue la perspectiva de la inflación, con la mediana de la proyección de los gastos de consumo personal (PCE) subyacente subiendo 30 puntos básicos en 2025. Esto es coherente con el estancamiento de los avances en materia de inflación en los últimos meses. En particular, los representantes de la Fed no solo anticipan una disminución más gradual de la inflación, sino que también revisaron al alza su opinión sobre el equilibrio de riesgos en torno a estas perspectivas.
El cambio de la Fed en el equilibrio de los riesgos de inflación probablemente refleja la creciente incertidumbre en torno a la escala y el alcance de los giros de política fiscal sugeridos por la Administración entrante de Trump. De hecho, en la conferencia de prensa, el presidente de la Fed, Jerome Powell, señaló que “algunos [representantes] identificaron la incertidumbre política como una de las razones por las que redujeron más incertidumbre en torno a la inflación” en sus proyecciones económicas.
Un camino más brumoso
La elevada incertidumbre de la política fiscal también es coherente con una trayectoria más incierta de la política de la Fed. Creemos que los posibles cambios en la política comercial de Estados Unidos presentan riesgos al alza para la inflación y a la baja para el crecimiento a corto plazo, lo que tendría implicaciones contradictorias para el doble mandato de la Fed (estabilidad de precios y máximo empleo).
Dado el aumento de la incertidumbre, tiene sentido que la Reserva Federal quiera reducir la velocidad para ver qué sucede. Powell dijo: “No es diferente a conducir en una noche de niebla o entrar en una habitación oscura llena de muebles. Simplemente vas más despacio”.
Creemos que las revisiones al alza de las proyecciones de la Fed reflejan la opinión de los funcionarios de que probablemente tengan más flexibilidad ahora que han recortado los tipos en 100 puntos básicos.
El rango actual de tasas de política monetaria de 4,25%–4,5% está más cerca del rango de estimaciones que las reglas de tipo Taylor sugieren que son apropiadas, lo que refuerza la capacidad de la Fed para moverse tan lenta o rápidamente como lo justifiquen las condiciones cambiantes.
Entramos en 2025 con una Fed más cautelosa y dependiente de los datos. Sin embargo, Powell reiteró que las subidas de tipos no están actualmente sobre la mesa, señalando que una economía resistente era coherente con un ritmo más lento de recortes o una pausa.

Feliz Nochebuena y Navidad.





























































































































